Pasiones de una madre

Revista del CPM número 33

Por Trinidad Simón Macías

Pasiones de una madre

Trinidad Simón Macías

En 1913, Sabina Spielrein1 escribe2 dos artículos publicados en Imago, revista fundada por Freud en 1912: Mutterliebe3 –«Amor maternal»- y Die Schwiegermutter4 –«La suegra»-, ambos abordan la figura de una madre. El primero se centra en el amor de una madre y su huella indeleble en la memoria del sujeto. El segundo proporciona un fino apunte de la economía del deseo de madre y más fino aún, de la distinción entre hija e hijo si de dicho deseo se trata.

En el año 1913 Sabina Spielrein lleva años separada de Jung5, de quien fue paciente como es sobradamente conocido, y ha afirmado su filiación freudiana. Habría que recordar que Sabina llega a Viena en octubre de 1911, siendo aceptada como miembro activo y participante de las reuniones de los miércoles en casa de Freud, la futura Asociación Psicoanalítica de Viena. Fue una de las primeras mujeres de la Asociación –con ella llega también Tatiana Rosenthal6, rusa como Spielrein- pero no la primera, que sí lo fue Margarethe Hilferding, la cual en enero de 1911 había hablado en una de las reuniones de un trabajo suyo titulado Los fundamentos del amor materno, donde desarrolló sus ideas sobre la fundamentación cultural, no instintual, de la maternidad. Trabajo que parece haber quedado confinado en algún tenebroso rincón, de tan innacesible. Hilferding, que salió de la Asociación el día que entraba Spielrein, se alineó a las ideas de Adler. Ello no impide considerar dicho trabajo como un hito en nuestro proceder teórico con la maternidad. Ya en su título, el trabajo de Hilferding, nos orienta suficientemente sobre el tema tratado, y nos permite apreciar que las primeras mujeres psicoanalistas, cuando las ortodoxias y heterodoxias aún no estaban canonizadas, aquellas que hemos de traer a la luz, estaban interesadas en pensar y teorizar sobre las madres. La maternidad en el punto de mira, lo que las coloca en un tiempo muy actual, pues afortunadamente se va abriendo paso pensar el que podemos llamar, tabú de la madre.

Hilferding tenía establecida su consulta en un barrio obrero de Viena, pues es concordante con la mayoría de los primeros psicoanalistas su atención a la clase obrera y, en ocasiones, su militancia en los partidos políticos que defendían sus derechos.

Sabina Spielrien no pudo escuchar a Hilferding, puesto que, como hemos dicho, llega al grupo de Viena en octubre de ese año. Tal vez o no, conocía el trabajo de Hilferding, lo que sí puede ser afirmado es que las ideas se gestan en las marmitas del tiempo, otra manera de nombrar el Zeitgeist.

Spielrein, como Hilferding y otras pioneras psicoanalistas, es de las mujeres que han tomado el ágora y muestran sus opiniones y sus trabajos a la par que sus colegas masculinos. Era una voluntad inequívoca. Algunas de estas mujeres pagaron un alto precio en sus vidas, incluso con sus vida misma. La mayoría pertenecía a las clase burguesa ilustrada y junto con la clase obrera, constituyen uno de los sujetos sociales emergentes de finales del siglo diecinueve y primeros años del veinte. Ellas fueron pioneras en pensar lo femenino, y entre ellas, Spielrein tiene un lugar de primera fila.

Los artículos aquí reseñados destacan dos aspectos: la raíz freudiana de sus teorizaciones y el estilo de Sabina Spielrein que, pienso, no es producto de escribir en una lengua no materna, el alemán, sino una forma de escritura que le es propia, una opción fundada en su ser que hace de él un estilo psíquico, rasgo y seña de lo propio inconsciente, sui generis de su subjetividad.

En el primero que vamos a comentar, Amor maternal, Spielrein muestra que la huella primera de la madre está fijada en la elección de objeto de deseo de un sujeto. Spielrein pone a la luz las razones inconscientes que cualquier hombre pide o busca, o no sabe que pide y busca, en el amor a una mujer: «Una fuerte fijación a los modelos maternales producirá grandes resistencias hacia cualquier objeto de amor sexual, en cada imagen de mujer, se inmiscuye la imagen matriz de la madre, bien casi con conciencia, o subconscientemente»7.

Spielrein destaca la fijación (Fixierung) como condición de efecto en un sujeto. Por eso comenta que lo ha encontrado en las experiencias infantiles de los fenómenos neuróticos, en los que no es raro8. Obsérvese la matizada expresión en su generalización -«No es raro»- aun escribiendo en una revista de la profesión, que diríamos hoy. Probablemente no por dudas, sino por estilo.

En Sabina Spielrein se cumple la aspiración de Buffon para la escritura: «El estilo, es el hombre»9, entiéndase «hombre» como nominación genérica de la especie humana. El estilo, marca subjetiva.

Spielrein escribe este pequeño artículo de Amor maternal a partir de una nota que su hermano Jean Spielrein le hace llegar sobre un recuerdo personal. Leamos a Sabina: «Una niña de seis años de edad quiere tener a su hermano pequeño en su camita. “Mamita”, le pide, “déjame disfrutar de su hermoso cuerpecito”»10. Spielrein narra en palabras de la niña, con diminutivos y dulzura, cual si una historia fuese a ser contada. Nos la evoca en su deseo y arrobo. No ignora Sabina que la ternura del enunciado no vela la carnalidad de las palabras, así que rápidamente se apresta a salvar su inocencia: «La niña que es muy vigilada por sus padres no tiene “ni idea” de cuestiones sexuales»11.

Sabina trata de poner la raya, al tiempo que ayunta amor y deseo. La curiosidad de la niña por el cuerpo del hermano y su identificación con la madre en el amor que le profesa: «Por el contrario abriga aquí, sentimientos maternales»12.

El estilo elegante y elusivo de Sabina, permite acoger la fascinación de la niña por el cuerpo del varoncito sin que se llame a escándalo quien lee -como se diría en aquel su tiempo.

Spielrein subraya el amor, y no el falo, pero este se hace oír en el verbo que emplea: geniessen13, disfrutar en español, pero también gozar, saborear, y otros significados donde lo carnal se hace presente. Las palabrascarne, podría decirse. La pequeña del artículo es una artista de la palabra, que embauca su deseo con las arras del amor, y cumple así con lo que sus padres le piden: «“ni idea” de cuestiones sexuales».

La niña que pide disfrutar del cuerpecito del hermano, ¿está identificada con la madre en posición de hacer con el hermano lo que la madre hizo con ella, como se observa en el juego con la muñeca14? ¿O, está identificada a la madre en lo que el bebé es para la madre, algo que atañe al cuerpo y al goce?

Sabina nos dibuja a la niña y al hermanito entregados a la ternura gozosa del roce: «Podemos suponer que para los más pequeños, el contacto de una hermana les es igualmente agradable»15. Nombra aquí un lugar de equivalencia en la estructura psíquica entre madre y hermana, lugares biunívocos no siempre tenidos en cuenta, y donde como en tantas otras develaciones la debemos considerar una adelantada.

Spielrein sostiene y afirma que las experiencias de ternura dejan huellas: La sexualidad en juego imprime la huella, velada por el amor. Spielrein fue siempre una estupenda lectora de Freud, y le tenía presente al teorizar su clínica. Con su estilo de afirmar persuadiendo, Spielrein escribe: « ¿Por qué sorprenderse si esta impresión, como cualquier otra, deja una huella en nuestra psique?»16. Digo persuadiendo porque escribir «como cualquier otra» no siendo que así sea, persuade de negar lo que afirma. «Cualquier otra» siempre puede ser, «cualquier otra» experiencia de sexualidad y amor. Y sino, atendamos a lo que sigue: « ¿Por qué debería darse por poco probable la afirmación de que el primer “amor físico” de los adultos recurre a estas experiencias infantiles?»17.

«Amor físico» (körperliche Liebe), el ayuntamiento de amor y sexo dispone de una previa huella significante –como prefiero decir— en la memoria de un sujeto. Una huella constituida antes de Edipo, puede decirse, pues Spielrein habla de experiencias tan tempranas que incluyen aquellas del cuidado y la limpieza que una madre da, o como la que nos relata, la de una niña con su hermanito bebé. Edipo está aún lejos, y Spielrein está afirmando que las huellas de una madre se imprimen –se fijan- en la naciente subjetividad antes de que Edipo venga a reorganizar el conjunto. Freud no es hasta 1932 que reconoce la imborrable huella de la madre para la niña18, y cae en la cuenta que para el niño, siempre lo es19.

Sabina Spielrein ha llevado el asunto hasta donde pretendía eludiendo pero aludiendo al cuerpo y sus atributos. La madre y la hermana, formas equivalentes en la estructura; el deseo referido al cuerpo, y el amor: ternura y delicadeza más allá del cuerpo. Además, incesto materno como producción de síntomas: asco, vergüenza y miedo o angustia20. Freud no había subrayado aún la potencia sintomática del incesto, sobre todo del incesto materno. Spielrein, siempre con las representaciones presentes en sus teorizaciones y su escritura dulce y dócil, transmite amablemente su acogida del dolor, al tiempo que señala con firmeza la raíz del sufrimiento, si la madre es la forma en la elección de objeto amoroso, habrá consecuencias subjetivas para el individuo y posiblemente para la pareja, pues ahora sabemos que la otra en la vida de un hombre puede estar relacionado justamente con la matriz materna de su amor a una mujer. Buscará en la otra la satisfacción del deseo que aquel amor tan maternal a la mujer elegida, no permite que pueda ser satisfecho o el asco, la vergüenza o la angustia, se harían presente. Amar a una, a la que degradaría si la desea, pues contiene la imago materna, y desear a otra que satisfaga el goce carnal. Sabina Spielrein apunta en esta dirección. Con su estilo conciso y breve, orienta la brújula hacia lo inaudible.

Freud en Imago21 quería dar entrada a trabajos no exclusivamente metapsicológicos, publicar reflexiones y reseñas con enfoque divulgativo que permitiera al psicoanálisis acoger la cultura en general y, al tiempo atraer a públicos de ámbitos ajenos a la profesión. Spielrien con este articulito cumple sobradamente estos objetivos, pues al escribir con estilo sobre las cosas serias del aparato psíquico, permite a un público curioso, observar pececillos desde la cómoda orilla. ¿Hay en nuestro tiempo ese tipo de público para nosotros? Probablemente, más que el fondo, siempre se trate del estilo22.

Siguiendo con el estilo de Sabina Spielrein, el segundo artículo que publica el mismo año y en la misma revista de Imago, es el de La suegra23, donde volvemos a encontrar a Spielrein avanzada a su época, interesada en el análisis de lo femenino, inaugurando problemáticas no abordadas, tal como hacía en el artículo anteriormente comentado, pues referido a un varoncito – un hermano –, el juego de deseos es entre la madre y la niña, y aquí, en La suegra, entre una mujer y la otra. Es temática spielreniana la de las madres y las hijas. Después, adelantada siempre, lo será el lenguaje24.

La suegra, con su estilo acogedor y dulce, salpicado de las pinceladas de gracia de su benévola forma de mirar el mundo, encierra alguna aguda crítica al patriarcado reinante y a las adocenadas maneras de las clases bienpensantes. Sabina, como otras mujeres intelectuales de su tiempo, no ha venido al mundo para ser una mujer exclusivamente sometida a la tradición, sino que la cuestiona, la interpela y la subvierte, si se requiere. A su modo, y con su forma, en este artículo se propone psicoanalizar la relación entre mujeres, o por lo menos, con la otra, como me parece pertinente nombrar. En la vida de una mujer, el otro es la otra.

La nuera y la suegra. Spielrein parte de Freud, en concreto del primer apartado de Totem y tabú25: “El horror al incesto” que había aparecido, al igual que los tres restantes apartados que componen el libro de Freud, en forma de ensayo en Imago26. En este capítulo Freud hace referencia al tabú entre yerno y suegra abundante en muchos pueblos llamados entonces primitivos. Spielrein retoma el tema para situarlo en la sociedad occidental y contemporánea. El desarrollo del mismo gira sobre el triángulo: madre-hija-suegra, donde la madre de la hija se alegra más del matrimonio de su hija, que la madre del hijo27. La alegría (freut) cruzada entre dos madres, con retrato de hija al fondo, ocupando el polo de deseo para las tres, el hijo de la suegra de la hija, el varón nombrado. Una mujer y la otra, a la hora del deseo.

Spielrein se pregunta por las razones de deseo de las madres implicadas. Antes de nuevo, la razón social: no es solo la falta de independencia social de las mujeres28. Ataja el posible argumento sociológico, «dejar a la hija recogida», preocupación fundamental de las madres, también de la burguesía, como con finura, sentido y sensibilidad nos cuentan las muy interesantes novelas de Jane Austen, y no es la única.

Spielrein, al tiempo que pone la mira en los movimientos libidinales inconscientes, apartando lo social, lo denuncia.

Una de las madres, pierde; la otra, en posición de rivalidad, gana. No es un acertijo, pero quien lee puede, antes de seguir, hacer su apuesta sobre cuál de las dos suegras implicadas es la que pierde, y cuál gana. Lo que muestra que el tiempo sociológico se mueve con palos en las manecillas, o con relojes a los que se olvidó dar cuerda, como el de Tristam Shandy. Efectivamente, pierde la madre del hijo y gana la madre de la hija29. Lo curioso e interesante es la razón que dilucida para que la madre de la casada gane: que vive la vida de su hija30. Breve y concisa, escrita cual un inciso. Spielrein es estilo.Se trata de una forma de decir, no ensayada antes, diría que tampoco después, al menos con esa viveza, vivir la vida de la hija y renovar la propia juventud. Rivalizar por el deseo del hombre de su hija, y no dar paso, menos aún la mano, a la mujer que su hija es. No abrirle las puertas, sino cerrárselas.

Sabina fue sabia y afirma lo que ya empieza a ser aceptado: La relación de una madre con su hijo es distinta que con su hija31, y pone el acento en la maternidad. Una hija llega a ser también madre, y al igual que ella – que la madre – que ocupó noches con sus criaturas, la hija a su vez, lo hace con las suyas, lo que desde el punto de vista de Spielrein, les confiere una intimidad32 (Innigkeit), donde Innig significa profundo, que ambas sean madres confiere a la relación una profundidad, como quien dice una intensidad; al tiempo que una competencia33 (Konkurrenz), constante. Precisamente en ese lugar que les es común: ser madre, o mujeres deseadas por un hombre.

Spielrein fue primera en abordar la conflictiva relación madre-hija, la laceración y el estrago de una hija con su madre, y viceversa. Concisa y breve, pero no menos nota teórica germinadora de futuro. Reconocer el legado teórico y clínico de nuestras antecesoras es obligación de la teoría psicoanalítica con la memoria constituida y constituyente de nuestro proceder. Siguiendo su estilo, escribe: es más erótica y menos íntima34. La relación con el hijo es más erótica, la de la hija es más íntima (intimes). Insiste en la intimidad, esta vez, nos entrega un vocablo próximo, pues íntima es palabra que deriva del adverbio latino intus (dentro) y mus (sufijo superlativo del indoeuropeo arcaico). Muy dentro. Pero también familiar. Profundidad e íntima familiaridad. Casi extrañeza, diríamos. Puede ser leído –en esta insistencia íntima y profunda— el murmullo selvático de los cuerpos y la pasión, antes que Edipo regule con la ley, por tanto con sus prohibiciones. Íntima pues, opuesto a erótica, amor y deseo. Una intimidad tan familiar que provoca rivalidad -¿será de ahí la extraña atmósfera?- frente al amor y el deseo, libre de competencia y vil hostilidad. La hija y el hijo, bien distintos para una madre. Para el hijo un amor apasionado. Un Edipo conocido. Para la hija una amorosa hostilidad. Un Edipo por conocer.

Escribe Spielrein: «Principalmente en las familias donde falta el padre, la madre acostumbra a tomar a su hijo como hombre, al que mira como consejero y protector. En el mundo subconsciente de fantasía él es el novio»35. Lo social: «Las familias donde falta el padre». Ahora podemos añadir, que esa falta no es imprescindible que sea en la realidad, puede que la falta sea en lo real, por ello, sin lugar de reconocimiento o simbólico para el padre, o al menos un frágil lugar. Aquí, un Edipo tradicional, aun así, antes y ahora. No es tan tradicional lo que añade a continuación, pues si en el artículo del Amor maternal la madre es huella indeleble en el varón, en La suegra el hijo es el partenaire de deseo de la madre: «No es fácil para ella comprender su amor a otra mujer»36.

Estamos aquí en el psicoanálisis del deseo de madre que nos conforma una figura de madre, la suegra, incestuosa e invasiva. Esta madre, es la otra de la pareja del hijo. Ahora bien, el estilo de Spielrein, cercano siempre a la acogida del sujeto del inconsciente, próximo siempre al desamparo del sujeto, aledaña su escritura a la acogida clínica, no critica. Da razones para el entendimiento. Y como salida de la encrucijada propone el amor maternal, una madre amorosa que terminará por aceptar sin envidia, la fortuna del amor de su hijo a otra. Ardua y difícil tarea, escribe, que puede que no se logre nunca plenamente37. Spielrein y la bondad, pero no la ignorancia. Si con la hija rivalidad y por ende, hostilidad; si con el hijo, exceso de erotización. El destino de separación de las madres de sus hijos es incierto. Por eso, para Sabina el matrimonio ideal es estar separado completamente de las familias de origen38. Se salva Sabina escribiendo “Ideal”. Un ideal, la guerra con un real. Y ¡cómo no!, en ese ideal, pertenecerse (gehören) completamente el uno al otro39. Su ideal, su pasión, su confusión, su decepción. Así, en su vida. Aquí, prevaleció una brönte enamorada, paradigma del amor romántico.

Las madres como estorbo para el amor de sus hijas e hijos, las familias de origen como obstáculos en un proyecto propio de vida. No es tan extraño lo que escribe Spielrein, es común, es cercano, es escuchado en la cotidianidad de nuestro oficio. Spielrein psicoanaliza las razones inconscientes de los lazos maternos, con las suegras como excusas de la otra de las hijas. La otra desdoblada: la madre y la suegra. Las amigas las dejó para hablar de ellas en sus diarios.

Si Freud, en el texto de La feminidad del 1932, reconoce la fuerza de la huella materna en la hija, Spielrein en su texto de La suegra despliega agudamente la confusa relación de la madre con su hija, ya sea compitiendo por el hombre de la hija, ya sea en la maternidad con sus hijos. No menos desarrolla la erotización de una madre con su hijo varón. Acosada por ambas madres, la hija de marras puede quedar sin amarras. Que Spielrein escriba con cálida mirada no le impide observar los deseos oscuros del narcisismo de las madres. Del Amor maternal a una mujer en el mundo. De La suegra a la separación de las madres.

Por eso al final, volvemos al principio, donde Spielrein se pregunta por qué la mala fama es propia de La suegra y no de los suegros40. Sí, desde el inicio Spielrein se interroga por las diferencias entre los sexos, y ella, artista que quiso ser, cae en la cuenta que hay pocas mujeres dedicas y reconocidas en el arte. Su ambición epistemofílica le lleva a proponer una teoría para explicar esta situación: Las mujeres pueden satisfacer menos sus propios deseos41, la función biológica de reproducción y educación les retrae el vuelco al exterior y les confina en el cuidado y el trato a los otros42. El arte requiere objetivación43, como después de ella escribirá Cernuda44, que a buen seguro jamás oyó hablar de esta congénere de ideas. Su diagnóstico, sujeto a revisión prudente, escribe45, no puede ser sino desfavorable para las mujeres, que compensarán su menor creación, criando hijos.

¡Ah! Pero Sabina es sagaz, y su posición no es la insignia de la maternidad, sino la de la mujer en el ágora, por eso en La suegra, su texto entre mujeres, se lee que son las condiciones de la realidad las que les impiden crear menos. Ellas que tienen la misma capacidad y potencia imaginativa que los hombres46, hay un territorio donde, incluso las menos creativas son artistas. Ese lugar es la via regia del inconsciente: los sueños. Allí, incluso las menos dotadas, son poetas47. ¿O es el inconsciente el que se comporta como un poeta? Una niñita quiere, cual la madre, gozar del cuerpecito de su hermanito. Una madre quiere a su hijo para sí, y a su hija como rival. Para inmensa fortuna, como escribiría Spielrein, el inconsciente les habita. Bienvenido su poeta.

Trinidad Simón Macías.

Psicoanalista. Escritora.

trinidad.simon@gmail.com

BIBLIOGARAFÍA

Diario de una secreta simetría. Sabina Spielrein entre Freud y Jung de Aldo Carotenuto, ed. Gedisa, Barcelona, 2012.

Discurso de Buffon sobre el estilo de M. de Buffon. Traducido y anotado por Manuel G. Revilla, México, Tip. Económica, 2ª San Lorenzo núm. 32, 1911, biblioteca de México “José Vasconcelos”

«Lección XXXIII. La feminidad» (1932) de Sigmund Freud, en Obras Completas, ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1974, tomo VIII.

«Sobre las causas ocasionales de la neurosis» (1912) y «La disposición a la neurosis obsesiva» (1913) de Sigmund Freud, en Obras Completas, ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1972, tomo V.

Totem y tabú (1912-13) de Sigmund Freud, en Obras Completas, ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1972, tomo V.

Correspondencia Sigmund Freud/Carl G.Jung, William McGuire y Wolfgang Sauerlander (ed.), ed. Taurus, Madrid, 1979, Madrid, 1974.

Sigmund Freud Cartas a Wilhelm Fliess (1887-1904), ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1985.

Seminarios. Las Psicosis, Libro 3 de Jacques Lacan, ed. Paidós, Buenos Aires, 1984.

Seminarios. El Sintohome de Jacques Lacan, ed. Paidós, Buenos Aires, 2006.

La familia de Jacques Lacan, ed. Homo Spaiens, 1977.

Juego Limpio. Sabina Spielrein entre Jung y Freud y los tiempos actuales de Trinidad Simón Macías, ed. Psimática, Madrid, 2014.

Sämtliche Schriften de Sabina Spielrein, ed. Kore, Freiburg, 1987.

RESUMEN

«Pasiones de una madre» se basa en dos artículos de la psicoanalista de la primera generación Sabina Spielrein: Mütterliebe y Die Schwiegermutter, ambos publicados en 1913 en la revista de psicoanálisis Imago. A través de las ideas de Spielrein, el artículo trata de los movimientos pulsionales en juego en el deseo y en las pasiones que en la función materna pueden escucharse en nuestro trabajo clínico. Desde la identificación y rivalidad con la hija, a la posesividad del hijo. Aborda pues, las dificultades de separación y reconocimiento del otro que una madre tiene con relación a sus hijos, resaltando la especificidad del conflicto con una hija.

NOTA BIOGRÁFICA

Trinidad Simón Macías es psicoanalista de niños, adolescentes y adultos. Ha ejercido durante una década en los Servicios de Salud Mental Pública de Madrid, actualmente ejerce en el ámbito privado en Madrid. Autora de diversos artículos, ha publicado en el año 2014 un libro sobre la psicoanalista Sabina Spielrein.


1 Juego Limpio. Sabina Spielrein entre Jung y Freud y los tiempos actuales de Trinidad Simón Macías, ed. Psimática, Madrid, 2014.

2 Sabina Spielren (1885-1942) fue una de las primeras mujeres psicoanalistas. Sämtliche Schriften de Sabina Spielrein, ed. Kore, Freiburg, 1987.

3 Sabina Sipielrein. Imago: 1913, 2:523-524 y en: Sämtliche Schriften, ed. Kore, Freiburg, 1987, pp.167-68.

4 Sabina Spielrein, Imago, 1913, 2:589-91 y en: Sämtliche Schriften de, ed. Kore, Freiburg, 1987, págs. 178-183.

5 Aldo Carotenuto, Diario de una secreta simetría. Sabina Spielrein entre Freud y Jung, ed. Gedisa, Barcelona, 2012.

6 Un rápido repaso a las primeras mujeres psicoanalistas en: Juego Limpio. Sabina Spielrein entre Jung y Freud y los tiempos actuales de Trinidad Simón Macías, ed. Psimática, Madrid, 2014, pp. 205-209.

7 Sämtliche Schriften de Sabina Spilrein, ed. Kore, Freiburg, 1987, págs. 167.

8 Idem

9 “El estilo, es del hombre” en Discurso de Buffon sobre el estilo, traducido y anotado por Manuel G. Revilla, México, Tip. Económica, 2ª San Lorenzo núm. 32, 1911, pág. 25. Biblioteca de México “José Vasconcelos” [“Ces choses sont hors de l’homme, le style est l’homme même” Buffon (1707-1788) Discours sur le style, pág. 10. Discours prononce a L’Academie Francaise par M. De Buffon le jour de sa reception le 25 Aout 1753. Texte de l’édition de l’abbé J. Pierre Librairie Ch. Poussielgue, Paris, 1896]

10 “Mütterliebe” de Sabina Spielrein en: Sämtliche Schriften, ed. Kore, Freiburg, 1987, p. 167.

11 Ídem

12 Ídem

13 Véase nota 10.

14 ”La niña jugaba a ser la madre, y la muñeca era ella misma; de este modo podía hacer con la muñeca lo que la madre solía hacer con ella” en: Sigmund Freud, «Lección XXXIII. La feminidad» (1932) en Obras Completas, ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1974, p.3174, tomo VIII.

15 «Mütterliebe» de Sabina Spielrein en: Sämtliche Schriften, ed. Kore, Freiburg, 1987, p. 167.

16 Ídem

17 Ídem

18 Sigmund Freud, «Lección XXXIII. La feminidad» (1932) en Obras Completas, ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1974, pág. 3168: «No es posible comprender a la mujer si no se tiene en cuenta esta fase de vinculación a la madre, anterior al complejo de Edipo».

19 «El primer objeto amoroso del niño es la madre; sigue siéndolo en la formación del complejo de Edipo y, en el fondo, durante toda la vida”». Ídem

20 «Mütterliebe» de Sabina Spielrein en: Sämtliche Schriften, ed. Kore, Freiburg, 1987, pág. 167.

21 « con la nueva revista no médica» Correspondencia Sigmund Freud/Carl G.Jung, William McGuire y Wolfgang Sauerlander (ed.), ed. Taurus, Madrid, 1979, 280F, Ídem, p. 524.

22 “Aquello, el fondo, está por decirlo así, fuera de la personalidad humana” en Discurso de Buffon sobre el estilo, traducido y anotado por Manuel G. Revilla, México, Tip. Económica, 2ª San Lorenzo núm. 32, 1911, pág. 25. Biblioteca de México “José Vasconcelos” [“Ces choses sont hors de l’homme” en Buffon (1707-1788) Discours sur le style, pág. 10. Discours prononce a L’Academie Francaise par M. De Buffon le jour de sa reception le 25 Aout 1753. Texte de l’édition de l’abbé J. Pierre Librairie Ch. Poussielgue, Paris, 1896]. Es decir, como cuenta Buffon, las ideas, los conceptos pueden ser pensados por otros o/y tomados por otros y según la “personalidad”, esto es, según el estilo de quien escriba, aquello tendrá una trayectoria o no. De ahí que la personalidad es lo que importa, es decir, el estilo personal.

23 «Die Schwiegermutter» en:Imago, 1913, 2:589-91 y en: Sämtliche Schriften de Sabina Spielrein, ed. Kore, Freiburg, 1987, págs. 178-183.

24 Sabina Spielrein: «Die Entstehung der kindlichen Worte Papa und Mama», Imago, 8:345-67, 1922 y en Sämtliche Schriften, ed. Kore, Freiburg, 1987, págs. 238-262. «El origen de las palabras “papa” y “mama”».

25 Totem y tabú (1912-13) de S. Freud, ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1972, pp. 1747-1758, tomo V.

26 «Necesitamos un título manejable, que no suene como directamente literario; no disponemos de otro mejor y el de Imago tiene quizás la vaguedad precisa. Ayer hemos fijado el contenido del primer número. Yo publico el primero de tres breves ensayos, que tratan acerca de las analogías entre la vida psíquica de los salvajes y la del neurótico. El primero se titula: El miedo al incesto. Los otros se titularán La ambivalencia de las orientaciones afectivas y La magia y la omnipotencia de las ideas.» en: Correspondencia Sigmund Freud/Carl G.Jung, W. McGuire y W. Sauerlander (ed.) ed. Taurus, Madrid, 1979. 293F, p.548. «El primer ensayo, “El miedo al incesto” (Sobre algunas coincidencias en la vida psíquica de los salvajes y de los neuróticos, I), apareció en Imago, tomo I, núm. 1 (28 de marzo 1912)» nota 2, p.548. El resto de los ensayos apareció en sucesivos números de la revista y en 1913 es publicado como libro, con el título que nos es conocido.

27 Die Schwiegermutter»,Sabina Spielrein en Sämtliche Schriften, ed. Kore, Freiburg, 1987, p. 181.

28 Ídem.

29 Ídem.

30 Ídem.

31 Ídem.

32 Ídem.

33 Ídem, p.180.

34 Ídem, p.181.

35 Ídem.

36 Ídem.

37 Ídem.

38 Ídem.

39 Ídem.

40 Ídem, p.178.

41 Ídem.

42 Ídem, p.179. (Spielrein consideraba que las mujeres al quedar impedidas de satisfacer sus deseos volcándolos en la realidad, tienen una mayor capacidad de empatía (einzufühlen) que les permite identificarse más con los otros).

43 Ídem.

44 «Proyectar mi experiencia emotiva… para que así se objetivara mejor, tanto dramática como poéticamente» Luis Cernuda en: “Historial de un libro” incluido en La realidad y el deseo (1924-1962), ed. Alianza literaria, Madrid, 2000, p.405.

45 «Die Schwiegermutter»,Sabina Spielrein en Sämtliche Schriften, ed. Kore, Freiburg, 1987, p. 179.
46 Ídem.
47 Ídem p.183.