SINOPSIS
La génesis del sujeto es interés que reaparece periódicamente en la obra de Ferenczi. Este articulo comienza por abordarlo a través del texto de 1926 El problema de la afirmación del displacer, punto intermedio entre el Ferenczi seguidista de Freud, y el de los desarrollos posteriores más personales. El artículo incluye algunas reflexiones sobre el ciclo construcción /destrucción/ reconstrucción, que el texto citado considera como la secuencia característica en la conformación del sujeto. Ello lleva a introducir algunos comentarios sobre el mecanismo de escisión (fragmentación), y sobre su importancia en la secuencia evolutiva que Ferenczi describe.
La base pulsional, que en este texto considera Ferenczi como “motor” de esta secuencia, es el interjuego de las pulsiones de vida y de muerte, dominando alternativamente la una sobre la otra según momentos relacionados con la adecuación de los otros significativos o sus fallas.
Pero dados los desarrollos posteriores a 1926, se vuelve difícilmente sostenible mantener esta alternancia de pulsiones como sustento del desarrollo de tal secuencia, puesto que Ferenczi en su evolución posterior llega a descartar la existencia de una supuesta pulsión de muerte y a concebir una neoteoría pulsional distinta de la freudiana.
A partir de ello, el artículo ensaya la forma de aplicar esta nueva concepción de lo pulsional a la secuencia descrita por Ferenczi en 1926, recurriendo en parte a especular sobre la “misteriosa” noción de Orpha, aplicada a la comprensión de las ferenczianas “pulsiones de hacerse valer” y “pulsiones de conciliación”.
Palabras clave: construcción, destrucción, deconstrucción, fragmentación, Orpha, pulsiones.
Sobre cómo sucede la construcción del sujeto psíquico, versa uno de los lineamientos, de las sagas, caras a Ferenczi, a las que periódicamente regresa para hacerlas progresar. De esta saga en concreto, elijo para comenzar a abordar el tema, el artículo El problema de la afirmación del displacer (Ferenczi 1926 XLIX) por ser, a mi entender, la charnela entre el Ferenczi seguidista de Freud y el que ensaya a hablar con voz propia.
Según este artículo, el sujeto surge en un proceso de construcción que alterna los periodos propiamente constructivos con otros que nombra como destructivos, en los que se produce un desmembramiento de lo existente, lo cual abre la posibilidad de una reestructuración más afinada, que la construcción que se abandonó. El psiquismo, saludable o patológico, aparece pues por sucesivas vueltas de este ciclo de construcción- destrucción reconstrucción, que habría que pensar más que como un círculo cerrado, como una espiral, pues la reconstrucción amplia en los casos favorables el territorio de la subjetivación.
Sería difícil pensar en esta secuencia, en cómo y por qué sucede esa destrucción, si no fuera porque desde el año 21 (Ferenczi 1921 X) había comenzado a reflexionar en su bioanálisis sobre mecanismos de defensa que denomina “autoplásticos”, de modificación endógena, digamos, camaleónica, ante acciones lesivas del entorno. En particular destaca el mecanismo de “autotomía”, en referencia al desprendimiento de partes del cuerpo como defensa frente al agresor (la lagartija que se desprende de la cola). El término evolucionó, ya en un plano estrictamente psicológico, hacia lo que en la actualidad conceptualizamos como escisión o clivaje, aunque él sólo una vez utiliza una terminología próxima a ésta cuando escribe “autoclivaje narcisista”1 . Personalmente, prefiero su argot2, que nombra la escisión como “fragmentación”, y en los casos malignos, como “atomización”3 o “desmaterialización”4.
Si no hubiera conceptualizado este mecanismo de escisión frente a los traumas exógenos como distinto del de represión, al que Freud hasta muy última hora consideró como exclusivo y universal5, su teoría sobre la génesis del sujeto, tal y como Ferenczi la piensa, no hubiera sido posible ni coherente. El ciclo que describe Ferenczi podría también ser explicitado como de construcción –escisión (fragmentación) –reunificación.
En un artículo anterior de esta saga, El desarrollo del sentido de realidad y sus estadios (Ferenczi 1913 VIII), el autor había ya abordado la construcción del sujeto, proponiendo una serie de etapas que van desde la primera, aún intrauterina, de “omnipotencia incondicional”, hasta aquella en que aparece el sujeto conformado en el “estadio científico”. Allí ya estaba este ciclo del que hablamos, aunque Ferenczi sobre todo alude a las etapas de construcción en sentido estricto, y deja un tanto inacabada la explicación de cómo una etapa sustituye a la anterior. Sabemos que el cambio de etapa se produce cuando esta fracasa y se hace necesaria una nueva adaptación, pero no cómo se abandona la etapa fracasada, y cómo desde ahí se conforma la nueva.
El problema de la afirmación del displacer (Ferenczi 1926 XLIX) viene a rellenar este hueco, dando cuenta de cómo suceden los cambios de etapa a través de los procesos de escisión y reunificación, con lo que completa el paso adelante iniciado en el artículo de 1913. Merece por ello el calificativo de escrito metapsicológico, al poder ser pensable tanto para un desarrollo saludable del sujeto, como para diversas estructuraciones patológicas.
Desde sus inicios es marca registrada del psicoanálisis la ruptura de la barrera entre normalidad y enfermedad. Existe una continuidad entre salud y enfermedad, regidos por los mismos mecanismos, aunque desarrollados de forma más o menos exitosa. A tal concepción responde incluso el propio término de “Metapsicología”. Sin embargo, tengo la impresión de que al estudiar a Ferenczi, la parte que hace referencia al crecimiento saludable ha sido poco desarrollada, volcados como estamos sobre la atención a lo traumático.
La fragmentación es necesaria para el progreso en la conformación del sujeto. Difícilmente se puede connotar como sistemáticamente dañino o patológico al clivaje, cuando en su ausencia, el círculo construcción–destrucción–reconstrucción no sería posible. Ferenczi lo certifica años después (1930), al escribir una Anotación titulada Toda adaptación está precedida por una tentativa inhibida de desintegración6. De esta nota se deduce que hay siempre clivaje, y que éste puede ser nombrado como benigno, como clivaje de vida, cuando es un paso hacia una reunificación más avanzada, y como maligno cuando solamente destruye. El clivaje por tanto puede formar parte de un circulus beningnus, o de un circulus malus.
Una consideración se impone: si el círculo fuera siempre maligno, sería perfectamente adecuado hablar de construcción–destrucción, pero cuando el clivaje colabora a mejorar la reestructuración del sujeto, la palabra destrucción, si se me permite la expresión, chirría. Tal vez sea más coherente en este caso hablar de deconstrucción, tomando prestado el término desarrollado por Derrida7 . El circulus benignus podría nombrarse entonces como de construcción–deconstrucción–reconstrucción. En los casos de circulus malus, habría que hablar en este caso de deconstrucción destructiva, pero la expresión no es atractiva, más bien parece un trabalenguas. No sé bien cómo simplificar la alusión, pero puedo resumir de la siguiente manera: la génesis del sujeto sucede en una secuencia de construcción– deconstrucción. Cuando esta génesis se ve perturbada, la deconstrucción no se detiene, o mejor dicho, no es detenida porque el otro no repara la falla que la puso en marcha, y se continua hasta convertirse en destrucción, en “desmaterialización”8 .
Si suponemos que alguien hace su primera lectura de Ferenczi en forma cronológica, y si hace suyas sus ideas, al llegar a 1926 y leer El problema de la afirmación del displacer, podrá anotar cómo Ferenczi considera que en esta secuencia, la pulsión de muerte, puesta en marcha por las fallas displacenteras en la atención del entorno, es la que conduce a la desestructuración, y la de vida a la reconstrucción. Quizás a nuestro supuesto principiante, incluso antes de llegar a los textos posteriores, ya le quede como mínimo el oxímoron inesperado para él, de encontrar a la pulsión de muerte trabajando a favor de la vida. Pero si nuestro ordenado primerizo no se anda con estas disquisiciones, de todas formas va a encontrarse, siguiendo adelante en su estudio cronológico, con artículos, y entradas en las Anotaciones Póstumas, que ponen en cuestión sea mantenible esta explicación basada en la alternancia de poderes, pues va a descubrir cómo Ferenczi va abandonando en sucesivos pasos el dualismo pulsiones de vida–pulsión de muerte y sustituyéndolo por una nueva teoría de la que ha desaparecido la pulsión de muerte. Manteniendo la cronología, citaré como textos fundamentales en esta evolución, primero El niño mal recibido y su pulsión de muerte (1929 V)), y entre las Anotaciones Datadas destaco, las de 19.08.30 Toda adaptación está precedida por una tentativa inhibida de desintegración (NF); 12.01.32. Caso de esquizofrenia progresiva (R.N.) (DC)9 ; 23.03.32 Sobre el principio masculino y femenino en la naturaleza (DC); 10.06.32 Faquirismo (DC); 14.09.32 Los tres principios capitales (NF). Además, el post-escrito de Confusión de lengua entre los adultos y el niño (1933 IX) sólo se vuelve 10 comprensible si no se considera la acción de una supuesta pulsión de muerte10.
El abandono del concepto queda telegráficamente certificado con una nota de fecha desconocida: “Nada más que pulsiones de vida, la pulsión de muerte es un error (pesimista)”11 . Puede que sea sólo una ocurrencia -hasta cierto punto todas las Anotaciones lo son- pero dado que no está fechada, no sabemos si se sigue de, o clausura, una neoteoría pulsional que se inicia con un diferente y atenuado dualismo. Escribe: “La pulsión de hacerse valer y la pulsión de conciliación constituyen juntas la existencia”12 , y adoptando la idea freudiana de que las pulsiones se configuran como tendencias, distingue una “tendencia egoísta” formada por las “pulsiones de hacerse valer”, de otra “tendencia altruista” configurada por las “pulsiones de conciliación”.
No me olvido de mi supuesto principiante en Ferenczi. Cuando llegue a la nota de 04.08.32 (Sin título) en la que el autor, recordando Thalassa (1924 XLII), escribe que “una reedición implicaría una reescritura”, pensará que Ferenczi hubiera podido aplicar este mismo comentario a El problema de la afirmación del displacer (1926 XLIX), en lo que hace a las pulsiones que configuran al sujeto, puesto que en su neoteoría ha descartado la existencia de una pulsión de muerte, responsable en aquel artículo de la destrucción.
Se hace entonces necesario reflexionar sobre la teoría pulsional ferencziana, para articularla en la génesis del sujeto. Para ello daré un rodeo, que supone añadir a las existentes mi especulación o elucubración sobre el significado de “Orpha”.
A pesar de que la palabra aparece sólo en las Anotaciones Datadas Póstumas y escasas veces (nueve veces nombrada explícitamente), para muchos estudiosos se ha convertido en un término misterioso, atractivo y prometedor. El hecho de que la palabra aparezca casi siempre entre paréntesis o comillas, hace pensar que el autor sólo necesita recordarse una noción que ya tiene clara, pero que no aclara para nosotros. Ferenczi no está hablando de momento para ser leído, sino para sí mismo. De ahí la proliferación de hipótesis sobre el significado de “Orpha”. Investigaciones a veces muy interesantes, como las de Carlos Castillo13 o Carmen Acedo14 entre nosotros, o las de Nancy Smit15.
En mi caso, voy a dar por buena y suficiente la segunda alusión a Orpha16 , primera de las cuatro que hay en la nota de 12.01.3217, en la que el diarista escribe: “pulsiones vitales organizadoras (Orpha)”. Además de ser el atisbo de explicación más inteligible, elijo también y sobre todo este fragmento, porque es el más adecuado cara a lo que pretendo profundizar: la influencia de las pulsiones18, según las piensa el último Ferenczi, en la construcción del sujeto psíquico.
Tras la cita recién referida, habla a continuación de “fuerzas órficas”19 ¿Por qué no pensar entonces que con lo órfico se esté refiriendo a Orfeo, pero tal y como lo veneraba el Orfismo? Este ítem figura en el Diccionario del mundo antiguo (Fernández Uriel y Vázquez Hoys 1994) definido así:
“Orfismo: Doctrina pseudorreligiosa heterogénea elaborada básicamente en el siglo VI a. C. (…) En su doctrina confluye la filosofía con la religión. En ella el hombre es concebido como una mezcla de naturaleza divina dionisiaca con otra terrestre titánica”
Tal vez Ferenczi ha situado su teoría pulsional bajo el paraguas del orfismo, a la manera en que Freud situó su segunda tópica bajo el planteamiento de Empédocles de Agrigento20, según el cual, las grandes fuerzas que mueven al ser humano son “amor y discordia”. Pensar que Orpha puede ser utilizado por Ferenczi de modo similar, se sostiene además en el utraquismo ferencziano, que en este caso llena su cáliz aplicando a la teoría pulsional, la filosofía y pseudoreligión propias del Orfismo. Y así como “amor y discordia” son la base para Freud de la teoría pulsión de vida/pulsión de muerte, la doble naturaleza titánica y dionisiaca del ser humano se convierte al ser aplicada al psicoanálisis en el basamento de su teoría “pulsiones de hacerse valer” versus “pulsiones de conciliación”. Que estas dos variantes se coordinen para estructurar al sujeto de una forma saludable o patológica depende esencialmente de la intensidad destructiva de los traumas precoces.
Las titánicas pulsiones de “hacerse valer”, también nombradas como “de dominio”, “de autoafirmación” o “egoístas” son al principio muy débiles, necesitan ser reforzadas por una “presión exterior”, por un “amor de vuelta”21. La idea está muy próxima a Kohut y a ” Winnicott, a la “madre suficientemente buena” (Winnicott 1980) de este último, que brinda ese “amor de vuelta”. Aunque por suficiente y no perfecta, se producirán fallas en el holding y son esas fallas los momentos de deconstrucción de los que hablaba el artículo de Ferenczi del 26. Si la “mirada viva de la madre” (Kohut 1977) reaparece suficientemente, se producirá la reunificación, y el proceso continuará hacia la individuación y subjetivación. Si el “amor de vuelta” no se produce o nunca existió, la deconstrucción/fragmentación degenera en destrucción/atomización/desmaterialización, en marasmo psicofísico. El recién nacido tiende a hundirse en el universo, hasta llegar incluso a morir, como sucede en los casos estudiados por Spitz, niños bien atendidos, bien cuidados, pero sin “amor de vuelta”.
En cuanto a las dionisiacas22 “pulsiones de conciliación”, también nombradas como “de reparto”, “de comunión” o “altruistas”, especulo que se corresponden con la naturaleza dionisiaca del hombre, con su tendencia a la reunión feliz, a la orgía, a la “común-unión”, como al menos la edición francesa matiza al hablar de “pulsiones de comunión”.
Son la forma ferencziana de entender la tendencia hacia la socialización, el suelo de la empatía, en parte de la capacidad de sublimación, del vínculo y compromiso con el otro y los otros. Por contra a la debilidad neonatal de las “pulsiones de hacerse valer”, las de “conciliación” (de conciliación con el otro) son extremadamente activas desde el nacimiento, son la base pulsional para la identificación primaria, que Freud definía como previa a toda catexis de objeto, mecanismo que Ferenczi piensa ha quedado sin que el propio Freud saque sus enormes consecuencias. La forma peculiar de referirse nuestro autor a estas identificaciones neonatales, masivas y pasivas, es nombrándolas como ocurriendo sobre todo en esta “fase de mimicry” o “periodo de mimetismo puro”23.
Si este mimetismo surge en vínculo con figuras de autoridad, padre o madre, suficientemente buenas, en acción conjunta con las pulsiones de hacerse valer, conducirán a una individuación saludable, egoísta por su lado titánico, altruista por su lado dionisiaco. También en cuanto a lo dionisiaco, hay que recalcar la flexibilidad que supone considerar la noción de “suficientemente bueno”. Siempre se producirán desencuentros, frustraciones provenientes del otro, “pequeños traumas fáciles de dominar”24 . Y son estos momentos los que, en este eje dionisiaco, se convierten en momentos de deconstrucción que por la reaparición del objeto bueno, reconstruyen, mejorándolo, el proceso de socialización del sujeto.
Si el objeto de identificación primaria no es suficientemente bueno, tal proceso se ve detenido o trastornado por sus acciones disruptivas, causantes de traumas precoces, intensos y masivos. Ferenczi destaca como base de estos traumas los denominados “trasplantes extraños”25 vegetativos, introyecciones de carácter displacentero, incorporadas por mimetismo, que van a dar lugar a toda suerte de patologías. En estos casos, como en el de las tendencias de naturaleza titánica, la deconstrucción se ha transformado en destrucción.
En algún momento he utilizado el término eje. En forma gráfica, se podría llegar a pensar en la acción conjunta de lo titánico y lo dionisiaco situándolos sobre los cartesianos26 ejes de abscisas y ordenadas, y considerar en el eje de abscisas la individuación, y en el de ordenadas la socialización, o viceversa. Los puntos resultantes de la combinación de ambos tal vez sirvieran de base para abordar las distintas patologías y sus distintos grados en este proceso de génesis del sujeto.
Pero al llegar a esta vulgarización cartesiana, el principiante de primer curso y yo, que estoy en segundo, consideramos que hemos ido ya suficientemente lejos. Nos quedamos preguntándonos si al desconsiderar la participación de la pulsión de muerte en la construcción del sujeto, hemos dejado de ser freudianos. La respuesta depende. Si leemos El malestar en la cultura (Freud 1930a[1929], donde más o menos aquel que no valida la hipótesis de pulsión de muerte es presentado como un “niñito” que no se atreve a caminar por el “lado salvaje”27 de la vida, tendremos que reconocer que, si somos freudianos, lo somos muy críticos.
Si nos remitimos a la introducción de tal supuesta pulsión, tal como Freud (1920g) la presenta: “Lo que sigue es especulación, a menudo de largo vuelo, que cada cual estimará o desdeñará de acuerdo con su posición subjetiva”, somos freudianos que han optado, entre las dos posiciones que aquí valida, por desdeñar la pulsión de muerte. (Freudianos críticos por supuesto, eso siempre).
BIBLIOGRAFÍA
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Dupont, J. Les notes brèves inédites de Sándor Ferenczi. Le Coq-Héron no 149, 1998 [en
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Ferenczi, S. Obras. Espasa Calpe: Madrid, 1981-1984
–Reflexiones psicoanalíticas sobre los tics (1921 X)
–El desrrollo del sentido de realidad y sus estadios (1913 VIII)
–El problema de la afirmación del displacer (1926 XLIX)
–Thalassa (1924 XLII)
— Confusión de lengua entre los adultos y el niño. El lenguaje de la ternura y el lenguaje de la pasión (1933 IX)
— Notas y fragmentos (1920 y 1930-1933 XX1
Ferenczi, S. Sin simpatía no hay curación. El diario clínico de 1932. Buenos Aires: Amorrotu, 1997. [Diario Clínico. Buenos Aires: Conjetural, 1988] [Ohne Sympathie keine Heilung. Das klinische Tagebusch von 1932. Frankfurt: S. Fischer Verlag, 1988]
Fernández Uriel, P. y Vázquez Hoys, A. Diccionario del mundo antiguo. Madrid: Alianza Editorial, 1994.
Freud, S. Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.
–Más allá del principio del placer (1920g)
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–Esquema de Psicoanálisis (1940a [1938]
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Gondar, Jô (2017). A vontade de (se) destruir. Ferenczi com Nietzsche. En Eliana Schueler Reis y Jô Gondar. Com Ferenczi. São Paulo: Zagodoni Editora Eirelli, 2022.
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Winnicott, D. W. El niño y el mundo externo. Buenos Aires: Ediciones Hormé, 1980.
- 09.04.31. El nacimiento del intelecto. Notas y fragmentos. A partir de aquí, (NF) ↩︎
- El término escisión, no recoge explícitamente la multiescisión, valga decir, a la que se refiere Ferenczi, que por contra es evidente nombrándola como fragmentación. ↩︎
- Ferenczi/Freud, 31.05.31.Anexo II. (Correspondence) ↩︎
- 10.08.30. Toda adaptación está precedida por una tentativa inhibida de desintegración. (NF) ↩︎
- La escisión como fragmentación múltiple, no aparece en Freud hasta ciertos párrafos de (1939a) y (1940a) ↩︎
- 0.08.30. Toda adaptación está precedida por una tentativa inhibida de desintegración (NF) ↩︎
- Para Derrida la noción de deconstrucción lleva implícita ya la de reconstrucción, dos tiempos que Ferenczi nombra como diferentes. En el Diccionario de la RAE: “Deconstruir: deshacer analíticamente algo para darle
una nueva estructura”. ↩︎ - 10.08.30. Toda adaptación está precedida por una tentativa inhibida de desintegración (NF) ↩︎
- Diario clínico. A partir de aquí (DC) ↩︎
- La pregunta que se hace Ferenczi sobre como se introduce el sufrimiento en un ser en estado de ternura, tiene fácil respuesta para quien pueda atribuirlo a la pulsión de muerte. ↩︎
- Dupont, J. Les notes brèves inédites de Sándor Ferenczi. Le Coq-Héron no 149, 1998 (en castellano: Las notas breves inéditas de Sándor Ferenczi. Intersubjetivo, Vol 2, no2, 2000). ↩︎
- 23.2.32. Sobre el principio masculino y femenino en la naturaleza (DC) 13 ↩︎
- Castillo Mendoza, C.A. (2019) ↩︎
- Acedo Manteola, C. (2008) ↩︎
- Smith, N. (1998) ↩︎
- No entro en las hipótesis sobre el nacimiento del término, si corresponde a Ferenczi, a Elizabeth Severn, o a una colaboración entre ambos. Me limito a constatar que Ferenczi lo hace suyo. ↩︎
- 12.01.32. Caso de esquizofrenia progresiva (R.N.) (DC) ↩︎
- “Organisierende Lebenstriebe”. (DC, edición alemana 1988) ↩︎
- “Estas mismas fuerzas “órficas” parecen haber estado ya presentes en la época del primer shock” ↩︎
- En Freud (1937c) y (1940a [1938] ↩︎
- 16.06.32. Sentimiento de la personalidad (sentimiento de su propia grandeza forma valor) como producto del reconocimiento por el mundo circundante (DC) ↩︎
- Utilizo el adjetivo dionisiaco en forma más o menos fiel a la mitología griega. Sobre lo dionisiaco también 23 han escrito Carmen Acedo (2008) y Jô Gondar (2017), pero discurriendo sobre todo a partir de la visión de Nietzsche. ↩︎
- 7.09.30. Fantasías a propósito de un modelo biológico de la formación del Superyó (NF) 25 ↩︎
- 7.09.30. Fantasías a propósito de un modelo biológico de la formación del Superyó (NF) ↩︎
- 07.04.32. Destino de los niños de enfermos mentales (DC) ↩︎
- Descartes forma parte de los abordajes utraquistas de Ferenczi. Véase (Sin fecha), Influencia de las pasiones 27 de los adultos sobre las neurosis del carácter y el desarrollo sexual de los niños y el post-scriptum de Ferenczi (1933 IX) ↩︎
- Lou Reed. Walking on the wild side ↩︎