No se ve sino lo que se tiene ya dentro del ojo.
Se ve bien teniendo el ojo lleno de lo que se mira.
«E. Chillida»
Historia de un recuerdo infantil. ¡Quitate las gafas!.
Un recuerdo de infancia me dio pie al titulo de este trabajo y a una reflexión en trono a la figurabilidad. Contaba yo con unos 6 años cuando venia con frecuencia a nuestra casa Antonio, un amigo de mis padres que solía jugar con mis hermanas y conmigo. Antonio era alto y grande ante mis ojos de niño y aunque tenia un rostro serio estaba siempre dispuesto a dejarse llevar por nuestros juegos. Uno de ellos consistía en que se quitara las gafas. Repetidamente cada vez que nos lo encontrábamos en casa alguno de nosotros le apelábamos a que se quitara las gafas, gesto que hacia con la consiguiente risa y satisfacción de mis hermanas y mía.
Ahora muchos años después cuando me dispongo a pensar en el psicoanálisis de niños, en el clima de juego que se desarrolla en la sesión, donde esta comprometido el niño que cada uno de nosotros llevamos, me viene a la memoria el gesto de Antonio, nuestras risas, su disposición a dejarse llevar por la sugerencia de unos niños. ¿Pero de que nos reíamos cuando el se quitaba las gafas? Pienso en su actitud, en ese dejarse llevar, en ese gesto que da paso a un rostro distinto, en la cara despojada de algo, las gafas que le permiten a uno ver, me vienen también a la cabeza las reflexiones de Nasio (1) sobre la mirada en psicoanálisis. ¿Qué es lo que vemos cuando estamos en atención flotante?
Me pareció que podría valerme de esta metáfora de quietarse las gafas, que habla por un lado de un gesto, el de dejarse llevar por el clima lúdico del niño y por otro de un despojarse de algo que nos permite mirar para pensar en torno al concepto de figurabilidad y su gran utilidad en el trabajo con niños y con pacientes graves en general.
El trabajo psicoanalítico con niños.
Los niños sueñan, relatan fantasías diurnas, hacen dibujos que nos permiten deducir sus impulsos inconscientes y todas esas producciones son homólogas a las de un adulto en curso de su tratamiento. Sin embargo señala Silvia Fendrik (2) que los analistas se desconciertan cuando están frente a un niño y consideran que el análisis infantil es una de las aplicaciones mas difíciles de la técnica psicoanalítica. El niño con su presencia retrotrae al analista a sus tiempos de niño. En ese ir y venir con el niño desde la sala de espera al despacho, en el deambular por los diversos rincones de este, en el dibujar, lo instala en una escena infantil en el aquí y ahora que en muchas ocasiones da pie a regresiones formales.
Siguiendo a Rodulfo (3) diré que lo verbal en estas escenas que ocurren en el tratamiento de un niño no se resume a las intervenciones del analista, sino que va implícito en la actitud del analista, en todos esos gestos y deambulares en los que se inscriben secuencias tanto en la mente del niño como en la del analista.
No se trata en estos casos de descodificar un material asociativo y atribuirle una interpretación portadora de un sentido; sino mas bien de un trabajo «a dos voces», donde el paciente se constituye en el «mejor colega» posible en la elaboración contratransferencial del analista y donde todo cuanto viene dicho o no dicho en sesión, no es otra cosa que la narración de cuanto hay entre las dos mentes protagonistas del trabajo analítico, la del niño y la del analista.
En el análisis de niños el lugar de la asimetría, la tan enfatizada dependencia del paciente, se desplaza según Antonino Ferro (4) al Working.through del analista en el continuo trabajo de asumir, transformar, nombrar las identificaciones proyectivas del paciente, de modulación interpretativa, de escucha de la modalidad de recepción de las intervenciones propias. Desde este punto de vista el analista “depende” de la capacidad de funcionamiento mental del paciente y debe proporcionarle los elementos de crecimiento elaborados en la manera en que sea capaz de asumirlos.
Regresión formal, working through en el analista, estados de sesión que apuntan a la figurabilidad.
¡Alegato por una cierta figurabilidad!
La figurabilidad y el trabajo de figurabilidad constituyen el principal tema de trabajo de Cesar y Sara Botella (5) desde mediados de los años 80. Estos autores centran su interés en la construcción interna del objeto y las consecuencias de que dicha construcción no se de.
Siguiendo el rastro al concepto en la obra de Freud (6) encuentran alusión al mismo en el capitulo VI de la interpretación de los sueños. En ese texto aparece que la figurabilidad seria propicia para facilitar la condensación y crear “nuevas unidades”. Se extrañan de que el termino aunque rico no haya sido tenido en cuenta lo suficiente a excepción del psicoanálisis francés, hasta el punto de no aparecer en ninguno de los diccionarios de psicoanálisis como tal. Michael Fain (7) se interesa por esta concepción aunque la toma como “una formación entre imagen de si y sentimiento e incluso un actitud corporal influida por el yo ideal”. Didier Anzie (8) toma en cuanta el termino de figurabilidad y la emplea en referencia a las representaciones cosas. Este es el caso también de Piera Aulagnier (9) con sus conceptos de pictograma, imagen de cosa, imagen sensorial, modo de representación propio de lo primario, entre pulsión de ver y pulsión epistemológica. Para ella es el primer referente de la representación.
Para los Botella existe una distinción entre figurabilidad y trabajo de figurabilidad.
Ellos en palabras de Freud hablan de “una de las funciones más precoces de la vida psíquica” ; un proceso psíquico fundador que, desenvolviéndose en la via regrediente, estaría determinado por la tendencia a hacer converger todos los datos del momento, estimulos externos e internos en una sola entidad inteligible orientada a ligar todos los elementos heterogéneos presentes en una simultaneidad atemporal en forma de actualización alucinatoria. Constituye la via regia de toda inteligilibilidad. A la capacidad psíquica de este movimiento la llaman figurabilidad y trabajo de figurabilidad a su efectuación. El resultado es una figura común a la representación y a su efectuación.
Señalan los Botella, que la posición tumbada, la motricidad limitada, provoca un estado particular de angustia al yo porque despierta los afectos penosos debido a la ausencia de la percepción del objeto primario de antaño. La situación regresiva empuja al psiquismo hacia la antigua solución de la satisfacción alucinatoria degeneratoria de la ausencia.
Nos encontariamos entonces con el problema de la percepción del objeto y el análisis de la misma que Freud denomino juicio.
Dice Freud del mismo: “Cuando lo que percibimos no coincide con lo que recordamos, necesitamos un mecanismo que haga coincidir la percep
ción con el recuerdo y que no sea la alucinación. Este mecanismo establecerá una suerte de identidad entre lo percibido y lo recordado luego de un proceso de análisis del objeto percibido”.
Si esta identidad se estableciera según los procesos primarios, sería una identidad de percepción y por lo tanto una alucinación. En cambio, si esta identidad se establece siguiendo el proceso secundario, será una identidad de pensamiento y permitirá aplazar la acción o sustituir una y otra vez el objeto deseado con la posibilidad de obtener un tipo de satisfacción que Freud (10) definió como la “extinción parcial y temporaria de la libido”. (Freud, 1917)
En la teoría freudiana hay varios conceptos relacionados con el juicio. Estos son: el juicio primario , el juicio secundario, el juicio de atribución , el juicio de existencia y el pensamiento judicativo (Freud, 1895b, 1925). Todos están relacionados con el problema de la constitución del adentro y el afuera y la distinción entre percepción y representación. Pensemos en alguno de ellos tal y como los concibe Freud.
El juicio primario se desarrolla sin inhibición del Yo, o al menos con un menor grado de influencia yoica que los procesos reproductivos del pensamiento, en los que juega un papel el juicio secundario.
Según el modelo que Freud desarrolla en el Proyecto, el juicio primario implica un proceso de asociación entre “neuronas” que se lleva a cabo con plena corriente de cantidad. Esto quiere decir que por ejemplo las percepciones van a ser imitadas en un intento de reproducirlas. Si lo que percibe el Yo son imágenes de movimiento, para poder reconducir lo que percibe a sus propios recuerdos, imitará los movimientos percibidos, recurriendo a su propia acción motriz. Es en este sentido que una percepción puede tener un valor imitativo. (Freud, 1895b, pag. 241).
Con respecto al Juicio de atribución y juicio de existencia dice Freud en “la Negación” : “La función del juicio tiene en lo esencial dos decisiones que adoptar. Debe atribuir o desatribuir una propiedad a una cosa y debe admitir o impugnar la existencia de una representación en la realidad” (Freud, 1925).
Se puede inferir un examen del juicio de existencia en distintos niveles: en un nivel podemos decir que se propone simplemente saber si lo que está ahí afuera es real. Pero en un nivel más abstracto y primordial el juicio de existencia es un reencuentro porque hace falta que algo se pierda, a saber, el objeto de la primera vivencia de satisfacción, el cuerpo de la madre, la satisfacción instintiva más elemental, para que se pueda configurar una huella mnémica o marca interna que será necesaria para reencontrar el objeto afuera. Entonces la función del juicio será comprobar si lo que está aquí adentro (como representación o como marca) se puede reencontrar también ahí afuera como percepción real.
El pensamiento judicativo es un tipo de pensamiento primitivo que compara las percepciones o estímulos procedentes del mundo exterior con las investiduras provenientes del propio cuerpo. Según este modo de funcionamiento, si hay cosas del interior del cuerpo que alguien nunca sintió, va a haber cosas del mundo exterior que jamás va a comprender . Un ejemplo típico es el de la sexualidad: el niño que aún no ha accedido a la pubertad, en tanto aún no ha percibido las sensaciones sexuales tal como las puede sentir un adulto, interpretará escenas sexuales reconduciéndolas a sensaciones emanadas del propio cuerpo. Por ello fantaseará que los padres a quienes vió en un acto sexual «estaban peleando» o “estaban jugando” o «estaban haciendo pis o caca».
Esta comparación del mundo con el propio cuerpo precede a un tipo de pensamiento mas evolucionado que Freud llamó pensamiento reproductivo y que es el que se utiliza para recordar.
Asimismo, el pensamiento judicativo es el que conduce al interés por el semejante, pues si bien los complejos perceptivos emanados de los semejantes serán en parte nuevos e incomparables, hay percepciones visuales que coincidirán en el sujeto con su recuerdo de impresiones emanadas del propio cuerpo. Hasta incluso los gritos emitidos por el semejante evocarán el recuerdo del propio grito del sujeto y con ello el de sus propias vivencias dolorosas. (Freud, 1895b).
El hecho de que el juicio se pueda expresar en distintos lenguajes está relacionado con la teoría estratificada del aparato psíquico que propone Freud en la carta 52 (Freud, 1896), según la cual el material psíquico sufre reordenamientos y retranscripciones sucesivas. Esta teoría tiene la importancia de señalar que distintos sistemas de pensamiento o modos de funcionamiento psíquico pueden coexistir uno sobreimpreso al otro, pero actuando simultáneamente como en paralelo. Si bien “Cada reescritura posterior inhibe a la anterior y desvía de ella el proceso excitatorio”, “Toda vez que la reescritura posterior falta, la excitación es tramitada según las leyes psicológicas que valían para el período psíquico anterior, y por los caminos de que entonces se disponía”. (Freud, 1896). Esto es lo que ocurre con la figurabilidad a la que podemos reconocer entonces como un modo de pensamiento o funcionamiento psíquico.
Señalan los Botella que cuando el analista tolera la tendencia a la regresión propia del estado de sesión sin recurrir a soluciones defensivas como la investidura narcisita del analizante, a las teorias psicoanaliticas o aun a la memoria a la reinvstidura de sus propias huellas nemicas, se encuentra confrontado a la regresión formal de su pensamiento. No esta tan lejos del infans frente a lo desconocido traumatico, diferencia de sexo, llegada de un recien nacido, desinvestidura de la madre. Y tal el niño que fue, el analista en la regresión formal de su pensamiento, tendrá entonces acceso a la forma propia del pensamiento de las teorias sexuales infantiles impregnadas de animismo.
Así como las condiciones “negativantes” del encuadre , es decir ausencia del rostro del analista como medio indispensable para abordar la psique, son generadoras de ciertos procesos regresivos que escapan a la dinámica de las tópicas, de los conflictos y de la memoria, creo que el contacto analítico con niños sobre todo con niños severamente perturbados también lo es.
Arte, Figuración y juego
Quiero destacar de la concepción de los Botella sobre la figurabilidad la de ser una actitud psíquica , pues entronca con el juego y el dibujar. Según Cristina Marrone (10) el juego en, en si mismo, spellung, expresión alemana que indica una posición e incluso una disposición o actitud. Cuando un niño juega, figura porque con ello moldea una forma de lenguaje y también desmarca como limite imprescindible para salir del caos pulsional.
Freud uso el termino conducta estetica para configurar el jugar libre de ataduras.
Es en el encuentro con el otro, con lo que del otro encontramos de diferente cuando nos vemos obligados a realizar operaciones psíquicas que pongan en marcha el juicio como hemos venido adviertiendo antes. Y
todo lo nuevo, lo desconocido es conmocionante, como destaca Freud en “Esquema del psicoanálisis”, y requiere el lenguaje de nuestras percepciones.
El sensorio atrae hacia si huellas arcaicas prepsiquicas poniendo en marcha una afectividad en busca de representabilidad.
Lo no representado psíquicamente en las experiencias primarias provoca recuerdos en sensaciones que, como las “inspiraciones”, son estimuladoras de la pulsion y son componente primordial del impacto estetico. Por otro lado la combinación de lo no percibido visualmente, es decir, de lo invisible y lo visual perceptivo en las introyecciones provoca el entramado de interioridad y objetalidad que se va construyendo y definiendo en las representaciones y las relaciones objetales.
Mónica
Expondré el caso de una niña a la que llamare en aras de la confidencialidad Mónica. Mi primer encuentro con ella fue durante su primera hospitalización psiquiátrica. Tenia entonces 11 años y aunque su cuerpo denotaba el incipiente inicio de la pubertad (era alta y ligeramente obesa) su actitud era la de una niña de menor edad. Otro dato curioso era su forma de deambular y sentarse. Parecía tener dificultades para hacerlo pues caminaba a pasos cortos, inestables y encorvada, como si hubiese estado sentada durante años, sentada y encerrada en algún lugar pequeño y oscuro pues también parecía tener cierta fotofobia a la luz intensa. Hablaba poco, musitando las palabras y si se le pedía que repitiese se enfadaba y se callaba o daba un grito. Se le hicieron pruebas de neuroimagen y exploraciones neurológicas que explicaran estos síntomas pero no apareció lesión alguna, pensándose por tanto en síntomas conversivos; cierta plasticidad histérica que hablaba del “encierro” real que había sufrido, pues Mónica empezó a tener problemas nada mas nacer (esto lo he podido averiguar años después) primero con la alimentación y después al ir al colegio. No quería comer o lo hacia con mucha dificultad. También he sabido que durante su etapa escolar no hablaba en clase ni con los profesores ni con las amigas, o bien lo hacia en tono muy bajo. Los padres nunca consultaron por estas razones alegando que finalmente comió y que en casa, si hablaba.
A los 11 años sus padres la llevaron a salud mental pues empezó a tener problemas de conducta en clase. Se enrabietaba a veces y tiraba las cosas al suelo. Fue diagnosticada de depresión. Es con este diagnostico como la envían al hospital ante el riesgo de un potencial suicidio (Mónica en ocasiones se apoyaba sobre la barandilla de casa en un ademán de tirarse). Al ser dada de alta los padres quisieron que la viese en mi consultorio y así comencé a verla dos veces por semana durante unos 6 meses, hasta que los padres decidieron llevarla al centro de día del servicio de salud mental infantojuvenil (estaban en lista de espera para ser llamados por dicho centro). Les comente que ambos tratamientos no eran incompatibles sino todo lo contrario pero alegando causas económicas declinaron mi ofrecimiento de seguir viéndola.
Desde el principio me fascino la facilidad que tenia Mónica para el dibujo. Si en su deambular era torpe y patizamba, con el lápiz en su mano esta sensación desaparecía. Sus trazos eran rápidos, ágiles, aunque los dibujos parecían estereotipados. Dibujaba siempre una especie de chicas-maniquí que ella llamaba muñecas. Durante el tratamiento los dibujos fueron cambiando, aparecieron grafos mas regresivos, mas infantiles pero al mismo tiempo no tan mecánicos. De esta época son estos dos primeros dibujos. En el primero aparece una niña de 14 años, su edad, dibujada sin brazos, algo que suele repetir insistentemente, y en el otro aparece una familia que parece una familia de Robinsones naufragados o algo así. Ella misma le pone una leyenda que dice familia que esta en la isla )
Tras casi 4 años vuelvo a ver a Mónica en mi consultorio. En este tiempo he tenido noticias de ella por sus posteriores hospitalizaciones. Su estado ha empeorado pues dejo de ir a su colegio habitual y perdió las pocas relaciones que tenia. Actualmente esta en tratamiento con clozapina, va a un colegio de educación especial aunque falta a menudo y la única relación que tiene es con su madre, pues con el padre apenas se quiere relacionar.
Los padres me pidieron que volviese a verla pues están desesperados y no saben que hacer ya. Aunque la entrevista fue con los dos, es con la madre con la que he tenido mas contacto pues cuando Mónica estaba hospitalizada era ella quien iba a hablar con nosotros. Por ella conozco algunos detalles de la familia que en un primer momento me fueron silenciados.
En el domicilio familiar, hasta hace algunos meses vivían el padre, la madre, la abuela (madre de la madre) y la propia Mónica. La abuela actualmente vive en una residencia y lo llamativo y extraño es que durante los últimos años, desde que enviudo, ha estado mal psíquicamente sin que nadie pidiese ayuda por ello o consultaran. Este malestar se ha caracterizado por realizar interpretaciones delirantes de forma continua aunque sin aparente angustia (habla con la TV y a veces explica ciertas teorías conspirativas) y por tener una postura de sobreprotección con su hija que queda infantilizada constantemente. A su vez esta, la madre de Monica, mantiene una actitud infantil y una constancia en el cuidado de Mónica que no pasa por la subjetivación (digo esto porque me llamo la atención una libreta que nos trajo al hospital en uno de los ingresos donde había escrito detalladamente todo lo que hacia Mónica en un día ordinario. Daba la sensación de ser el estudio de un entomólogo mas que el relato de una madre pues a la curiosidad y cuidado en la descripción se unía una extrañeza, una mirada sobre la hija como si esta fuese un “bicho extraño”). Esto creo que es importante pues la imagen de ser extraño a veces me ronda por la cabeza. Me viene a la imaginación la película de el pequeño salvaje de Truffau cuando estoy en la consulta con Mónica; a veces habla poco, con dificultad, emitiendo sonidos guturales o como si no le saliese bien la voz. Otras veces tengo la imagen de Dart Vather el personaje de la guerra de las galaxias cuando oigo la voz de Mónica que parece salir desde detrás de una mascara (te comento esto Ricardo porque hay unos dibujos de Mónica en los que aparecen caras como mascaras que parecen este personaje). También me llamo la atención, siguiendo con esta idea de “ser extraño” que la profesora de Mónica me dijo que no se relacionaba con los otros niños y que a veces hacia comentarios despectivos de ellos tomándolos por seres raros (en el sentido de que olían mal y que tenían unas costumbres muy raras).
El padre de Mónica es un hombre muy alto y delgado (ahora mucho mas) con cierto aspecto torpe. Perdió a un hermano por un cáncer hace 5 años y esto junto con la situación familiar lo ha sumido en un estado apático. Prácticamente se inhibe en casa pasando casi todo el tiempo en una habitación donde suele ver la tv o leer. Al principio venia a la consulta aunque quejándose siempre del estado de Mónica y de los pocos resultados del tratamiento. Ahora apenas viene.
Cuando les pregunte por como estaban ellos cuando Mónica llego al mundo no saben contestarme bien, teniendo dificultades para rememorar estados afectivos o
relacionales. Tan solo me dijeron que ellos estaban bien hasta que vinieron los hijos que han sido una carga para ellos. No han sabido jugar con ellos o los niños no los han dejado. Hay toda una sensación de impotencia y de incapacidad grande que contrasta con el no haber pedido ayuda antes.
Mónica tuvo problemas para alimentarse al nacer. Fue alimentada con biberón y siempre con dificultad. Cuando me dicen esto vuelvo a pensar en esa mirada “distante, científica y curiosa” de la madre sobre ella. La madre tiene dificultad para jugar con Mónica (dificultades que vendrán de su propia historia infantil). En ocasiones la sigue por la casa grabándola en video. A Mónica le encanta cantar y a menudo se ponía en casa un Karaoke y se hacia filmar por la madre. Esto también me llamo la atención (pensé en una forma de autonarcisización). Al verla moverse con soltura y gracia parece que no es la misma persona que encuentro en mi consulta. También los padres me dicen que en casa habla fluidamente. A veces da la casa familiar da la sensación de ser una isla o de haber “actuado al modo de una incubadora” para Mónica pues en ella es capaz de realizar ciertas funciones que luego desaparecen al salir de la misma.
El clima de las sesiones es denso, cansado, soporífero en ocasiones. Dibuja pero tengo que ser yo el que lleve la iniciativa. Esto es algo que ha cambiado con respecto a la vez anterior que la vi (entonces dibujaba de forma espontánea. Llegaba a la sesión y aunque apenas hablaba cogía un papel y se ponía a dibujar comunicándonos a través de ellos.
A veces lo único que me ha servido para seguir adelante con el tratamiento es cierta figuración de sus dibujos y de su actitud (imaginarme la historia de Dart Vather o la película de Tim Burton “la novia cadáver” pues los dibujos que hace se parecen a los muertos de la película También pensar como en esa película los vivos realmente están mas muertos que los muertos en un sentido winnicottiano, y la alegría solo aparece en el mundo subterráneo de los muertos. A veces parece dibujar como un comic incluso que hubiese cierto humor en sus dibujos).
Durante el ultimo año el clima ha cambiado poco, si acaso yo tolero mejor el que ella no hable y me siento algo mas cómodo. Este es a mi juicio el principal escollo, su no hablar. Con respecto a esta dificultad los padres me contaron que siempre había sido una niña muy tímida incluso con los propios padres. Les habían comentado que podría pasarle algo incluso un tio señalo al padre en una ocasión que podría ser retrasada mental (“tu hija no es normal, yo creo que tiene algún retraso” le dijo) pero la madre se defendia de estos comentarios aludiendo que con ella y con su familia si hablaba. Y es verdad con la familia de la madre ha tenido mas comunicación. De todas maneras ambos, padre y madre me confirman que la actitud que mantiene ahora viene de lejos y que es básicamente la siguiente:
A Mónica parece molestarle el tener que hablar cuando no es espontáneo, el contestar o dirigirse a alguien. Cuando le pregunto por algún dibujo o alguna actividad me contesta con monosílabos si apenas unas palabras y siempre con una voz forzada, ronca y baja sin apenas mirarme a los ojos. Solo habla claro cuando se enfada con los padres. Ellos me señalan que entonces sus contestaciones son nítidas (me llamo la atención que señalasen los dos su vocalización. Dicen “cuando se enfada entonces habla claro y alto parea insultarnos, nos dice habéis destrozado mi infancia, cabron, puta…”). Uno siente agresividad contransferencialmente en esta actitud de no hablar y también en la propia actitud de preguntarle a Mónica. Parece como que hay que arrancarle las palabras y ella no quisiese. A mi en ocasiones me desespera pues no podemos trabajar con los dibujos que trae o al menos esa es la sensación de impotencia que tengo. También siento esto cuándo se niega a jugar y se tumba en el diván mirándome o mirando el consultorio. A veces tras un rato así comienza a reír y uno parece advertir en esa risa un estado de excitación y de felicidad.
De todas maneras y para mi esperanza hay algunos cambios. Una manera adolescente de sentarse en el diván como esperando aburrida. Muchas veces entra con el cabreo en su rostro se sienta y se queda esperando a ver que hago yo. Cuando la saludo o le pregunto algo y me responde tarda mucho en hacerlo y contrasta la dificultad de su cara el esfuerzo que parece hacer en seleccionar información o filtrar algo simplemente expulsar algo (aunque parezca escatológico te diré que el aspecto es el de alguien empujando y haciendo un esfuerzo por defecar) y el tono de interrogación que tiene su respuesta como si tuviese que ser el otro el que la confirmase. Por ejemplo le digo un día que elija un color para dibujar , el que mas le guste y tras un rato grande donde media todo este proceso expresivo que te he comentado me dice ¿este?
Asocie esta imagen de esfuerzo por defecar a la cropolalia que tienen los niños con Gilles de la Taurette y también a las palabras de enfado que dice claramente cuando esta cabreada con los padres (puta, maricon, cabron…); también a unos dibujos que hace de su propia imagen (a veces le digo que vamos a dibujarla a ella, su cuerpo como se ve y me hace una dibujo que parece un comic) y en los que la cabeza tiene una hendidura semejante a la del trasero. Como si la cabeza fuese el aparato excretor.
A veces cuando le pregunto algo me contesta con un mínimo gesto solo moviendo un parpado o el labio (uno imagina a esos enfermos cerebrales con el síndrome del cautiverio) y esto me interroga todo el rato. La imagen de alguien encerrado, imagen que recuerdo de Mónica cuando la vi por primera vez con dificultad para tolerar la luz y caminar erguida. También pienso en esta cabeza-excretora (los procesos mentales como excrementos, sin ningún valor libidinal) Mónica a veces se queda callada musitando para ella misma cosas que no alcanzo a oír y con expresión desagradable en su rostro, de confusión y de cabreo. A veces pienso que son alucinaciones auditivas pero otras veces me decanto mas (para mi esperanza) por pensamientos e ideas que no quiere verbalizar a otro.
En muchos de sus dibujos impresiona el carácter espectral de las siluetas, las mutilaciones, los ensayos inconclusos, las transparencias, figuras que se parasitan una a la otra: no parece haber habido una buena fusión simbiótica sino de un estado en que ninguna de los dos, ni madre ni bebe, pueden crecer.
Recientemente durante una visita de los padres ocurrió la siguiente escena: la única que hablaba era la madre mientras el padre asentía con la cabeza a veces y estaba serio e incomodo. Contaban un episodio de cabreo de Mónica donde tiro la lámpara y el aparato de música al suelo. En un momento dado el padre me expresa su cabreo en ese momento para conmigo (“yo le decía a mi mujer es que Juan no hace nada, y esto que es, la chiquilla esta igual. Tu le dices esto a Juan”) tras decirme esto se mostró mas tranquilo e incluso colaborador. Rato después me dice “yo creo que la chiquilla esta a doscientos metros y la ciencia todavía no ha llegado ahí a esas profundidades. Tu quizás hayas llegado a 50, 100 metros pero ella esta todavía mas bajo. Yo no se si alguien podrá bajar tanto”
Volvió a aparecerme la imagen de M
ónica encerrada, enterrada en un lugar subterráneo, caída en un agujero, un desván donde se acumula el polvo y el olvido; la imagen que recuerdo de ella cuando la vi por primera vez con dificultad para tolerar la luz y caminar erguida.
Conclusiones
Construir una verdadera historia afectiva con un paciente pasa por continuas recomposiciones y transformaciones, con su referencia a microhistorias en espera de pensabilidad, es decir de otra posibilidad de significados que quedan obstruidos por la historia dominante. Y en esta tarea el trabajo en figurabilidad ocupa un primer plano.
Lo visual , en la parte central de sus expresiones ( en el espectro ideal que va desde las alucinaciones a las transformaciones en alucinosis, fotogramas oniricos de la vigilia proyectados, fotogramas oniricos en el espacio mental, fantasías visuales) se plantea como un derivado muy cercano al “sueño de la vigilia” y por esto nos remite a algo más verdadero, mas significativo, constituyendo un puente de fácil transitoriedad en la relación con los pacientes y con nosotros mismos.
La figurabilidad tal como indican los Botella es una capacidad psíquica, y desde estas líneas propongo que una capacidad lúdica, necesaria en los primeros momentos de instauración del psiquismo para la configuración del doble y la afirmación del narcisismo; y que ha de darse tanto en el bebe como en el adulto que lo cuida.
El ejemplo clínico de Mónica nos muestra como aunque se de en ella, queda obturada por la dificultad de su presencia en la madre, representada por esas grabaciones en video y esas descripciones desubjetivadas y en esta a su vez por la abuela (recordémosla hablando con la TV).
La figurabilidad nos puede dar cuenta de esa imagen del niño desdoblado en la ficcionalidad narcisista del espacio, un espacio donde encontrarse al perderse, al dejarse llevar en un desdoblamiento infinitamente multiplicable.
Nos dice Cristina Marrone que la ilusión lúdica no se instaura sin que la imagen haya operado cierta función benigna de amparo. Por eso el contorno del yo se afirmara en la ficción cuando disponga del apoyo de la imagen.
Referencias.
Nasio, Juan David. “La mirada en psicoanálisis” Gedisa, Barcelona, 1992.
Fendrik , Silvia “Psicoanálisis para niños. Ficción de sus orígenes” Amorrortu, Buenos Aires, 1989.
Rodulfo, Ricardo. “Dibujos fuera del papel. De la caricia a la lectoescritura en el niño”. Paidos, Buenos Aires ,1999.
Ferro, Antonino. “Técnicas de psicoanalisis infantil” Biblioteca Nueva, Madrid, 1998.
Botella, Cesar y Sara. “La figurabilidad psiquica” Amorrortu, Buenos Aires, 2001.
Freud, Sigmund. “La interpretación de los sueños” (1900) O.C. Tomo V Amorrortu, Buenos Aires.
– “26 Conferencia. La teoria de la libido y el narcisismo” (1917) O.C. Tomo XVII Amorrortu, Buenos Aires.
– “proyecto de psicología” (1950 [1895] ) O.C. Tomo I Amorrortu, Buenos Aires.
– “Inhibición, síntoma y angustia” (1925) O.C. Tomo XX Amorrortu, Buenos Aires.
– Carta 52. (1894) En ‘Cartas a Wilhelm Fliess’ (1887-1904) Amorrortu, Buenos Aires.
Fain, Michael. “Le désir de l´interpréte” Aubier-Montaigne.
Anzie, Didier. “Los significantes formales y el yo piel” en ‘Las envolturas psiquicas’. Amorrortu, Buenos Aires, 1990.
Aulagnier, Piera. “La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado” Amorrortu, Buenos Aires, 1977.
Marrone, Cristina “El juego; una deuda del psicoanálisis” Lazos, Buenos Aires, 2005.