El cartel renegado

28 mayo 2024 | Factor Psi

Por Eduardo A. Reguera Nieto

Pocos días atrás hemos tenido noticia de una nueva polémica (significante actualmente elongado y desgastado hasta el extremo), que adquirió rango de viralidad. El Ayuntamiento de Almería ordenó la retirada de un cartel incluido en una campaña sufragada con fondos procedentes del Pacto contra la Violencia de Género adscrito al Ministerio de Igualdad. Dicho cartel había sido sacado a licitación. Tal como se recoge en el pliego de condiciones dicha iniciativa debería proporcionar un “mensaje claro y novedoso, fundamentado y justificado en cuanto al concepto concreto de esta campaña […] con una explicación de los conceptos que se pretenden concienciar y visibilizar”. Asimismo, se recogía que se tendría en cuenta la “originalidad de la campaña”.

La problemática salta al campo social-mediático cuando, debajo de la imagen de un niño, aparece el eslogan “si dice no, no es sexo, es agresión”. Evidentemente, el cartel traslada un mensaje aberrante por el cual un supuesto consentimiento del niño no constituiría violencia sexual por parte de un adulto. El consistorio local afirma que fue “uno de los diseños que se presentó y que se ha incluido por error” de tal modo que varias copias del cartel descartado fueron colgadas en puntos muy visibles de Almería. A partir de este punto, se retiran dichas copias y se desata una nueva polvareda política que curiosamente no va a acarrear la dimisión de nadie en ninguna administración. Parece ser cierto que en “nuestro mundo la perversión se desarrolla como para ocupar el sitio vacante de la ley” (Eiguer 2012).

Desde un ámbito psicoanalítico toda esta cuestión ha generado toda una serie de interrogantes. Si bien parece que hubo un error en el último eslabón decisorio (se colgaron los carteles que habían sido barajados y descartados), el mero hecho de que un cartel así haya sido diseñado, promocionado, barajado entre otros y considerado como una de las opciones por parte de la agencia promotora es muy relevante. Nos permite pensar sobre determinados elementos estructurales presentes en una psicología que confecciona tal dispositivo simbólico, el cartel de marras. Introducir todo lo sucedido en el socorrido error técnico nos parece vago a la hora de comprender, máxime cuando tiempo atrás hubo ciertas declaraciones políticas que fueron en la misma línea argumental.

Siguiendo a Joël Dor, pensamos que esa salvaje traslación del consentimiento a los niños constituye una operación ligada a la estructura perversa. Aparece una recusación en toda regla de la castración y de la emergencia de cualquier tipo de represión estructurante ligada a la función paterna. El tabú del incesto (verdadero dique frente al desborde pulsional intrafamiliar) es renegado en tanto el perverso “va a hacer intervenir la ley de su deseo como la única ley del deseo que él reconoce, y no como un deseo que se hubiera fundado sobre la ley del deseo del otro, que es inauguralmente la ley del padre” (Dor 2014).

Esta falta en ser siguiendo a Lacan (Talavera 2018) explica el recurso a la transgresión y el desafío del perverso (¿consiguió ese sujeto la publicación de su cartel?) así como la escisión del yo implícita en el sí-y-no-reconocimiento del padre simbólico. Desde esta óptica, podemos pensar que el supuesto consentimiento aquí actúa a modo de auténtico objeto fetichista que permite la formación de un compromiso entre la realidad de la castración aceptada y la contraparte repudiada. En cuanto la función paterna y su operación de corte son sustituidos por un mecanismo verbal de tipo contractual, podemos pensar que la ambigüedad va a emerger como el verdadero principio rector. La perversión del superyó presente en estos casos da cuenta de la aparición del fanatismo en estos sujetos en tanto el perverso “no sabe encontrar la Ley en su corazón y aspira sin cesar a cambiar el Decálogo en beneficio exclusivo y a hacerse con uno idiosincrásico” (Armengol Millians 1999). Odian lo que perciben como un absoluto de la Ley porque precisamente no pueden simbolizar una “falta para ser ganada” (Dor 2014).

Determinadas posiciones sociopolíticas actuales llevan la recusación de la castración del no-todo a un territorio inhóspito, en el cual la única ley reconocida es la Ley del Goce. El superyó social da paso a una cierta complicidad perversa como organizador de los vínculos humanos. La integración superyoica, siguiendo a Kernberg, es la que marca los “límites del jugueteo en el guión perverso” (Kernberg 1994). Las cuestiones peligrosas son así reguladas en torno a una inquietante ambigüedad cínica. Pensemos en la situación española actual en torno a las drogas, la problemática de la prostitución o la gestación subrogada. Es el reino del sí-pero-no-pero-sí.

Combate a muerte contra la Ley del Padre, caiga quien caiga. Que aparezcan continuos efectos indeseados (por supuesto veremos más) no constituye a nuestro parecer una sucesión de candorosos errores técnicos sino la consecuencia ineluctable de una determinada posición simbólica con respecto a la metáfora paterna. La renegación y el clivaje dentro del yo, con la consecuente pérdida de un cierto saber consistente sobre Lo Real, explican en gran medida por qué determinadas consignas no solamente son inoperativas para la transformación social, sino que llegan a ser dañinas para los sujetos de carne y hueso. No digamos para los niños.

Dado lo grotesco de todo este episodio, una suerte de actualización posmoderna de las pinturas negras de Goya, podríamos concluir sosteniendo que el sueño de la renegación de la Ley del Padre produce monstruos. Esperemos que sigan confinados.

Referencias

Armengol Millians, R. «El fanatismo, una perversión del narcisismo. Sobre el origen y la acción del superyó, reflexiones morales.» Temas de Psicoanálisis 4 (1999): 131-166.

Dor, J. «La estructura perversa.» En Estructuras clínicas y psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu, 2014.

Eiguer, A. «La perversión en la actualidad. Clínica y terapéutica.» Jornadas sobre Perversiones. ACIPPIA, AMPP y AECPNA-Madrid. Madrid, 2012.

Kernberg, OF. «La psicodinámica de la perversión.» En La agresión en las perversiones y en los desórdenes de la personalidad. Buenos Aires: Paidós, 1994.

Talavera, N. «La ética perversa y su relación con la vertiente sádica del superyó.» Epsys. Revista de psicología y humanidades, Marzo 2018.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *