(Primera Parte)
“Los métodos de la ciencia natural no captan todo lo que merece la pena saber, ni siquiera lo que más vale la pena: los últimos fines, que deben orientar todo dominio de los recursos de la naturaleza y del hombre”. Hans- Georg Gadamer (1)
Una Introducción anecdótica.
El día 22 de Octubre de 2010 en el Mégaron (Μέγαρον) de Atenas tuvimos ocasión de asistir a un espectáculo repetitivo en el mundo psicoanalítico. Dos psicoanalistas son invitados a hablar de un tema en común para ver distintos puntos de vista y, teóricamente enriquecer y provocar un debate con el resto de los asistentes. El lugar era uno de esos grandes auditorios que encontramos en cualquier ciudad del mundo, pero el nombre, Mégaron, le daba al acontecimiento un plus inquietante y reverencial. Incluso, parece ser que la propia Kristeva hizo alusión a los Misterios de Eleusis y pudimos saber a posteriori , que nos encontrábamos en una suerte de Telesterion, donde se sentaban los iniciados en los misterios para participar en los rituales y en el centro estaba el Mégaron, donde sólo podían acceder los hierofantes para realizar los ritos más secretos.
Daniel Stern es un prestigioso psicoanalista con múltiples publicaciones, muy centrado en la clínica como referente fundamental, mientras Julia Kristeva es alguien de la cultura, que utiliza el psicoanálisis en su vertiente cultural y crítica. De ella dijo Sokal que “Desde luego, sus frases tienen más sentido que las de Lacan, pero en lo que respecta a la superficialidad de su erudición, incluso le supera” (2). La animosidad contra la cultura crítica en Alan Sokal es evidente y, siguiendo su estilo podríamos decir, injustamente que, desde la estrecha ventana de su universidad solo llega a contemplar el verde pasto, idílico y vacío de la naturaleza.
Como modernos hierofantes ambos psicoanalistas se prestan a comenzar el ritual de la transmisión del saber y el consiguiente debate. Pero algo ocurre, como siempre tras las primeras palabras de los contertulios y que dificulta el debate. Uno de ellos cuestiona la identidad psicoanalítica del otro o, en otros casos, como al que asistimos, se expresa una perplejidad descalificadora: “el Dr. Stern y Yo – dijo J. Kristeva- como psicoanalistas tenemos en común el color azul de nuestros chalecos”. A lo que D. Stern mostró su jersey azul, que tenía en el asiento, ante el regocijo de los asistentes. *
Ahí comenzó una discusión de sordos que dividió al auditorio en dos distintas simpatías: la que se identificaba con un discurso empírico, clínico, donde hay un deseo de curar, donde el psicoanálisis se presenta en su vertiente más terapéutica, esto es, un psicoanálisis a la americana (del Norte) y, el psicoanálisis de la cultura, de la estructura, de los referentes hermenéuticos, con aromas lacanianos, donde en primer plano está toda una problemática de la simbolización como fundamento de la subjetividad, esto es, un psicoanálisis a la francesa.
* Agradezco a los compañeros del Centro Psicoanalítico de Madrid, Esteban Ferrandez y Miguel Angel González la valiosa versión que sobre esta anécdota , en la que estuvieron presente, me hicieron llegar.
Esta referencia geográfica le es muy querida a A. Green a pesar de reconocer el carácter universalista del psicoanálisis. Pero “esta repartición geográfica –dice Green refiriéndose a Europa y America- dio nacimiento a un conjunto de movimientos analíticos que no escaparon a la impronta de las mentalidades propias del suelo que los vio crecer (…) hay un psicoanálisis europeo( Londres y Paris…) distinto del que se ejerce en otras zonas del globo(…) puede decirse que las divisiones geográficas siguen siendo marcadas, y ahora crean importantes problemas de comunicación entre analistas. He aquí pruebas indiscutibles de la influencia de la cultura en el psicoanálisis…”(3)
Importancia de la geografía pero, como todas las simplificaciones, incluso geográficas, no sirven, siquiera, para acercarse a la complejidad que la anécdota ilustra. Tampoco los dos autores reflejan en su totalidad esa dicotomía que ya empezamos a apuntar como responsable del título del trabajo: un psicoanálisis de lo empírico o un psicoanálisis hermenéutico, esto es ¿un Psicoanálisis o dos?
Las presentaciones de ambos autores se diferenció desde el comienzo. Stern presentó algo clínico, centrado en una practica concreta, que presenta una actitud de contención hacia una joven madre que incluye, incluso, el acercamiento físico. Kristeva presenta un trabajo teórico que indaga en la sexualidad femenina después de la maternidad. En torno a esa nota sobre la contención que presenta Stern surge la diferencia y la imposibilidad de cualquier discusión. La antipatía mutua se hace sentir y nos recuerda aquella afirmación de Kohut negándose a discutir con Kernberg porque sólo discutía con personas con las que tenía amistad. Las posiciones emocionales y los prejuicios no son un tema menor en las crisis del psicoanálisis porque constituyen una dimensión básica de la subjetividad. En las ciencias naturales la subjetividad se doblega ante la evidencia: en el ejemplo que nos pone Etchegoyen (4) sobre la divergencia entre Cajal y Koellicker, éstas se saldaron ante la evidencia que mostraba el microscopio: la neurona y el axón se continuaban. No hay evidencias de esa clase en el psicoanálisis, entre el dato y el observador hay una teoría, no un microscopio. Y una teoría arrastra, al menos en psicoanálisis, una ideología.
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La crisis del psicoanálisis ha sido un tema recurrente a lo largo de la historia lo que hace que algunos no se lo tomen en serio. Podríamos pensar que fueron momentos críticos los que le llevaron a Freud a cambiar de forma bastante esencial tanto sus postulados teóricos como prácticos: el cambio del trauma real a la fantasía inconsciente, fundada en el deseo; la pulsión como concepto central del psicoanálisis; la introducción del narcisismo como vuelta a un psicologismo del que se había alejado durante todo el periodo anterior; la elaboración de los yos, origen de divergencias aun no superadas y la elaboración del instinto de muerte, organizador de una práctica que aleja al psicoanálisis de toda psicoterapia.
En cualquier caso, crisis que abarca desde la crítica posible ,no sólo a los aspectos epistemológicos que desde Nagel (5 ), e incluso antes, dejaban al psicoanálisis en una situación sospechosa, sino una crítica al propio desarrollo de las instituciones psicoanalíticas, a sus formas de enseñanza, a la estructura piramidal de las instituciones, a la autoridad, que entre nosotros se denomina carismática y también y ,no menos importante, a los errores históricos que apartaron al psicoanálisis de su inclusión en el mundo de la ciencia a través de la Universidad, naturalmente. Así pues, dos niveles de la crisis, una que atañe a la doctrina y al método y otra que podríamos denominar histórico institucional.
Crisis epistemológica del Psicoanálisis: una crisis de origen.
La situación actual del psicoanálisis nos permite afirmar que nos encontramos en un momento de delimitación de prácticas y fundamentos teóricos que parecería que indican la existencia de dos psicoanálisis: uno que llamaremos científico o positivista o empírico y otro que denominaremos hermenéutico o cultural.
En la obra de Freud encontramos los fundamentos de ambas orientaciones, que giran en torno a la problemática de causa y sentido y cuya unión constituye todo el esfuerzo de la metapsicología freudiana.
Con el correr del tiempo un psicoanálisis profundizó en el camino de la cientificidad, en los estudios de verificación causal acercándose cada vez más a lo que desde antiguo se denominó ciencia natural. El otro se orientó y profundizo en las denominadas ciencias del espíritu. El que nos encontremos más de cien años después de La interpretación de los sueños en esta situación no nos obliga a pensar únicamente en el fracaso de la metapsicología freudiana, sino en los irreductibles campos del conocimiento humano, el de la naturaleza y el de la cultura, el del cuerpo y el de la mente. De nuevo, lo que apresuradamente se denominó el Error de Descartes, debemos volverle a su lugar con la Verdad de Descartes. (6 )
La confusión que impera en ocasiones y la dificultad de presentar una teoría coherente se debe a la mezcla que desde los comienzos intentó el psicoanálisis.
Hay un psicoanálisis del sentido y un psicoanálisis de la causa y ambos parecen incompatibles, hablan lenguajes distintos y su integración fue un gran reto desde el principio.
Freud arrastró a lo largo de toda su obra el esfuerzo de aunar dos realidades contrapuestas: las que desde Dilthey (7 ) se denominan ciencias naturales y las ciencias del espíritu. En la investigación psicoanalítica sería aunar la Psicología para neurólogos con Más allá del principio del placer o la Interpretación de los sueños. Toda su trayectoria productiva es un intento de saltar esta barrera y crear una ciencia del psicoanálisis, con sus características singulares de no pertenencia, ni a unos ni a otros. El intento se mantuvo desde el comienzo, pero ello no impidió el desarrollo de trabajos que nutrieron y nutren esos dos psicoanálisis que representaban los dos autores del Mégaron de Atenas.
Y en cualquier caso, no parece que Freud se sintiera muy en tensión a la hora de tener que unir los dos aspectos básicos de toda esta contradicción: energía y sentido. Freud se paseo cómodamente entre la energía y el sentido hasta el último día, sin ningún intento de síntesis y al parecer no captó la tensión, entre otras razones, porque nunca estuvo inmerso, incomprensiblemente, en la polémica entre ciencias del espíritu y naturales. En 1883 Freud tenía 27 años y Wilhelm Dilthey 50 y publica el primer tomo de la Introducción a las ciencias del espíritu, fundamentando su diferenciación con las ciencias naturales. El monismo freudiano, pues, no conoce duda ya que la ciencia siempre fue para Freud ciencia natural y el psicoanálisis estaba dentro de ella.
El psicoanálisis como ciencia y la pasión empírica.
Aunque la mayoría de los autores considera que el psicoanálisis es una disciplina singular y, por tanto se reclama un trato especial y una epistemología especial – como si hubiera alguna disciplina que no estuviera en el mismo caso- solo consideraré en este sentido los que pretendieron y pretenden – empezando con Freud- sintetizar, unir, trascender la ciencia natural y las ciencias del espíritu o, lo que viene a ser lo mismo, los que pretendieron transcender causa y razón.
Autores tan dispares como G. Klimovsky (8 ), Carlo Strenger (9 ) o Marshall Edelson (10 ) consideran que esa división e
ntre razones y causas no rige en psicoanálisis donde ambas son intercambiables y de igual valor epistémico. Otros como A. Grunbaum (11 ) consideran que esto no es posible y que la antigua frontera entre causa y razón debe seguir imperando y demanda y encuentra una posición claramente positivista en el pensamiento freudiano. La denominada Tally argument ( en esencia, la interpretación solo es eficaz cuando coincide con la realidad del recuerdo) le sirve a Grunbaum para seguir profundizando en la demanda empírica de elaborar criterios de validación.(12 )
El que el psicoanálisis se presentará desde un principio con pretensiones científicas atrajo inmediatamente la mirada de los epistemólogos y competidores de otras orientaciones psicológicas (Skiner…) con la intención no suficientemente disimulada de mostrar sus debilidades. Nagel, Popper y Grunbaum son los tres epistemólogos que desde posiciones abiertamente positivistas y con diferentes argumentos condenan al psicoanálisis a la acientificidad. No obstante y a pesar de las críticas, muchos psicoanalistas orientan su practica y su teorización en pos de un psicoanálisis que se adapte a las demandas de cientificidad. Así las demandas de Nagel sobre la necesidad de comprobación empírica de las afirmaciones psicoanalíticas en una población suficientemente amplia y que los conceptos sean expuestos en un lenguaje que permitan su cuantificación, que sean testables, esto es un lenguaje operativo, están ya siendo llevados a cabo por grupos de psicoanalistas que han hecho de la investigación empírica el centro de su trabajo.
Hermenéutica y verdad en el psicoanálisis del sentido.
No es del todo exacto, o mejor, es inexacto pensar los dos psicoanálisis divididos por la consideración de cultura o naturaleza únicamente. La posición frente a los modelos de investigación, validación etc., también marcan una cierta diferencia. Muchos psicoanalistas dentro del campo de las ciencias sociales consideran la posibilidad de aplicar la metodología de las ciencias empíricas al psicoanálisis. En la síntesis de Gregorio Klimovsky la epistemología de las ciencias sociales permiten al menos tres acercamientos: un acercamiento naturalista, un enfoque interpretativo y un enfoque crítico.
Para algunos psicoanalistas el concebir el psicoanálisis como una actividad de cultura, de sentido o hermenéutica es sinónimo de arbitrariedad, de estar fuera de todo rigor y donde impera el ejercicio caprichoso de la opinión sin ningún control externo de autoridad y en términos mas generales, “Muchos científicos, sobre todo físicos, siguen rechazando la idea de que las disciplinas que practican la crítica social o cultural puedan aportar algo, como no sea de forma marginal, a sus investigaciones.” (13)
Si no el primero, si uno de los primeros * en reclamar al psicoanálisis como perteneciente al campo de la hermenéutica sea Jean Hyppolite con su trabajo Psychanalyse et philosophie y donde manifiesta de forma clara su rechazo al lenguaje y planteamiento positivista de Freud y reclama lo central del descubrimiento freudiano que es una exégesis, un devenir biográfico de significante a significado.
* Se suele considerar la entrada de la posición hermenéutica en psicoanálisis en el año 1959, a partir del Symposium dirigido por S. HooK.
Posteriormente un filósofo francés, Paul Ricoeur (14 ) y otro alemán Jürgen Habermas (15 ) sientan las bases de un psicoanálisis crítico-hermenéutico. Curiosamente van a ser psicoanalistas norteamericanos, G. Klein, M. Gill y R. Schafer los paladines de esta orientación. Aquí el argumento geográfico no sale bien parado.
¿Existe algún criterio de validación desde esta posición hermenéutica? Pues parece que sí: el trabajo tan conocido de P. Ricoeur “El problema de la prueba en los escritos psicoanalíticos de Freud”, sigue siendo un referente ineludible al que nos remitimos, con el permiso de A. Grunbaum quien dedica muchas páginas de su Foundations con el ánimo decidido de destruirlo.
La polémica ciencia y hermenéutica: epistemología de la integración.
En el origen francés del rechazo al cientifismo de Freud encontramos a J. Dalbiez que en su monumental libro La Méthode psychanalytique et la Doctrine freudienne , produce desde el pricípio la ruptura entre el método psicoanalítico y la metapsicología freudiana. Actitud ésta que marco ya desde el comienzo al psicoanálisis francés, pero que señalaríamos como una ruptura epistemológica general y no restringida geográficamente. El método, la clínica posteriormente, son aspectos desgajados de la metapsicología freudiana y que se presentan como si fueran referentes no contaminados por la teoría. En parte o en todo A. Green es heredero de estos comienzos.
La polémica entre A. Green y R. S. Wallerstein ilustra suficientemente las diferencias entre la especificidad del psicoanálisis y la concepción científica.
En palabras de Wallerstein (16 ) “André Green contempla el psicoanálisis como una disciplina sui generis; en sus propias palabras “ no es una ciencia ni una rama de la hermenéutica: es una práctica basada en el pensamiento clínico, que da origen a hipótesis teóricas”. No acepta que haya puntos de conexión ni siquiera con las disciplinas afines que se ocupan de la inteligencia o del pensamiento y la conducta humana, ni aun con los hallazgos de una psicología evolutiva concebida psicoanalíticamente, qu
e él rotula como mera psicología (conductual), disciplina importante en sí misma aunque desvinculada de las propuestas del psicoanálisis propiamente dicho e irrelevante para éste”.
Wallerstein, en el mismo artículo plantea su posición como que “el psicoanálisis es una disciplina independiente, que tiene sus raíces en la exploración del funcionamiento de los procesos psíquicos inconscientes, pero que tiene puntos de conexión –y la oportunidad de realizar intercambios mutuamente enriquecedores con toda una gama de disciplinas que estudian la conducta humana, desde la filosofía y la lingüística en un extremo del espectro, hasta la psicología cognitiva y las neurociencias modernas, en el otro”.
Conclusiones.
Evidentemente este breve artículo no pretende ser un estudio pormenorizado de estos dos psicoanálisis, por otro lado tan estudiados desde hace tiempo. Si he querido reseñar una anécdota donde la pasión y las antipatías se puedan fundamentar teóricamente.
Como hemos visto, la división entre un psicoanálisis científico y otro de la cultura no alcanza para cubrir todas las posibles divisiones que se producen en otros aspectos. Hay otras divisiones; en torno al tema de la investigación, el modelo empírico, naturalista, el modelo crítico o el presentado por Ricoeur y criticado por Grunbaum. O el modelo del propio Green (17 ) quien considera irrelevantes todas las aportaciones que lo empírico pueda ofrecer al psicoanálisis.
Los aportes positivistas pueden explicar el cómo pero nunca el porqué: como se hace una catedral, pero no porqué; cómo se hace un cuadro, las características químicas de la pintura, pero poco más… Aunque no debemos olvidar que la causalidad de los naturalistas puede hacerles llegar a extremos: Marvin Harris explica la antropofagia ritual como debida a dietas bajas en proteínas (8). El reduccionismo cientifista – peligro que acecha a la neurociencia, tan de moda- esta en la base de todos estos planteamientos. Podemos, en este sentido, recordar lo que escribió George S. Klein en 1966: “…, el psicoanálisis pertenece a la clase de teorías que se ocupan del porqué de la conducta, esto es, que tratan de determinar razones antes que causas, de decir que la conducta encierra un cierto significado (…) Que significado, propósito, intencionalidad – conscientes e inconscientes- definen principios de regularidad que pueden traducirse, pero no reducirse, a especificaciones fisiológicas y neurofisiológicas.(18 )
Igualmente, los misterios de Eleusis no pueden ser explicados porque Albert Hofmann descubriera las experiencias místicas de los griegos antiguos debidas al cornezuelo del centeno. ¿Es el componente alucinógeno del cornezuelo el referente último que nos permite entender los misterios de Eleusis, la construcción de estos misterios, su desarrollo…?
El Himno homérico a Deméter (*) resistirá siempre a cualquier aproximación positivista.
(*) Agradezco a nuestra compañera Carlota Ibáñez el regalo de los Himnos Homéricos que me hizo a nuestra vuelta del Congreso de Atenas.
Rómulo Aguillaume
Centro Psicoanalítico de Madrid
Bibliografía.
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H. G. Gadamer. (1992) Verdad y método. Tomo II, pág. 43. Ediciones Sígueme, S.A. Salamanca.
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Alan Sokal Jean Bricmont. (1999) Impostural intelectuales.Pág. 62, Paidós. Barcelona.
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André Green (2005) La causalidad psíquica. Entre naturaleza y cultura. Pág. 100, Amorrortu editores, Buenos Aires.
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H. Etchegoyen. Sigmun Freud, un siglo y medio después. Revista APA, 2006.
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Nagel, Ernest. (1959). Psychoanalysis, Scientific Method and Philosophy. New York University Press.
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Antonio R. Damasio (1994). El error de Descartes. Crítica. Grijalbo Mondadori. Barcelona.
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Wilhelm Dilthey. (1986). Introducción a las ciencias del espíritu. Alianza Universidad. Madrid
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Citado por G. Klimovsky en La epistemología de las ciencias sociales, Pág. 21)
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Strenger, Carlo. (1991). Between Hermeneutics and Science. Int. Univ. Press.
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10Edelson, Marshall. (1988). Psychoanalysis. A theory in Crisis. The Univ. Of Chicago Press.
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Grünbaum, A. (1984). The Foundations of Psichoanalysis. Berkeley: Univ. Calif. Press.
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____________ (1993). Validation in the Clinical Theory of Psychoanalysis. Int. Univ. Press.
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13. Alan Sokal.(2009) Más allá de las imposturas intelectuales, pág. 33: Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica. Ed. Paidós. Barcelona.
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Paul Ricoeur (1999). Freud: una interpretación de la cultura. Siglo XXI Editores Mexico
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Jürgen Habermanas (1989). Conocimiento e Interés. Taurus. Madrid.
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Wallerstein, R. ¿Diálogo o ilusión? ¿Y cómo seguimos a partir de aquí? Respuesta a André Green. In. Jour. Of Psych. Vol 86 págs. 633-38, 2005)
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17.Green André & Daniel Stern (2000). Clinical and Observacional Psychoanalytic Research: Roots of a Controversy. Karnak. London
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18. George S. Klein (1970). «Two theories or one?» Bulletin of the Menninger Clinic, 37: 102-132. [Revista de Psicoanálisis, 27:553-594].