Vínculo y configuraciones familiares

por | Revista del CPM número 16

SINTESIS

¿Está en crisis la familia?. Las transformaciones socio-culturales en las nuevas   formas de emparejamiento, las nuevas tecnologías en la reproducción y el mayor reconocimiento jurídico de los derechos individuales nos obligan a reflexionar sobre las nuevas configuraciones familiares y sus vínculos.

La constitución del psiquismo nos adentra en la interpretación de diferentes mundos psíquicos: mundo interno, vínculo con otros sujetos significativos y relación del sujeto con la cultura. Se explora el vínculo como construcción en la subjetividad y productor d e patología o desubjetivación, en las diferentes modalidades de vinculación en familias adoptivas, reconstituidas, monoparentales y homoparentales. Abordamos el deseo de hijo en estas últimas, la función materna y paterna y la organización del complejo de Edipo.

 

¿Está en crisis la familia?

La definición de la familia biológica fundada en el género y el sexo o en las leyes del parentesco y atravesada por el mito edipico, está siendo sustituida por un modelo contemporáneo múltiple y con relaciones familiares horizontales, que ha sido inventado por el individuo moderno (1).

Desde los años 60 el matrimonio heterosexual monogámico ha perdido el monopolio en la familia Occidental y el cuidado de los hijos no ocurre siempre dentro de la llamada familia tradicional.

La familia “nuclear o natural” ya no es el único modelo, haciéndose  posible el cambio del término de la “Familia” a las “familias”.

Para algunos lasnuevas formas de vinculación familiar y me refiero a las nuevas configuraciones familiares como las llamadas: familias reconstituidas o recompuestas, o las familias monoparentales o uniparentales, o las familias adoptivas o las familias homoparentales, para algunos existe una crisis de los valores tradicionales en la familia natural o biológica e incluso su decadencia.

Pero también hay también quién opina que se trata solamente de una crisis del modelo tradicional y que estamos ante transformaciones en las nuevas formas de emparejamiento, transformaciones en las nuevas formas de reproducción con las nuevas tecnologías. En definitiva transformaciones que tienen que ver con cambios socioculturales y un mayor reconocimiento jurídico de los derechos del individuo.

Sin embargo flota la pregunta, porqué después de décadas de cuestionamiento y criticas a la familia, incluso acusada de ser productora de patología en sus miembros, la familia vuelve a ser aquello a lo que todos quieren pertenecer (la lucha de los homosexuales en nuestro país parece confirmarlo) (3).

Será que la familia es eterna y no está en peligro, porque su riqueza consiste al mismo tiempo en una función simbólica y en la multiplicidad de sus recomposiciones posibles (5).

En la literatura y en la historia sabemos de la existencia de esas llamadas” familias reconstituidas” desde tiempo atrás. El padre del psicoanálisis, Freud nació en una de estas familias. Fue el primer hijo nacido del tercer matrimonio de su padre Jacob, al que ya habían hecho abuelo sus hijos mayores, frutos de su primer matrimonio.

¿Sobre que nos preguntamos entonces en el siglo XXI? Diremos que sobre todo en las influencias que estas nuevas configuraciones familiares tienen en el psiquismo de los individuos.

La constitución del psiquismo, que implica vínculos internos y externos no es función exclusiva de la familia, la trama social cumple funciones simultáneamente en la producción de subjetividad. Tampoco lo determinante es únicamente las experiencias históricas infantiles sino también la inclusión en vínculo significativos.

Usaremos el concepto vinculo en sentido amplio de una situación inconsciente que ligando a dos o más sujetos, los determina en base a una relación de presencia (5).

Hablaremos por ello, de vinculo como relaciones primarias con los objetos parentales, vinculo entre lugares de la estructura familiar(vinculo de un padre y un hijo..) con intercambios entre psiquismos ya constituidos y vinculo de un sujeto de la cultura.

Los vínculos son entonces construcciones generadas por el intercambio efectivo entre los miembros que los componen (I.Berenstein).

Un  autor contemporáneo , Renékaes dice que un vinculo instituido es “aquel que cuenta por un lado con el deseo de las partes de pertenecer a ese vinculo e instaurarlo en una continuidad y por otro lado el aval social en tanto cultura que le haga un lugar a ese vinculo”.(6)

Vincularse significa metapsicológicamente interpenetración de mundos psíquicos. Porque vivimos en varios mundos:
Un mundo Intrasubjetivo cuyo componente principal es la relación de objeto con una figura omnipotente de nuestras primeras identificaciones, y que está caracterizado por la unidireccionalidad.

Un mundo Intersubjetivo, en el cual el vinculo trascurre en la relación con otros sujetos
Significativos, y el movimiento es bidireccional.

Y un mundo transubjetivo, donde se establece la relación del sujeto con la cultura.
Se inscriben así simultáneamente, un objeto interno, un vínculo y un lugar. Y en la constitución como sujeto se unen el pertenecer a un mundo interno, a una familia, a una sociedad y cultura y también a una época.

Los vínculos pueden configurar una sana construcción del sujeto o subjetividad, pero también pueden generar desubjetivación o lo que es lo mismo generar patología.

La modalidad vincular de una familia natural o tradicional, negando el duelo por la perdida de la hija mayor del matrimonio, provocó el sufrimiento y síntomas que llevaron a una paciente de 36 años a buscar ayuda en mi consulta.

Nació al año de morir su hermana, que era un bebe de meses. Luisa, que es el nombre de la paciente y el mismo que dieron a su hermana fallecida, pasó mucho tiempo dedicada a llenar ese vacio en la casa y hacerse cargo de la insatisfacción y reproches de una madre mentalmente enferma.

La homeostasis familiar se mantuvo hasta que aparecieron deseos de independencia en la paciente y la inclusión de un novio en su vida.

En esta relación vincular el sentido era que todo siguiera igual sin separaciones ni ninguna otra perdida en esa familia.

Las transformaciones de las familias actuales desafían el concepto de parentalidad tradicional, con la caída del páter familia el principio de autoridad sobre el que se fundó la familia está en crisis, y las nuevas tecnologías reproductivas ponen en cuestión que la unión como pareja de un hombre y mujer sea la única forma para poder tener un hijo.

Quizás sea necesario diferenciar el deseo de una familia del deseo de un hijo. El deseo de formar una familia puede estar motivado por un ideal que satisface el amor, la necesidad de protección, la autoconservació
n….

El deseo de un hijo puede conllevar un deseo de trascendencia, de perpetuación  de valores, de transmisión de legado, de acompañamiento a lo largo de la vida.

Estos deseos pueden ser analizados en cada caso particular, tanto en heterosexuales como homosexuales.

En las familias que adoptan, existe un deseo de hijo que sin engendramiento biológico, les permite establecer con él un vínculo de filiación, o lo que es lo mismo la creación en el seno de esa familia de un lugar simbólico.

La filiación se da en varias formas: por nacimiento biológico, vinculándose entonces con el concepto de legitimidad natural. También se da la filiciación por la adopción concedida por un organismo oficial que garantiza a ese menor, los cuidados y sostén afectivo necesario para su constitución como sujeto. Y la tercera forma de filiación es por el reconocimiento de ese hijo por sus padres, ya sea un hijo biológico o adoptivo.

Existen hijos adoptivos que son reconocidos por sus padres y devienen hijos adoptados, pero también existen hijos biológicos que no son reconocidos por sus padres y no acceden al lugar de hijo adoptado por ellos, en tanto función simbólica.

La clínica nos muestra que una persona nacida en el seno de una familia pero no cuidada o reconocida por ella, puede presentar carencias importantes que afectan a su adaptación en la vida y llegan a nuestras consultas en busca de cuidados y reconocimiento como persona.

Pero ni el deseo de familia ni de hijo es privativo de las parejas heterosexuales. Y sabemos que cada vez con más frecuencia se observan estos deseos en hombres y  en mujeres en solitario, así como en parejas homosexuales que persiguen la legalidad para dar cauce a estos deseos.

La nuevas configuraciones familiares requieren un reconocimiento a sus cualidades diferentes con respecto a la familia natural, porque conllevan desmontar modelos de roles tradicionales de hombre y mujer. Y por ello vamos a intentar adentrarnos en  comprender algo  más sobre las estructuras, funciones y vínculos de estos nuevos modelos familiares.

 

Las familias Monoparentales o Uniparentales, han aumentado considerablemente, en su mayoría constituidas por mujeres que tras un divorcio se hacen cargo del cuidado de los hijos o que  en solitario deciden ir a la adopción o utilizar técnicas de reproducción asistida para lograr su deseo de ser madres o padres.

Este modelo demanda una complejidad de funciones y conlleva diversos  roles.

La modalidad del vinculo con los hijos deberá huir de la tentación omnipotente de sustituir al otro, con la idea de poder cubrir ambos lugares, de padre y madre.

Por ello es deseable que en la mente de ese hombre o mujer en solitario esté incluida la pareja y que sea esta la que llene el anhelo o vacio que pueda existir. Porque no es lo mismo que por circunstancias no exista la pareja real, a que haya ausencia de deseo de la pareja, o se desvalorice su lugar y se considere por tanto prescindible.

Desde el lado del hijo/hijos, en esta modalidad de vinculación será necesario su lugar como otro diferente, con existencia propia, un sujeto deseante, que va a construir su historia, que no viene a satisfacer narcisisticamente una fantasía de completud en algunos de los padres, ni es una sustitución que obture una pérdida o una carencia.

Si reflexionamos sobre el trabajo psíquico al que se enfrentan los sujetos que crean estas nuevas configuraciones llamadas Familias reconstituidas , donde las parejas conviven con los hijos de las anteriores relaciones de cada uno y los nuevos hijos de ambos, encontramos un elemento común, la experiencia de una separación por divorcio o fallecimiento, y que son parte de un duelo pendiente que no debe ser negado por medio de la sustitución.

En el mundo interno del individuo el vínculo con el objeto, ese que era Otro, no desaparece y permanece en el tiempo y se evocará en determinados momentos, porque la presencia de hijos es un recuerdo de la familia que ya no está.

Estas familias reconstituidas o recompuestas, se enfrentan a la tarea de construir nuevos vínculos y abandonar antiguos, pero preservando la continuidad psíquica interna de cada uno. Lo que significa  su historia de vivencias, vínculos, recuerdos…

El camino en una segunda opción que aparece en la vida, se acompaña de dudas, temores e ilusiones. Y a veces una nueva familia se organiza para perpetuar valores o reproducir esquemas de funcionamientos anteriores, porque el deseo inconsciente es la repetición. Si esto ocurre distorsionará la aparición de deseos, ligadura de nuevos objetos significativos y la creación de nuevos vínculos para esta familia en vías de reconstrucción.
La repetición de modelos de vinculación anteriores será una resistencia frente a lo nuevo y diferente que ofrece la situación ahora elegida.

 

Las Familias Homoparentales, centro del debate actual, plantean una propuesta polémica, con argumentos a favor los que consideran que la identidad sexual de estos hijos no está en peligro y los que esgrimen argumentos en contra.

Surge una cuestión compleja, ¿Los padres homosexuales deberán rechazar su tendencia sexual, evitando así que sus hijos como la sociedad les reclama, no se parezcan a ellos?

En las parejas homosexuales puede existir un deseo de pertenecer a una estructura familiar con reconocimiento social, el matrimonio, y también puede existir un deseo de hijo que les garantice un sentimiento de continuidad existencial. Pero también deberán tener capacidades que les permita acceder a estas nuevas formas de parentalidad, como la capacidad de cuidar a un hijo, de facilitarle su construcción psíquica y procurarle el acceso a un orden simbólico.

¿Pueden ejercer estas funciones una pareja homosexual?. En la homosexualidad existe un elemento común y es la elección de objeto del mismo sexo. Pero tanto los mecanismos psíquicos como la estructura de personalidad pueden ser diferentes y no digamos si existe algún trastorno psicopatológico.

Distinguiremos entre una familia homosexual reconstituida, que ha tenido sus hijos en el seno de una familia heterosexual ya disuelta, y ahora se ocupa del cuidado de esos hijos con su nueva pareja, de otra familia homosexual que llegan a la parentalidad mediante la adopción, técnicas de reproducción asistida o manteniendo relaciones heterosexuales con el único propósito de la procreación.

¿Tendremos que admitir que estos hijos puede que tengan un futuro difícil porque sus padres son diferentes a otros padres y deberemos aceptarlos como tal?

No existe consenso entre los especialistas sobre lo problemático o no de hijos criados en el seno de una pareja homosexual, tampoco en relación a estudios suficientemente fiables que den cuenta de la normalidad o síntomas que tendrán estos hijos. Quizás el secreto esté en el buen ejercicio  de la función familia
r (función auxiliar del hijo) y que permita la constitución del aparato psíquico del niño, lo que incluye sus identificaciones, mecanismos de defensa, ideales y su acceso al complejo de Edipo en su carácter triangular.

Sabemos que la identidad sexual surge del intercambio entre la biología con su bisexualidad constitutiva, es decir ningún sujeto es portador de una pura especificidad masculina o femenina, y por otro lado las identificaciones con los padres en el escenario edipico.

Lo que todavía no podemos aventurar es si lo que pesará más en la identidad de estos niños, serán las identificaciones genéricas con sus padres reales, o la elección “adecuada” en su bisexualidad constitutiva que le permitan las personas de su entorno, y que no necesariamente dependan de los sexos diferentes en la pareja con la que viven, sino más bien en las representaciones que el niño tenga de ellos.
También sabemos que el hijo como sujeto deseante y diferente, tiene la capacidad de encontrar en su fantasía o buscar en el mundo aquello de lo que está carente, así como poder interiorizar la diferencia de los sexos desde la cultura y en la transmisión transgeneracional.

¿Será necesario plantearnos una reorganización del Edipo, como nos planteamos la reorganización en las nuevas configuraciones familiares de las que hablamos?.

El complejo de Edipo, elemento estructurante del psiquismo, implica deseos eróticos y agresivos en el niño hacia sus padres. Pero lo central del Edipo, es que este periodo se da cuenta que está excluido de una relación.
Sin embargo nada indica que el carácter triangular deba ocurrir con dos personas de diferentes sexos, nos dirá Ceccarelli (8).

Afirmar esto significaría decir que los niños criados por un solo progenitor, o aquellos criados en instituciones, o los que no conocieron a algunos de sus progenitores, tendrán problemas en la constitución y resolución del Edipo.
Esto significaría que tampoco en la constitución de la fantasía de la escena primaria, importaría tanto la presencia real de los padres o el sexo de cada uno de los integrantes, sino la estructura de exclusión que la constituye.

Nos preguntamos también si lo que llamamos Función materna (simbólicamente de contención y sostén) y Función paterna (de separación de la simbiosis madre-hijo y representante de la ley) necesitan de la presencia de un hombre y una mujer o están más condicionados a cual es la organización psíquica de esas personas, a su posición interna frente a la parentalidad y al lugar que ese niño ocupa en sus psiquismos.

Todavía hoy debemos aceptar lo insuficiente de las experiencias en estas nuevas configuraciones familiares para pronunciarnos sobre los efectos a largo de estas transformaciones y menos aún sobre diagnósticos de salud o patología en estos futuros hijos.

Como psicoanalistas debemos aceptar que existen cuestiones que no podemos responder acerca de cómo se construye la subjetividad de un niño deseado y cuidado por un solo sujeto o por una pareja de hombres  o una pareja de mujeres, y aceptar que nuestra tarea se aleja de una normalización o moralización y debe ser la reflexión sobre los tipos de conflictos específicos que se pueden generar en estas nuevas configuraciones familiares, sin olvidarnos de las existencia de hijos con patología en familias estructuradas y en hijos estables provenientes de familias desestructuradas. Y como siempre ocuparnos de analizar cada caso en su particularidad.


Reyes García Miura
Psicóloga. Psicoanalista.
Miembro Didacta del Centro Psicoanalítico de Madrid.

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BIBLIOGRAFIA

  1. Elisabeth Roudinesco. “la familia en desorden” Ed. Anagrama.
  2. Deborah Fleische.”Las nuevas familias”, “Clínica de las transformaciones familiares”.
  3. Elisabeth Roudinesco, Jacques Derrida “…. y mañana, que “Ed. Fondo de Cultura Económica.
  4. Daniela Lucarelli y Grabiela Tareas “Antiguas y nuevas formas familiares: problemas de desligadura y religación en la psicoterapia”  www.intersubjetividad.com/ar
  5. Isidoro Berenstein “Devenir otro con otros”. Paidos.
  6. Graciela Fernández “Lo propio y lo ajeno” Jornadas provinciales de adopción www.jus.mendoza.gov.ar/información/novedades
  7. H. A Krakov. “El mundo vincular y la clínica psicoanalítica” www.aperturas.org/6krakov.htm
  8. Carlos Emilio Antar.  “Transmisión en la familia  Libro “Homoparentalidades” Eva Rotemberg.
  9. Sebastián León Pinto.”Adopción y Psicoanálisis” Revista Topia.
  10. Alicia Montserrat “Adopción en el contexto de los nuevos vínculos familiares” ”Biblioteca Nueva Revista APM.
  11. Eva Rotemberg “Homoparentalidades” Ed. Lugar.

 

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