Reflexiones irrelevantes sobre el cáncer de colon.

por | Revista del CPM número 27

Introducción.

 

Lo psíquico, lo somático y lo psico-somático.

 

Lo psíquico y lo somático arrastra esa división entre cuerpo y alma que la filosofía occidental mantiene en el centro de su reflexión. Igualmente, forma parte de esas otras dicotomías que fragmentan y complejizan el conocimiento humano: lo subjetivo y lo objetivo; las ciencias del espíritu y las ciencias de la naturaleza; el explicar y el comprender; causas y razones, etc.

El concepto de pulsión que introduce Freud en 1895 y concreta años más tarde en los Tres ensayos para una teoría sexual nos permite romper con esta escisión y poder pensar lo psíquico y lo somático como las dos caras de una moneda. A partir de aquí Freud fundamenta una posible medicina psicosomática que, sin embargo, continúa sin tener un reconocimiento generalizado. Siempre hubo una aceptación de que lo psíquico influía en el cuerpo y que un buen ánimo contribuía a una mejoría de las enfermedades, pero salvo este nebuloso reconocimiento, poco más. Señalar lo psíquico como elemento causal sigue produciendo un cierto escepticismo para aquellos que aceptan la unidad ontológica del ser y la dualidad fenomenológica de su funcionamiento.

Las perturbaciones libidinales y las dificultades de mentalización serían, en la actualidad los referentes teóricos de una psicosomática psicoanalítica.

Conviene dejar señalado que lo psicosomático se refiere a cuadros clínicos donde la influencia de lo psíquico es más que evidente, me refiero a las siete enfermedades clásicas: asma, úlcera, colitis, hipertonía, artritis, eccema e hipertiroidismo. Las enfermedades somáticas estarían muy alejadas aparentemente de cualquier influencia psicológica, por ejemplo el cáncer. Las neurosis estarían en el otro extremo, lejos de cualquier influencia de lo somático.

En cualquier caso no todos aceptan esta división y consideran que en todo enfermar están comprometidos tanto lo psicológico como lo somático.

 

El psicoanálisis y el cáncer

En el caso del cáncer ya se han elaborado serios trabajos que relacionan esta patología con trastornos depresivos y de ansiedad. Relaciones que se han realizado desde la estadística: coincidencias de número, tantos pacientes de cáncer presentaban trastornos depresivos o ansiosos, o tantos pacientes cancerosos estaban en proceso de duelo por la muerte de un ser querido poco antes de diagnosticarse su enfermedad. En cualquier caso las coincidencias estadísticas son significativas, pero una cosa es establecer coincidencias y otra dar las correspondientes razones causales.

No hay duda, desde luego, que el avance y los descubrimientos que la ciencia dura, en este caso la biología, ha realizado en el estudio del cáncer son innegables, tan es así que posiblemente estemos ya en el punto en que el cáncer se haya transformado en una enfermedad crónica. Del año 1982, en que se descubre el primer oncogén, nos dice Mariano Barbacid, hasta la fecha en que se han descubierto más de 500 (El País, 14 Mayo 2012) la evolución en el diagnostico o en el tratamiento es innegable. Pero también lo es que el referente genético no es el único factor que interviene en el desarrollo de la enfermedad.

Un autor, Luis Chiozza (1) viene estudiando la comprensión psicoanalítica del cáncer durante muchos años y sus trabajos nos van a permitir el apoyo necesario para estas reflexiones. Les presento unos esquemas realizados por este autor y que creo que son significativos.

 

Si tenemos en cuenta que una de cada cuatro personas muere como

consecuencia de un cáncer, y que se admite que la desviación neoplásica de

células aisladas ocurre de manera continua sin que, en la mayoría de las veces,

llegue a constituir una enfermedad cancerosa, podemos suponer que existe una

primera condición para enfermar de cáncer que todos compartimos en alguna

medida.

 

Esa primera condición, expresada en el lenguaje que utilizamos los psicoanalistas, consiste en una fijación a un período prenatal de la evolución

libidinosa, que corresponde al desarrollo embrionario.(…)

Me imagino que esta enigmática expresión se refiere a la condición genética de la que hablan los biólogos.

 

La segunda condición necesaria para la aparición de un cáncer consiste en un

fracaso, actual, de la gratificación libidinosa correspondiente a los últimos

estadios de la evolución que la sexualidad ha alcanzado en una determinada

persona. Especialmente en aquellos que, para esa persona, son los más

eficaces, «económicamente», y constituyen su modo habitual de descargar la

libido. A partir de esa frustración se condiciona una regresión que incrementa la

energía pulsional contenida en la fijación narcisista embrionaria, «reactivando»

las fantasías que ese núcleo inconciente «contiene».

La observación clínica muestra que esta segunda condición, necesaria para la

aparición de un cáncer, suele presentarse bajo la forma de un duelo importante,

provocado por la pérdida de alguna persona, o situación, significativa.

 

La tercera condición necesaria consiste en la imposibilidad de descargar, en

sentido progresivo, es decir, a través de cualquier otro de los estadios

posteriores de la evolución libidinosa, la excitación generada en la fijación

embrionaria.

 

La etapa que sigue inmediatamente, en sentido progresivo, a la fijación

narcisista, surge de la relación de objeto endogámica que el niño establece con

su madre y excita los deseos incestuosos que determinan el Complejo de Edipo.

Por este motivo, el fracaso en la descarga «progresiva» que constituye la tercera

condición necesaria para la aparición de un cáncer, surge, la mayoría de las

veces, como un fracaso en la descarga de la excitación incestuosa, excitación

que, en situaciones normales, se satisface con los objetos consanguíneos en

forma sublimada o coartando y substituyendo su finalidad genital.

(…..)

Las observaciones realizadas han consolidado progresivamente la convicción

que nos despierta esta teoría y nos han permitido encontrar repetidamente, en el

momento de la vida de los pacientes en que la enfermedad cancerosa se

desencadena, un tipo particular de fracaso. Se trata, como dijimos antes, de un

fracaso constituido por la pérdida de la satisfacción de los deseos inconcientes

correspondientes a un vínculo incestuoso,(…)

 

En la revisión que he realizado sobre la presencia de lo psicológico en el estudio del cáncer, y del cáncer de colon más específicamente, me he encontrado desde la ignorancia total de los factores psicológicos tanto en la etiología como en el tratamiento posterior, a la aceptación de factores genéricos, estrés, depresión, ansiedad, de difícil valoración y, sobre todo de carácter inespecífico. La American Cáncer Society, en su página Web nos indica como solucionar nuestras angustias en el proceso de curación de un cáncer:

 

a medida que se recupera y acuda menos al médico, consultará con menos frecuencia a su equipo de atención médica. Esto puede resultar difícil para algunas personas.

Éste es un buen momento para buscar apoyo emocional y social. Necesita contar con alguien a quién acudir. El apoyo puede presentarse en diversas formas: familia, amigos, grupos de apoyo, iglesias o grupos espirituales, comunidades de apoyo en línea u orientadores que le atiendan de forma individual.

 

Como ven, no parece que los psicólogos sean tenidos muy en cuenta.

En cualquier caso el campo del psicoanálisis no se dirige a determinar la presencia de lo psicológico en los otros campos de la realidad humana, cosa que como psicoanalistas aceptamos sin ningún pudor, sino a determinar su significación dentro de dicho campo. El significado del síntoma histérico es fácilmente aceptado, incluso por los que están alejados del planteamiento psicoanalítico, pero aceptar un campo de significación al cáncer de colon o a un ictus cerebral ya es otra cosa. Probablemente porque significación y causalidad se confunden y no se les otorga sus posibles delimitaciones. En la histeria y, posiblemente en las neurosis, causa y significado se unifican o se confunden, mientras en la patología llamada física o biológica se distancian llamativamente.

Que el deseo destructivo reprimido esté en la base de una parálisis histérica es posible, pero que la angustia ante la pérdida del objeto anaclítico otorgue significación a un cáncer de colon ya es más complicado. Y si, además, aceptamos la pulsión de muerte, la desimbricación de las pulsiones, como base de una ansiedad incontrolable y que solo encuentra su expresión a través del cuerpo, pues ahí, incluso, no sería aceptado por muchos psicoanalistas.

En cualquier caso, los niveles de significación requieren ser delimitados incluso dentro del campo del psicoanálisis. El que la ulcera de estómago represente a la madre persecutoria, como nos dice Garma (ver) o que la excitación bisexual en una relación incestuosa sean los responsables de la metástasis de un melanoma, como nos ilustra Chiozza, son afirmaciones que, en mi opinión la teoría psicoanalítica no justifica. Lo más que dicha teoría nos permite es señalar las posibles alteraciones que la economía libidinal produce en determinadas zonas erógenas.

 

Desde esta tímida posición les presento el siguiente cuadro clínico que, como siempre en psicoanálisis, tiene una pretensión ejemplificadora y no demostrativa y que, además, al mantener el modelo del caso único, pues la subjetividad, como las huellas dactilares, son específicas de cada sujeto, muestras de su individualidad intransferible, nos encontramos con una metodología irrelevante – de ahí el título de la ponencia- desde el punto de vista del modelo estadístico y científico natural que impera en el estudio de esta enfermedad.

 

Nota: este trabajo presenta un caso clínico, ilustrativo de algunas de las propuestas teóricas que se comentan, pero que la compleja ley de privacidad nos impide publicar, aún cambiando el nombre del paciente –como se hizo siempre- o los aspectos marginales que le pudieran reconocer. Los profesionales interesados en dicha historia clínica podrán solicitarlo al director de la Revista Fernando Soriano soriano1@telefónica.net , previ
a presentación de su filiación personal y profesional, o bien dirigiéndose al :

 

Dr. Rómulo Aguillaume , romulo4@movistar.es

 

 

*Dr. Rómulo Aguillaume

Miembro didacta del CPM

 

Trabajo presentado en las V Jornadas del CPM

Clínica Quirón.

Madrid 2 de Junio 2012.