Vergüenza, Pena y Melancolia entre Hombres Jovenes Desempleados y sus Padres; Un Enfoque Psicosocial hacia la Catastrofe Social y el Trauma Inter-Generacional

Revista del CPM número 26

Por Luis Jimenez

Vergüenza, Pena y Melancolia entre Hombres Jovenes Desempleados y sus Padres; Un Enfoque Psicosocial  hacia la Catastrofe Social y el Trauma Inter-Generacional

Luis Jimenez, MD., MSc, Dip. Psy., PhD.

Universidad del Este de Londres, Reino Unido.

En este trabajo de investigacion he explorado psico-socialmente (Hoggett P., Beedell P. Jimenez L., Mayo M., & Miller C. (2010) la resistencia de jovenes galeses desempleados hacia un tipo de trabajo que ellos consideran “avergonzante” y “femenino”. El contexto de esta situacion es el cierre de una fundifora de acero en una pequena ciudad al sur de Gales en la que esta resistencia esta mediada por las relaciones entre padres e hijos y las cuales dictan que es lo que se considera trabajo propiamente masculino. En este estudio entreviste a hombres jovenes y a sus madres ( y cuando fue possible, tambirn a sus padres). Las entrevistas revelaron a una comunidad que sufre los efectos de un trauma intergeneracional asi como complejos sentimientos hacia la masculinidad y la feminidad. Estos sentimientos son proyectados hacia los hombres jovenes quienes se sienten intimidados y avergonzados por sus familiares, sus colegas y otros en la comunidad, por no ser capaces de encontrar trabajo apropiado a su genero. Las implicaciones de estos hallazgos en terminos de entender el desempleo de jovenes varones tambien se consideran en nuestro estudio.

El proposito principal por lo tanto es el reflexionar acerca de las complejas relaciones entre la masculinidad y la feminidad en la comunidad en la epoca en que la fundicion de acero aun operaba y el contrastar luego esto con los cambios que fueron necesarios para acomodar la nueva situacion del trabajo post-industrial.

El impacto psicosocial de las identidades masculinas de los obreros despues de la perdida de su fuente principal de trabajo puede ser vista tambien como una “catastrophe social”, la cual ha sido definida por los psicoanalistas Davoine & Gaudilliere (2004) como un evento historico que tiene consecuencias catastroficas para aquellos que han sido afectados por esto. Aun cuando las condiciones locales podrian significar que el temor, el dolor y las ansiedades producidas por tal evento no se pueden sentir inmediatamente por la necesidad de sobrevivir y las defensas psicologicas que se erigen en consecuencia, Davoine & Gaudilliere argumentan que tales ansiedades pueden aun ser transmitidas de manera silenciosa a traves de generaciones (e.g., como una perdida traumatica intergeneracional) de tal manera que aquellos que encarnan la memoria de esto pueden ni siquiera saber que la ansiedad que se experimenta no se puede verbalizar. Si bien el trabajo de Davoine & Gaudilliere se enfoca en contextos de Guerra, nos parecio relevante el ubicar el cierre de la fundicion de acero dentro de esta categoria ya que la produccion de hierro y de acero habian sido el centro de la comunidad desde finales del siglo XVIII y, si bien la comunidad ha experimentado toda una serie de redundancias, desastres y otros problemas, el cierre de la fundicion puede verse como un impacto catastrofico dado que la comunidad dependia de ella y esta comunidad se localiza en los valles del sur de Gales donde otras formas de trabajo no son facilmente accesibles. Ademas de esto, el tipo de trabajo actualmente disponible tambien habia cambiado considerablemente. Esto significa que casi ya no habia industria de manufactura pesada. En este contexto los obreros que dependian para su supervivencia de su trabajo en la fundidora de acero y quienes muy a menudo tienen poca educacion escolar y algunos de ellos son analfabetas, se encontraban en una situacion muy dificil para encontrar trabajo. La mayor parte de la oferta de trabajo para los hombres jovenes que abandonan sus estudios a los 16 anos en promedio y quienes tambien no tienen credenciales laborales es basicamente empleo no especializado, por ejemplo trabajo en supermercados, repartidores de comidas (por ejemplo pizzas) y limpieza.

Como podran apreciar, la historia que quisiera relatarles tiene que ver con las conversaciones que mantuve con los hombres jovenes y sus familias -ademas de los hallazgos de otra investigacion previa que tambien realizamos anteriormente en esta area con ex-obreros de la industria local del acero. En este contexto, los problemas que enfrentan estos hombres tiene que ver mucho con el dolor y la verguenza que experimentan los obreros mayores (a menudo los padres de estos hombres) por la dificultad de no poder encontrar localmente trabajo que ellos consideran “propiamente masculino”.

Un ejemplo de este tipo de situacion se puede ilsutrar con la entrevista que realice con Tony, de 24 anos, quien ya es padre de 3 hijos y que no tiene credenciales escolares o laborales. En esta entrevista Tony me relataba acerca de sus dificultades con su padrastro cuando Tony decidio trabajar como repartidor de pizzas y tambien como conserje de limpieza.

Aluguna vez trabaje como repartidor de pizzas en Domino’s pizza. No se si recuerdes el uniforme que uno tiene que usar en este trabajo, por ejmplo tienes que usar pantalones color crema, camiseta roja, una gorra de baseball, una cangurera para el dinero y cosas asi… y mi padrastro encontro todo esto francamente vergonzoso, porque tambien tienes que ponerte el cinturon de Domino’s y todo eso…,

y si yo me encontraba hacienda una entrega y el me veia en la calle, entonces pretendia que no me habia visto, para que no le viesen en hablar publico conmigo vestido de esta manera…

En otra occasion le ofreci a mis hermanos un aventon a casa mientras yo conducia el coche del trabajo y ellos se rehusaron entrar al coche y me dijeron que basicamente yo me veia como un idiota de la manera que iba vestido… Solian reirse de mi todo el tiempo y nunca se acercaron a la pizzeria mientra yo trabaje alli, y supongo que se sentian muy avergonzados con esto. Todo mundo, mi padrastro, mis hermanos y tambien mi madre solian reirse de mi.

En una occasion mi madre me dijo: “sabes, todos se estan burlando de tu padrastro por el trabajo que tu estas haciendo asi que porque no dejas esto y te consigues un trabajo apropiado”…. Despues, cuando yo iba a casa de mi padrastro y mi madre, mi padrastro salia de casa y se iba al pub (bar) para no estar alli conmigo. Y si yo iba al pub (bar) entonces el tambien me evitaba para que no le viesen conmigo, asi que la presion para mi fue muy fuerte y termine abandonando este empleo, y una vez que hice esto entonces mi padrastro se volvio a acercar a mi y a invitarme al pub con sus amigos” …

Este doloroso relato me impacto ya que me di cuenta que cuando Tony me relataba esto el se estaba refiriendo a como toda su familia se unio para ridiculizarlo y aislarlo de la familia por el uniforme que el usaba como repartidor de pizzas. Lo que el relata es la verguenza que el sintio de darse cuenta de la verguenza de su familia por el trabajo que hacia y por su apariencia de tal forma que hicieron lo possible para no ser vistos con el en publico. Sin embargo, el tipo de trabajos que su familia quisiese que el tomase ya no estan disponibles lo
cual me dejaba preguntandome si su familia prefiriese que Tony estuviese desempleado, lo cual es una situacion que el trataba de evitar a manera de poder sostener economicamente a su propia familia. En este scenario, pareceria como si Tony se vio atrapado en un movimiento de tenazas y la presion familiar debio haber sido lo suficientemente intensa como para que el abandonase el unico trabajo que tenia, aun cuando este trabajo no es bien pagado.

Pero en el siguiente extracto de nuestras entrevistas, veremos tambien como a Tony tampoco le fue major cuando decidio empleaser como trabajador de la limpieza.

Tony: “ Si, alguna vez tambien trabaje como trabajador de la limpieza en una fabrica y, sabes, tenia que caminar por los pasillos junto con mi cubeta y mi trapeador y mis colegas del trabajo (se refiere a sus colegas mujeres) comenzaban a murmurar entre ellas acerca de mi y despues comenzaban a reirse y burlarse de mi, y para un chico esto es muy avergonzante, sabes, el que un grupo de chicas se burlen de ti por tu trabajo.

Luis: Y recuerdas que les respondiste a estas chicas? Como manejaste esta situacion?

Tony: “bueno, sabes, les pregunte que era tan gracioso para ellas y ellas me apodaban “Miss Mop” (senorita trapeador) y me decian cosas asi ya que por aqui (en su comunidad) este tipo de trabajo se considera como trabajo estrictamente de mujeres… Hay muchos hombres en la comunidad que no se atreverian a tomar estos empleos, pero a final de cuentas, para mi era una cuestion de supervivencia y eso era todo el empleo que yo tenia como la unica fuente de ingresos para sostener a mi propia familia, y pore so tome ese trabajo, pero, despues de aguantar las burlas por tres semanas decidi que ya no aguantaba mas y deje el trabajo. Ese dia volvi a casa sintiendome deprimido por todas las constants burlas que recibia durante toda la jornada de trabajo”.

En este contexto, podemos apreciar como Tony sentia que no tenia a donde ir para ayudarse ya que no solo era ridiculizado y aislado por su familia sino tambien por sus colegas femeninas de la limpieza. Tambien podemos comenzar a entender que los sentimientos de verguenza proyectados hacia los hombres jovenes no se circunscriben a la familia sino que mas bien circulan en toda la comunidad. Estas proyecciones tampoco se confinan a los hombres ya que la madre de Tony y sus colegas mujeres del trabajo de limpieza tambien se unieron para ridiculizarlo. Es importante tambien recordar que la verguenza se proyecta hacia los jovenes quienes tienen que lidiar con ello y esto los coloca en una situacion dificil en la que ellos saben que tienen que trabajar pero, al mismo tiempo, se les ridiculiza por hacer el trabajo que lograron conseguir. Podemos tambien entender las reacciones de las mujeres como el rresultado de la resonancia que el trabajo de limpieza realizado por los varones tiene para ellas y por lo tanto sus propias reacciones afectivas. En otro momento de mis entrevistas con Tony el recordaba otros incidents similares que algunos de sus amigos varones tuvieron soportar mientras trabajaban en la caja del supermercado local:

Tony:tengo amigos y si alguno de ellos es visto trabajando en la caja de algun supermercado local sera objeto de muchos comentarios y de intimidacion y de muchas cosas… A menudo los agravan diciendoles que el trabajo que realizan es trabajo de mujeres y no de hombres y a menudo les llaman tambien gays y a algunos de ellos les duele que les llamen gays. Tambien les suelen llamar “hijos de mami” trabajando en la caja, y como estos son objeto de muchos otros comentarios similares usando palabras muy rudas”

Como hemos visto, la ferocidad de estos comentarios, -segun nos recuerda el psicoanalisis- apunta a una gran carga afectiva. En otras palabras, existe una gran carga afectiva circulando en la comunidad, y para poder entender estos flujos de circulacion afectiva podriamos enternder estas cargas circulando dentro de la matriz de la comunidad. Asimismo, hemos explorado en un poco mas detalle algunas de las cuestiones que senalaba Tony , incluyendo cuestiones sobre feminidad y heterosexualidad, asi como la transmission intergeneracional del trauma.

Pero antes de hablar de esto, yo tambien intentaba entender algunos de los retos y problemas que Tony enfrentaba con su padrastro en relacion con sus intentos de liberarse de la verguenza y de lograr hacer cambios dentro de si mismo que tuviesen tambien repercussion en su relacion con los demas. Por ejemplo, yo intentaba entender porque Tony no confrontaba a su padrastro y a su familia y a otros en su comunidad dado que Tony es ahora padre de tres hijos y tiene su propia familia. Cuando le pregunte porque aun necesitaba la aprobacion de su padrastro para decidir en que tipo de trabajo desempenarse el respondio:

Tony: “ Si te soy honesto, supongo que es porque yo siempre he sido su hijo mas cercano. Yo estoy mas cerca de mi padrastro que el resto de mis hermanos y es por eso que el se ensanaba conmigo para que yo siga sus pasos para que aprenda un oficio como el suyo y que me convierta en hombre de negocios de alguna manera, pero, como te comentaba anteriormente, yo no estoy seguro de que eso es lo que yo quiero hacer de momento…. Yo preferiria mas bien poder tomar mis propias decisions y hacer lo que yo quiera hacer y no lo que otros o mis padres quieren que yo haga. Creo que en vez de estar en contra de lo que yo quiero, ellos realmente deberian apoyarme en lo que yo quiero hacer”…

Como podemos apreciar, parece que el ridiculo de que Tony ha sido objeto ha sido disenado para que el siga el camino y las decisiones que el padrastro considera que son mas adecuadas o “masculinas” y con mejores posibilidades para Tony. No obstante, yo me preguntaba tambien hasta que punto Tony me respondio de esta manera porque quizas mi propia pregunta ya implicaba que el tenia que confrontar al padrastro, y, quizas es por eso que Tony me decia que el queria encontrar su propio camino y sus propias decisiones. Sin embargo, al mismo tiempo note que Tony tambien intentaba justificar el porque su padrastro le trataba de esa forma, como un signo de lo especial que el es y de lo cercano que el esta al carino de su padrastro, -mas que por una cuestion de rechazo.

En este scenario, pareceria entonces que lo que le preocupaba a Tony era el darse cuenta de que si bien el podia ver criticamente a su padrastro, al mismo tiempo, el no era capaz de evitar el ser aislado y ridiculizado como una especie de hombre impropio o como un perdedor por parte de su familia y sus colegas. En este sentido, Tony parecia encontrarse en una situacion tipica de muchos jovenes quienes quieren seguir sus propios pasos, pero, al mismo tiempo, son presionados constantemente a traves de diversas expectativas hacia ellos de parte de sus padres.

Esta situacion tambien ejemplifica un tipo de cambio para muchos hombres jovenes como Tony, quienes en el pasado hubiesen simplemente ido a trabajar a la fundidora del acero. Sin
embargo, el conflicto para Tony es particularmente dificil por el hecho de que no solo su padrastro sino tambien el resto de su familia y sus colegas en la comunidad lo avergonzaban. Este tipo de experiencias tambien parece ser comun para otros hombres jovenes quienes se atreven a emplearse desempenando trabajo de servicios.

Como hemos visto, las maneras en que los padres transmiten a sus hijos sus propios sentimientos de perdida y de dolor y verguenza porque ya no existe industria de manufactura pesada en sus localidades tambien esta conectada con un complejo contexto en el que la falta de esperanza, la desesperacion y la pena se racionalizan y se proyectan hacia los hijos como la necesidad de sus padres de asegurarse de que sus hijos no seran objeto del mismo tipo de dificultades que sus padres vivieron despues de la suscecion de despidos masivos y de redundancias que han ocurrido en esta comunidad desde hace muchas decadas. Aun mas, la manera en que los hijos asimilan y reflexionan sobre las proyecciones de los sentimientos paternos de desesperacion tambien estan conectados afectivamente de maneras complejas con las necesidades de los propios hijos de ver en sus padres algun tipo de imagen de apoyo idealizada que de alguna manera les permita consolidar su propia masculinidad de forma que se sientan seguros y confiados.

En este sentido, puede ser dificil para los hijos el aclararse hasta que punto sus propias dificultades para encontrar trabajo y su evitamiento de trabajos que tengan que ver con la provision de servicios es algo propio de los jovenes o es mas bien el efecto combinado de las relaciones con sus padres y las expectativas de estos en relacion con el desempleo masivo en la comunidad.

Los esfuerzos por re-masculinizar a los hijos tambien puede darle a los padres un sentido de tener un proposito moral, direccion y autoridad paterna con sus hijos.

La transmission intergeneracional de aspectos de la masculinidad a traves de la verguenza y la intimidacion experimentada por estos hombres tambien involucre el reconocimiento de como estos sentimientos tambien cumplen una funcion de defender unas estructuras de genero y de division del trabajo muy rigidas, la cual se encuentra amenazada desde varios anclajes, por ejemplo el cierre de la fundidora de acero, el incremento del trabajo “femenino” y el incremento de la fuerza laboral femenina.

Todo esto puede verse tambien no tanto como una patologia individual, sino mas bien como una respuesta dolorosa y quizas no consciente de la inabilidad de esta generacion de prevenir el cierre de la fundidora de acero y de evitar la catastrofe (la cual por supuesto ellos no podian detener dado que estos cambios estan motivados por estructuras e intereses economicos y politicos muy fuera de su control). En otras palabras, lo que este estudio revela es un trauma social que afecta emocionalmente a toda la comunidad.

Nuestra idea inicial era que dado que algunos hombres mayores tenian mucha dificultad en aceptar que la industria de la manufactura pesada ya habia desaparecido, que algunos hombres jovenes, -quienes no habian experimentado en si mismos este tipo de trabajo- se podrian sentir en conflicto en relacion a la perdida de la masculinidad industrial de sus padres, y que de alguna manera los jovenes intentarian proteger esas masculinidades o ser capaces de lograr lo que sus padres no pudieron lograr. Mas tarde encontramos que este tipo de conflictos acerca del trabajo estaban en el centro de los conflictos entre padres e hijos, pero estos conflictos no terminaban alli, y en consecuencia tambien discutimos como otros en la comunidad eran igualmente muy importantes para mantener viva este tipo de masculinidad industrial para los hombres jovenes. Lo que tambien percibimos a lo largo de nuestras entrevistas fue que los padres y los hijos experimentaban mucho conflicto y ansiedad sobre la posibilidad de que sus hijos desempenasen trabajos de servicios.

Con el fin de explorar la circulacion de los aspectos intergeneracionales de la tansmision de la masculinidad industrial, quisiera retomar brevemente el punto tocado por Tony acerca de como entender que los hombres jovenes que desempenaban trabajos “femeninos y avergonzantes” tambien podian ser vistos como mujeres, como gays y como “hijos de mami”. Para entender esto, tendriamos que entender la produccion de la masculinidad como el distanciamiento de lo femenino. Por ejemplo, todos estos terminos (gays, hijos de mami, mujeres) denotan una situacion de alteridad en relacion con la masculinidad heterosexual y todos ellos tambien reflejan una ansiedad en relacion a la proximidad con lo femenino o lo feminizado. Esto tambien sugiere que lo que alguna vez se entendio como una “crisis de la masculinidad” (Kimmel 1987, Hearn 1999, McDowell 2000) posiblemente presenta esta crisis de una manera muy realista. Esto es, que presenta a la masculinidad como una especie de posesion de una anatomia masculina cuya identidad masculina ha sido amenazada por cambios a nivel laboral. Por contraste, lo que comenzamos a ver es mas bien que el problema no era un problema con lo masculino per se, sino un problema con lo femenino. De hecho, en este sentido podriamos tambien sugerir que todos estos problemas de lo masculine son de hecho problemas asociados con la proximidad con lo femenino. En las epocas en que funcionaba la fundidora de acero, lo femenino se mantenia en un espacio domestic, del cual los hombres estaban distanciados a traves de sus vidas laborales, aunque podian llegar a casa mas tarde. En otras palabras, lo que sugeriamos era que a fin de mantener los rigores del trabajo pesado y peligroso era necesario volverse “duro”. Esta dureza significaba un intent de mantener a raya cualquier aspecto que sugiriese suavidad y dependencia, lo cual podria impeder el poder sobrellear las duras condiciones del trabajo industrial. El epiteto “hijos de mami” se refiere a aquellos hombres que estan muy cerca de sus madres. Si el repudiamiento de lo femenino era necesario asi como el distanciamiento con todo aquello que pudiese considerarse cercano a esto, a fin de sobrevivir, entonces esto significa que todos los signos de debilidad deben de mantenerse al margen. Lo que proponemos por lo tanto es que el junto con las condiciones materiales habian tambien una serie de disposiciones corporals, practicas masculinas, formas de organizarse, modos de relaciones afectivas y defensas inconscientes, todas ellas disenadas para mantener una situacion que era extremadamente dificil, pero la cual tenia que ser mantenida a manera de poder sobrellevar este tipo de trabajo industrial. Como he mostrado en los extractos de las entrevistas, en el centro de la matriz se encuentra la ansiedad –ansiedad acerca de lo femenino mezclado con ansiedad acerca de la supervivencia. Dado que las madres son centrales en la crianza de los hijos y del cuidado de aquellos que son dependientes en nuestras culturas, estas dos ansiedades vienen juntas.

Asimismo, otras ideas acerca de la supervivencia y acerca de la ansiedad de aniquilacion tambien pueden relacionarse con experiencias de la vida temprana. En este sentido, lo que intentabamos entender era una serie de practicas historicamente producidas y de defensas que se vuelven normativas en un contexto historico en el cual su aparicion era necesaria para el sentimiento de la posibilidad de supervivencia y el cual puede a su vez llevar a la produccion del sentimiento de orgullo en la dureza sostenida, de la cual podemos ver ejemplos en las demandas de incrementar la productividad asi como en la participacion exitosa en actividade
s de militancia de gremio laboral y politica y en actividades de resistencia. Al decir esto, no quiero desestimar estas muy importantes victorias o resistencias ni tampoco patologizar o psicologizarlas. Mas bien, sentiamos que era necesario el entender las dificultades y las ansiedades que se relacionan con el sobrellevar con condiciones laborales muy dificiles – y a veces practicamente casi imposibles- durante 200 anos, esto es, las experiencias de explotacion, a fin de entender lo que los hombres jovenes intentan decirnos en el presente.

El contexto del nuevo mundo del trabajo requiere mucho mayor proximidad con lo femenino, con sus nociones de servicio ( y de hecho con salarios mas bajos!) en un contexto historico en el cual se da un cambio de distanciamiento de la masculinidad machista hacia una vision diferente de lo masculino y las masculinidades. Obviamente, esta forma de masculinidad industrial ha oprimido a muchas mujeres durante siglos, pero lo que pienso es que no ganariamos mucho patologizando o des-historicizando a esta masculinidad. Lo que pensamos que se necesita es el entenderla como una forma de masculinidad que es historicamente especifica. Para entender esto, hemos sugerido que hay que entender que conlleva una enorme carga energetica la cual he intentado explicar con los usos de la idea de lo femenino en la produccion de la ansiedad acerca de la dependencia las cuales se van construyendo de maneras muy solidas en practicas las cuales aun cuando la misma razon de estas practicas en el mundo del trabajo industrial ya no estan presents, es mas bien su carga afectiva, o lo sabido-no pensado (siguiendo a Bollas, 1987) lo que se ha convertido en el patron de sosten de la comunidad, como su matriz. Si esto se proyecta hacia los jovenes entonces esto llega al centro de la comunidad. En este contexto, los hombres jovenes son el blanco vulnerable en la cuspide de la adultez –cuando estos intentan liberarse de sus familias. Lo que es importante entender por consiguiente es acerca de la transmission de estas ansiedades hacia la siguiente generacion. Esto ha sido descrito – en terminos clinicos- como la transmission intergeneracional del trauma. Por consiguiente, sugerimos que los hombres jovenes no estan avergonzados en si mismos, sino que a ellos se les lleva a a ocupar el lugar de la verguenza, un lugar que se transmite a traves de los intentos de las previas generaciones de aferrarse al trabajo industrial y a sus masculinidades (lo cual a menudo se expresa a traves de pena no resuelta y de anoranzas melancolicas) a traves de varias frustraciones, redundancias, cierres laborales y su efecto en los hijos de estos hombres.

En su articulo Lamento y Melancolia, Freud (1917) intentaba entender las maneras en que se podia entender los efectos de la perdida y de las neurosis de guerra. Dentro de esto, el proponia que la idea de la profunda pena no resuelta estaba causada por la imagen internalizasa del sobreviviente sobre la imagen de la persona difunta la cual se fusionaba con la del sobreviviente, y luego el sobreviviente cambiaba el enojo inacceptable hacia la persona difunta en una nueva imagen del self mas compleja. Mas tarde, Judith Butler (1997) tambien ha re-leido este mismo articulo de Freud a fin de proponer una lectura del desarrollo del genero heterosexual como melancolia. Butler argumentaba que la identificacion de genero se basa en y es la expresion del abandono de la eleccion de objeto del mismo sexo (por ejemplo, los padres del mismo sexo como los primeros objetos de amor). Algunas de las implicaciones de esto significan que tal cierre interrumpe nuestra inherente bisexualidad de tal forma que la identificacion con la heterosexualidad expresa solo un aspecto de nuestra sexualidad. Lo que se pierde o se reprime a traves de la formacion temprana de una identificacion heterosexual es la perdida de las posibilidades, la perdida de lo que pudo haber sido. Para Butler, este proceso representa una perdida de posibilidades que generalmente no se reconoce en nuestra cultura. Butler tambien sugeria que la cultura heterosexual crea una dicotomia entre el macho y la hembra y entre lo masculine y lo femenino, dictando asi que lo que uno puede “ser” y lo que uno puede “tener” son diferentes (Jay, 2007). De esta manera un nino deberia desear lo femenino y ser lo masculine; para el, la identidad de genero se basa en el cierre del deseo de otros hombres. Dado que en la infancia temprana los apegos homosexuales en los hombres heterosexuales no se llegan a lograr, de la misma manera tampoco se llegan a perder. De esta manera, la re-lectura que Butler hace sobre las ideas de Freud de la nocion de la melancolia como expression del genero heterosexual tambien resonaba con nuestros datos y hallazgos de investigacion, aunque de una manera diferente. Podiamos argumentar que para los hombres jovenes estos miedos y sus reservas asi como el avergonzamiento y la intimidacion que producen, tambien constante e indirectamente enfatizaban la presencia de conflictos de genero, que, en su momento, luego generan una liga inconsciente con la heterosexualidad dado que la creciente proximidad con lo femenino compromete y cuestiona toda su orientacion sexual.

Como he intentado ilustrar, estos connflictos de genero que son compartidos colectivamente pero que no se reconocen como tales generan entonces conflictos que no pueden lamentarse o resolverse, creando de esta manera otra liga inconsciente entre la heterosexualidad y la melancolia. Es en este contexto que Butler (1997) ha sugerido que la heterosexualidad es un compromiso melancolico y como el el genero es un sintoma de esta melancolia.

Desde la perspectiva de la historia que les he relatado, pareceria que el cierre de la fundidora de acero representa el ultimo en una larga trayectoria de sufrimiento sobre el trabajo y la familia que tiene su propio complejo impacto afectivo. Como mencionaba anteriormente, las mujeres eran vistas como el soporte emocional de la comunidad y, como hemos sugerido en otras publicaciones (Walkerdine & Jimenez 2012) que el lugar de las mujeres proveia para muchos con un sentido de seguridad ontological la cual aseguraba a su vez el sentido de la posibilidad de la continuidad del ser y como una defensa contra los temores de aniquilacion que pudieron haber sido endemicos en una comunidad acosada con pobres y peligrosas condiciones de trabajo.

Lo que caracteriza a la mayoria del trabajo clinico sobre el trauma es la tipica mirada psicoanalitica que explora no mas alla de del desarrollo individual y las relaciones con los padres, pero, lo que nos interesaba en nuestro studio, era el entender las maneras en que tales complejas dinamicas inconscientes de genero pueden operar como esfuerzos freneticos para recuperar una connexion social cerrada de nuevo en existencia. Davoine & Gaudilliere (2004) han discutido estos dinamicas socio-historicas en terminos de las maneras en que las ligas sociales se convierten en un aspecto central de la mcrohistoria que conlleva, conecta y forma lo social. Si la liga social se rompe, entonces la conexion no puede ser mantenida y la liga entra las generaciones se pierde. El intentar recuperar un sitio en la historia, obviamente no se reduce a mera adaptacion social o a conformidad social. Involucra mas bien la inscripcion de una verdad disociada, una experiencia “sabida-no-conocida” (unthought known –Bollas, 1987), que se llega a conocer a traves de impresiones que se han disociado y del despertamiento de un sujeto de la historia (lo cual no tiene que ver con el sujeto desubjetivizado del materialism historico). Estos procesos no operan simplemente con experiencias reprimidas, sino mas bien con experiencias encarnadas, asimiladas por el cuerpo pero incapaces de ser
llevadas al pensamiento. Pero el hecho de que no puedan ser pensadas no significa que no puedan ser transmitidas. Estos procesos pueden ser experienciados, como en los ejemplos de los extractos de las entrevistas que cite en esta presentacion. Lo que quisiese finalmente enfatizar es la centralidad de la historia para poder entender lo que puede transmitirse a traves de generaciones aun cuando no se pueda hablar de esto verbalmente. Tambien quisiera sugerir que lo que estos hombres jovenes y sus familias y los habitantes de estas comunidades estan tratando de comunicar es algo de gran importancia para ellos y para nosotros. Tambien quisiera enfatizar que estas complejas situaciones deben ser atendidas –no tanto como una cuestion de casos clinicos individuales- sino mas bien el reconocer su contexto historico y social asi como su evolucion si es que se pretende que cualquier intent de intervencion de regeneracion funcione para estas personas.
Muchas gracias.

 

 

Shame, Embarrassment and Melancholia amongst Unemployed Young Men and their Fathers: A Psychosocial Approach to Social Catastrophe and Intergenerational Trauma

Paper presented on October 11th 2012 at the XVII International Forum of Psychoanalysis (Mexico city).

Luis Jimenez, MD., MSc. Dip. Psy. PhD.

University of East London, UK.

Keywords: unemployment; service work; masculinities; shameful work; melancholia; working class male identities; psychoanalysis, psychosocial methods; intergenerational trauma, traumatic loss, social catastrophe

This paper explores psychosocially (Hoggett P., Beedell P. Jimenez L., Mayo M., & Miller C. ,2010) young unemployed men’s resistance to work they describe as ‘embarrassing’ and ‘feminine’. The contexto is the closure of a steelworks in a town in the South Wales valleys, in which their resistance is mediated by father–son relationships that dictate what counts as proper manly work. In this study, young men, as well as their mothers and (where possible) their fathers, were interviewed. The interviews reveal a community suffering the effects of intergenerational trauma and riven with complex feelings about masculinity and femininity. These feelings are projected onto the young men, who feel bullied and shamed by their families, peers and others in the community because they are unable to find gender-appropriate work. The implications of these findings for understandings of youth male unemployment are considered.

The aim of this paper therefore is to think about the complex circulations of masculinity and femininity within the community during the era of the steelworks and to contrast this with the shifts necessary to accommodate the post-industrial new work situation. The psychosocial impact on the male worker identities after the loss of work for these ex- steel workers can be seen as a “social catastrophe” which is defined by psychoanalysts Davoine and Gaudilliere (2004) as a historical event which has catastrophic consequences for those at the receiving end of it. Although local conditions may mean that the fear, pain and anxieties produced by that event cannot be experienced immediately because of the need to survive and the defences brought into play to achieve this. Davoine and Gaudilliere argue that such anxieties might be transmitted silently across generations (e.g., intergenerational traumatic loss) so that the one who embodies the memory may not even know what the anxiety is that is being experienced and those who experienced it may be unable to talk about it. While Davoine and Gaudilliere’s work focuses on war, it seems relevant to place the closure of the steel works into this category because iron and steel production had been the centre of the community since the late 18th century and while the community had faced its share of redundancies, disasters and other problems, the closure of the steelworks could be understood as having a catastrophic impact on a town which depended upon it and which was in a geographical location in which other work was not easily reached. Besides this, the nature of available work changed. Basically, there remained in the area almost no heavy industry. Thus, men who had relied on the works and who had a history of poor school performance and even illiteracy, had nowhere to turn for similar work. Most of the work available to young men leaving school at 16 with no qualifications and poor literacy levels these days is unskilled service work, mostly in supermarkets, cleaning and food delivery (e.g. pizzas). The story I want to tell here relates to the ways in which the conversations with the young men and their families, taken together with insights derived from the earlier fieldwork, begin to present a complex situation in which the difficulties faced by the young men is shown to be related to pain and shame experienced by older men and others in the community about the inability to do ‘proper masculine’ work.

An example of this type of situation comes from an interview with Tony, 24, who is already a father of three children and who has neither school nor work credentials. He tells me about his difficult experiences with his step father when he took on a pizza delivery and a cleaning job:

I was once a delivery driver for Dominos Pizza. I don’t know whether you seen the uniform you got to wear cream trousers, a red t-shirt, a baseball cap, a bum bag and things like that and he (his stepfather) found that, well embarrassing. Urm you have to wear the full outfit you had a Dominos Pizza belt, and everything,.. If I was out doing a delivery, and he spotted me, he would purposely make out he didn’t see me like, not be seen talking to me basically because of what I was wearing and what I was doing like.. I then offered my brothers a lift home in the car and they all refused to get in the car with me and said, you look like an idiot basically, you know, what the hell are you wearing? You look a fool looking like that, and that was the attitude they had, they wouldn’t get a lift home with me like, because of what I had to wear… They used to laugh all the time and they never once went to the shop as long as I worked there. I don’t know whether it was embarrassment or what they never showed their face at the shop, never once. Everybody, not just my father and my brothers but my mother too, they all used to laugh when I would go up in what I had to wear, that uniform, and my friends also used to laugh at me… My mother did say to me once, you know they are all taking the mickey out of your stepfather because of what you are doing, so basically get a proper job, my mother was basically saying… If I went to his house, like he’d go, you know, he’d go to the pub or something, you know he would go out to the pub every time I went there for a couple of weeks, as if he was physically embarrassed about, you know, too embarrassed to talk to his own son like or to be seen with me, and then I had to quit that job, and once I did that then he was back to normal, you know he’d stay and he would talk to me again and he’d say like come to the pub with us…

This painful story struck me forcibly. In Tony’s way of telling
the story, all of his family gang up on him to ridicule and embarrass him about the work and the uniform. So what he feels that he experiences is their shame at his work and his appearance, so much so that they will go out of their way not to be seen with him. Shunned, it seems by the whole family, he gave up the work. However, the kinds of jobs that the family appears to want him to get are no longer available, so we are left to wonder if they would actually have preferred him to be unemployed, a situation which he was trying to avoid in order to support his own young family. It seems as though he is caught in a pincer action but the pressure must have felt intense to give up the job rather than have the work, poorly paid as it doubtless was.

But in the next extract we see that Tony fared no better in another job he tried, working as a contract cleaner.

Yeah, once I was working as a cleaner on the factory floor and you know I had to walk past with a bin or perhaps a mop and bucket and you know they (female colleagues) would start talking to each other and laughing at me and things like that like, you know. Yeah, it was quite embarrassing for a boy; you know to be laughed at by a bunch of girls.

Luis:

So can you remember, what did you say to those girls? How did you handle that?

Tony:

Well you know, I asked them what was so funny like and they were saying Mrs Mop and things like that and calling me names and you know, so well like I say basically round here it is classed as a woman’s job being a cleaner and things like that, they class it strictly as a woman’s job. There is lot of boys as myself that wouldn’t apply for that kind of job again, and I know a lot of friends who wouldn’t even think about applying for that kind of job, but at the end of the day it was all that was going on, and I had to bring in money for my family and I took it, but you know, three weeks I stuck it out for and I couldn’t take no more. I was going home and feeling depressed you know because people were laughing at me and aggravating me all day for eight hours.

We begin to see how Tony feels that there is nowhere to turn because he is not only shunned by his family, but by women cleaners to whom he is not related. We can begin to understand that the feelings of shame projected onto the young men are not simply confined to his family but are circulating around the community itself. Nor are they confined to men – his mother and female workmates also join in the ridicule. It is important to understand what is happening in the town that this shame is projected onto young men who have to bear the brunt of it and thus are placed in a kind of catch 22, where they need work but are ridiculed for taking the work that they can get. We can understand the women’s reactions as the result of the resonance the young man doing cleaning had for them and therefore their own reaction to it.

Later on in the interview, Tony recalls other similar incidents that some of his male friends had to face whilst working in the checkout in their local supermarket:

I’ve got friends and if they see a boy working on the checkout in the local supermarket they kind of like call him all the sort of things, call him names and bully him. Like call him a woman and things like that and say you are doing a woman’s job, you know. It is not a man’s work it is a woman’s job like, that is the way they see that kind of job, a woman’s job like. They bully them and aggravate them. I know people who have and they tend to call them like gay and things like that you know and to some people it hurts being called that like. You know they call them a gay and mammy’s boy working on the till and you know, there are a lot of things that they do say and a lot of it is using bad language like and not so polite words…

We begin to understand the ferocity with which the shaming is emerging. If it is so ferocious, psychoanalysis tells us, there is a very large affective and energetic charge. In other words, there is a great deal going on, circulating toxically around the town. In order to understand this circulation within what we could call the community matrix, we will explore further the issues raised by Tony, including issues of femininity and heterosexuality, as well as thinking about the intergenerational transmission of trauma. However, first of all, let us try to understand what Tony’s struggles with his stepfather tell us about the difficulty faced by young men like Tony in breaking free from the shame and bringing about a change for themselves and others.

I was struggling in the interview to understand why Tony didn’t stand up to his father, family and others, given that he had his own family. So, I asked why he still needed the approval of his stepfather when deciding what job to take, he replied:

I think it’s because like I’ve always been his, like his closest son, really to be honest, I’m closer to him than the rest of my brothers and that’s why he’s sort of like picking on me to then follow him in his footsteps sort of thing and learn a trade like he has, and become a business man in that kind of way but, like I said yesterday, I’m not sure if that’s what I want to do at the moment. I would rather make my own decisions, do what I want to do, not what others and my parents want me to do. I think instead of being against what I want to do, they should support me really in what I want to do.

So it seems that the ridicule may be designed to force Tony to follow a path which his stepfather feels is not only more manly but with better prospects, but, perhaps it is because I asked a question which implied that he needed to stand up to his stepdad, that he tells me that he wants to find his own way, but he also tries to understand his particular treatment of him as a sign of specialness, closeness and love, rather than rejection. Thus, what seemed to be troubling Tony was the realisation that, although he could be critical of his stepfather, at the same time, he could not, at this moment, avoid being isolated from his parental family and by implication being isolated and ridiculed as an improper man or a loser by his local peers. So, Tony is caught in a pincer movement, one typical for young people, in which they wish to follow their own path, but are pushed and pulled by different parental expectations. This in itself marks a shift for young men like Tony in Steeltown, who would previously have gone to the works and there may well have been no question of their trying to do something different. But clearly here the conflict is extremely hard for Tony to bear, perhaps, not least because it is not only his stepfather who is shaming him, but, it seems, his entire family and other members of the community, an experience, so we hear, that is very familiar for young men, who indeed reinforce it by ganging up on anyone who dares to do service work.

As we have seen, the ways in which fathers transmit to their sons their own difficult feelings of loss pain and shame that there is no longer manly manufacturing work, get enmeshed in a complex contexto of disappointment, lack of hope, despair and grief that then gets rationalised and projected to their sons as the need of fathers to make sure their own sons will not be subject to the same difficult experiences that their own fathers have experienced after the succession of redundancies that have taken place over many decades in the community. Furthermore, the way in which the sons assimilate and think about their own fathers’ projected feelings of
despair are also connected in complex affective ways with the sons’ own needs to see in their fathers some kind of idealised strong supportive image that would also serve to consolidate their own masculinity and would make them feel safe. In this contexto, it can be difficult for the sons to disentangle the extent to which their own difficult struggles in trying to find jobs and their avoidance of service work belongs to them or is a combined effect of the relationship with their fathers’ own difficult past and the associated expectations and values in relation to massive unemployment in their community.

The struggle to re-masculinize their sons might also give the fathers a further sense of moral purpose, agency and paternal authority.

The intergenerational transmission of aspects of masculinity through shame, embarrassment and bullying experienced by these men thus entails recognizing the way in which these feelings defend a very rigid, gendered division of labour that is under threat from all quarters: the closure of the steelworks, the rise in ‘feminine’ work and the larger female workforce.

This in turn can be understood not as some individual pathology but as a painful and perhaps not conscious response to the inability of this generation to prevent the closure, to stop the catastrophe from happening (which of course they could not, it being driven by economic and political forces quite outside their control). In other words, What this work reveals is a social trauma which emotionally affects the entire community.

Our first idea, was that because some older men had understandably great difficulty in accepting that manufacturing work had really gone, some young men, who had themselves not experienced this work, may feel conflicted about the lost industrial masculinity of their fathers and in some ways may be trying to protect that masculinity or to be able to embody what their fathers could no longer do. Conflicts around this work did turn out to be at the heart of conflicts between fathers and sons, but they did not end there and so we will also discussed how others in the community were just as important in keeping this sense of masculinity alive for the young men. What we gradually learned from our interviews was that fathers and sons were experiencing considerable conflict and distress over the sons’ taking up of service work.

To further explore the circulation of the intergenerational aspects of the transmission of hard masculinity, I also want to turn to the point made by Tony about the way young men who undertook feminine and embarrassing work could be understood as women, gays, or mammy’s boys. In order to understand this we would then explore the production of masculinity as distance from the feminine.

All these terms are “other” to heterosexual masculinity and all demonstrate an anxiety with proximity to the feminine or the feminised. This suggests that what has been hailed as a ‘crisis in masculinity’ (Kimmel, 1987; Hearn, 1999; Mc Dowell, 2000) possibly presents this crisis in too realist a way. That is, it presents masculinity as a possession of an anatomical male, whose masculine identity has been threatened by changes in work.

What we begin to see here is rather that the problem is not a problem with the masculine per se, but a problem with the feminine. Or, indeed, we could argue that all problems of the masculine are indeed problems associated with proximity to the feminine. These three terms appear to articulate the problem as concerning too much proximity to, or not enough distance from, the feminine. This suggests to us that the problem is not the work per se but the proximity to the feminine it represents, which must be repudiated at all costs. In the days of the steel works, the feminine was kept in a domestic space, from which men were distanced by their working lives, but could always come home to. In other words, what we are saying is that in order to withstand the rigours of heavy and dangerous work, it was necessary to become ‘hard’. This hardness meant an attempt to keep at bay all aspects of softness and dependency, which might impede withstanding the harsh conditions. ‘Mammy’s boys’ are of course boys who are close to their mothers. If repudiation of the feminine was necessary and the pushing away of all that might be considered close to it, in order to survive, then all signs of weakness must be kept at bay. What we are proposing therefore is that alongside the material conditions there were sets of bodily dispositions, manly practices, ways of organising, modes of affective relations and unconscious defences, all designed to maintain a situation which was extremely difficult, but which had to be maintained in order to withstand the work. As we have shown in the interview extracts, at the heart of this matrix is anxiety – anxiety about the feminine mixed with anxiety about survival. Since mothers are central to the raising of children and to the nurturing of dependent beings within our culture, these two anxieties come together.

Similarly, ideas about survival and annihilation anxiety can be related to early experience. In this instance, we are attempting to understand a set of historically produced practices and defences which become normative in a historical contexto in which their appearance is necessary to the feeling of the possibility of survival and which can ultimately lead to the production of pride in the hardness sustained, which we can find in demands for increased productivity as well as successful union and political militancy and resistance. I am not wishing to undermine these very important victories or resistances, nor to pathologise or to psychologise them. But I feel that it is necessary to understand the difficulties and anxieties which relate to the coping with difficult (or perhaps we should say almost impossible) work conditions for 200 years, that is the experience of exploitation, in order to understand just what the young men are telling us in the present.

The new work contexto available to them demands much greater proximity to the feminine, with its notions of service (and indeed low pay!) in a historical contexto in which the shift away from a macho masculinity towards a different view of the masculine. Of course, this form of masculinity has indeed oppressed women for many centuries but it is our view that nothing is helped by its pathologisation or dehistoricisation. What is needed is to understand it. It is a form of masculinity which is itself historically specific. To understand this, we suggest, we have to understand it as having an enormous energetic charge, which we have explained by use of the idea of the place of the feminine in producing anxiety about dependency built so strongly into practices that even when the reason for the practices in the form of the works are gone it is the affective charge, the ‘unthought known’ (Bollas, 1987) which has become the community’s holding pattern, as its matrix. If this is a projection onto the young men, it hits home. The young men are a vulnerable target, at the cusp of adulthood – struggling to break free of the family. What we need to understand therefore is about the transmission of these anxieties to the next generation. This has been described in clinical terms as the intergenerational transmission of trauma.

We suggest then that it is not the young men who are ashamed, but that they are made to keep the place of shame, a place passed down through the attempts of the previous generation to hang onto work and masculinity (often expressed thorough unresolved grief and melancholic longings), through various setbacks, redundancies,
closures and its effect on their sons.

Freud’s (1917) paper «Mourning and Melancholia», was an attempt to understand ways of dealing with and understanding the effects of loss and war neurosis. Within it, he proposed the idea that unresolved grief was caused by the survivor’s internalized image of the deceased becoming fused with that of the survivor, and then the survivor shifting unacceptable anger toward the deceased onto a new complex self image. Judith Butler’s (1997) has also re-read Freud’s mourning and melancholia in order to produce an understanding of heterosexual gender development as melancholy. Butler has argued that gender identification is founded on, and is the expression of, forsaking the same-sex object choice (e.g. parents of the same sex as the first love object). Some of the implications of this mean that such a closing-off interrupts our inherent bisexuality such that identification with heterosexuality expresses but one aspect of our sexuality. What is lost or repressed through the early formation of a heterosexual identification is the loss of possibilities, the loss of what could have been. To Butler, this process represents a loss of possibilities that is generally unacknowledged in culture. Butler also suggests that heterosexual culture creates a dichotomy between male and female, and between masculinity and femininity, dictating that what one can “be” and what one can “have” are different (Jay, 2007). Thus, a boy ought to desire the feminine and be the masculine; for him, gender identity rests on the foreclosure of desiring men. Because early childhood homosexual attachments in heterosexual boys are never quite realised, they are quite never lost. Thus, Butler’s re-reading of Freud’s notion of melancholia as heterosexual gender also resonated, with our data, although in a different way. It could be argued that for the young men these fears, reservations and the shaming and bullying that they produced, also constantly indirectly highlighted the presence of conscious gendered conflicts that, in turn, create an unconscious tie with homosexuality because the increased proximity to the feminine compromises and questions their whole sexual orientation. As we have outlined, collectively shared but unavailable to be acknowledged gendered conflicts cannot easily be mourned or resolved, thus creating an unconscious tie between heterosexuality and melancholy. It is in this contexto that Butler (1997) has reckoned that heterosexuality is a melancholic compromise and how gender is a symptom of this melancholy.

From the history that we have recounted, it seems that the closure represents the latest in a long line of work and family related suffering, which has its own complex affective impact. As I mentioned earlier, women were seen as the emotional bedrock of the community and we have argued elsewhere (Walkerdine & Jimenez 2012) that the place of women provided for many a sense of ontological security and safety, assuring the sense of the possibility of continuity of being and a defence against fears of annihilation that may have been endemic in a community beset with dangerous work in poor conditions.

What characterises most clinical work on trauma is the typical psychoanalytic gaze which wanders no further than individual development and parental relations, but what we were interested in was the way in which such complex unconscious gendered dynamics can operate as ‘a frantic effort to bring a foreclosed social connection into existence’. Davoine and Gaudilliere (2004) have discussed these socio-historical dynamics in terms of the way in which the social link becomes a central aspect of a micro history which conveys and connects, forming the social. If the social link is broken, then a connection cannot be maintained and the link across generations is lost. Regaining a foothold in history, obviously, is not reducible to adaptation to social conformity. It involves the inscription of a dissociate truth, an “unthought known” (Bollas, 1987), known through impressions that have been split off and the awakening of a subject of history (having nothing to do with his de-subjectivized homonym of historical materialism).

These processes do not simply operate with repressed experiences, so much as embodied, known by the body but unable to be brought to thought. Just because these cannot be thought does not mean that they are not transmitted. They can be enacted, just as in the interview examples I have described above. The lesson we want to draw here is the centrality of history for understanding that which might be transmitted down generations even if it cannot be spoken. We suggest that the young men and their families and fellow townspeople are trying to communicate something of great importance to each other and to us. I also argue that these complex issues must be addressed -not just as an individual clinical issue, but rather to acknowledge its social and historical contexto and evolution for any possibility of regeneration to work.

Keywords: unemployment; service work; masculinities; shameful work; melancholia; working class male identities; psychoanalysis, psychosocial methods; intergenerational trauma, traumatic loss, social catastrophe.

 


 

References/Referencias

Bollas, C. (1987) The Shadow of the Object: Psychoanalysis of the Unthought Known. London: Free Associations.

Butler, J. (1997).” Melancholy Gender/Refused Identification”. In: The Psychic Life of Power, pp.132–50. Palo Alto, CA: Stanford University Press.

Davoine F., & Gaudilliere, JM. 2004. History Beyond Trauma: Whereof One Cannot Speak, Thereof One Cannot Stay Silent. New York: Other Press

Freud, S. 1917. “Mourning and Melancholia”. In: The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, vol. XIV (1914–1916), 243–58. London: Hogarth Press.

Hearn, J (1999) A Crisis in Masculinity, or New Agendas for Men? New Agendas for Women. London: Palgrave Macmillan

Hoggett P., Beedell P. Jimenez L., Mayo M., & Miller C. (2010) “Working Psychosocially and Dialogically in Research” Psychoanalysis, Culture and Society, 15, 173-188 (10 June 2010) .DOI:10.1057/pcs.2009.36

Jay, M. 2007. “Melancholy Femininity & Obsessive Compulsive Masculinity: Sex Differences in Melancholy Gender”. Studies in Gender and Sexuality 8, no. 2: 115–35.

Jimenez L., & Walkerdine V. (2011) “Shameful Work: a Psychosocial Approach to Father/Son Relations, Young Male Unemployment and Femininity in an Ex-steel Community”. Psychoanalysis, Culture and Society. 2011/07/28/online DOI: 10.1057/pcs.2011.14

Jimenez, L. & Walkerdine V. (2011) “A Psychosocial Approach to Shame, Embarrassment & Melancholia amongst Unemployed Young Men and their Fathers”. Gender and Education, Vol.23, No.2, March 2011, 185-199. ISSN 0954-0253 print ISSN1360-0516 online. DOI: 10.1080/095440253.2010.490202

Kimmel, M (1987) “The Crisis of Masculinity in Historical Perspective” in: Brod NH (ed). The Making of Masculinities: The New Men Studies. New York: Routledge.

Mc Dowell, L. (2003) Redundant Masculinities? : Employment Change and White Working Class Youth. Oxford: Blackwell

Walkerdine V. & Jimenez L. (2012) Gender, Work and Community after De-Industrialisation: A Psychosocial Approach to Affect.
Palgrave Macmillan. ISBN: 9780230247062