Iluminaciones profanas y experiencia: Una mirada sobre las obras de John Berger

por | Revista del CPM número 9

En los terrenos de que tratamos, conocimiento solo lo hay
a modo de relámpago. El texto es el largo trueno que después retumba.

Walter Benjamín.

Existe un autor al que llevo años leyendo y que me tiene subyugado. Se trata de John Berger.

Sus escritos, sus pequeños ensayos sobre todo, tienen para mí una finura, una lucidez y una profundidad que, acompañados por una intimidad y una complicidad grandes, hacen de ellos pequeñas obras maestras.

Quizás estoy exagerando, pero no encuentro otro modo de acercarles lo que en mi este autor provoca; quizás, el modo mas apropiado, seguro, sería que ustedes mismos le leyeran, pero mientras cierran estas paginas y van hacia allá, yo les sigo contando.

Berger propone que es a partir del compromiso personal, de la construcción de la experiencia, que las cosas adquieren valor, que las cosas “nos muestran su valor”.

Las cosas adquieren valor no a partir de la ideología, sino del encuentro. De ese encuentro que ocurre al azar y también del que se sale a buscar. De ese encuentro que, producido como en un “sin querer”, uno estuvo en disposición de percibir, no habiendo nada programado, más que la expectante espera. En ese “yo no busco, encuentro” picasiano; es en ese “como esperar a que la experiencia suceda”, en donde la verdad se nos muestra, y ello implica cierta disposición de la mirada (1).

En palabras de Wodsworth, que seguro Berger aprobaría, podríamos decir: “Existe un tipo de emoción trascendental: “haber sido sorprendido por el gozo”; paradójicamente, eso hay que buscarlo”.

Ser sorprendido y haber tenido que buscarlo, paradoja al gusto de Winnicott que nos habla de una actitud desarrollada y seguida por toda una pléyade de artistas que, en sus escritos sobre sus creaciones, hablan de esa búsqueda ciega, de ese deambular a ciegas que les lleva a sorprenderse con lo que encuentran, y que es la mejor prueba de un trabajo inconsciente que se produce a espaldas del sujeto, y que puede ser utilizado si este se deja utilizar por él.

Es Chillida el que viene ahora en mi apoyo cuando dice : El artista trabaja buscando, indagando, desconociendo a donde va a llegar. Si el resultado se conoce de antemano, la obra nace muerta.

Puede decirse que para evitar la literatura de tesis, la actitud de Berger es la de la espera, la de estar en un lugar y permanecer atento a que la experiencia tenga lugar (2). También él como esos aristas picassianos.

Y quizás, quizás no, seguro que es por la gran similitud entre esa actitud y lo que hacemos en el análisis que Berger me gusta tanto…esperar, de un modo expectante…, a que la experiencia suceda…paciente y analista se dejan llevar… uno por la asociación libre…, el otro por la atención flotante…, hasta que de repente la experiencia del inconsciente sucede…, como un escollo bajo la quilla…, por sorpresa. Para que ello suceda, como dice Berger hay que evitar la literatura de tesis y hay que estar dispuesto a oír cualquier cosa. Hay que dejarse llevar por la paradoja winnicottiana de lo creado es lo encontrado. Hay que estar dispuesto…

La experiencia de Berger, que tiempo es ya de recordarlo es la experiencia de Walter Benjamín, esa experiencia que alude al mantenimiento de una identidad, al mantenimiento de una identidad humana y humanizante y a la incorporación como propias de las contingencias de la vida. Esa experiencia que es para él, para ellos, un modo de relacionarse con el mundo y el único modo en que el hombre, cada hombre, dará sentido, “su sentido”, a su existencia.

Cuando Berger se plantea que la experiencia está desapareciendo, lo que dice es que nuestros deseos y aspiraciones están marcados desde un afuera monopolizador y totalizante. Que nuestra identidad humana está siendo suplantada por una globalización identitaria que nos deja desarbolados frente a una existencia desubjetivizada.

Una de las principales marcas de la desaparición de la experiencia es que la narración, dice Berger, que siempre establecía un vínculo con la tradición y llevaba las marcas del narrador, ha sido progresivamente reemplazado por la información, que se supone enunciada por un sujeto anónimo y a la vez universal.

También nosotros desde el psicoanálisis proponemos la recuperación de la experiencia de la narración, el incorporar como propias las contingencias de la vida, ese modo personal de relacionarse con el mundo. Quizás por esto me gusta Berger, o quizás por esto me gusta el psicoanálisis…

Por otro lado, la experiencia de Berger obliga a una cierta disposición de la mirada (3). Un deseo que pugna por hacerse realidad, un sujeto que lucha por no desaparecer sojuzgado por lo universal como hemos dicho. Ahora bien, mirar es hacer algo con lo que se ve. Y Berger propone: incorporar la experiencia del artista a nuestra propia experiencia.

Quizás deba aclarar que Berger comenzó su trayectoria en la escritura como crítico de arte y que su máxima preocupación se dirigió a la posición que adopta el espectador frente a las obras de arte: ¿Cómo vemos? ¿Qué vemos? ¿Qué es una experiencia artística? ¿Qué es la creación? ¿Qué comparto con el creador que me emociona? De ahí, que su propuesta sea la de sumar experiencias, dos sujetos confrontados frente a la obra de uno, hacen de la experiencia un encuentro significativo… si pueden…

También esto resuena en mí como parte de lo que hacemos en nuestros análisis: incorporar la experiencia del otro a nuestra propia experiencia, producir una dupla que permita aparecer lo desaparecido. Y viceversa, permitir que nuestra experiencia de análisis repercuta en nuestros pacientes.

Y añade Berger: para salir de los modos de mirar que se impone socialmente hay que recuperar la experiencia del pintor y unirla con la experiencia del espectador. (4).

Creador y espectador unidos en un lazo experiencial único, y así es, solo cuando como espectadores atravesamos la barrera que nos separa pasivamente de lo creado, somos capaces de percibir la creación en su pulsante vivacidad.

Sujetos de nuestra historia, historizados en su relato nos apropiamos de su creación en el diván.

W. Benjamín, maestro de pensamiento de Berger, hablaba, a propósito de los surrealistas, de iluminación profana, intentando con la expresión dar cuenta de esos súbitos momentos preñados de azar –pequeños azares, o también grandes azares– en los que un acontecimiento se produce; la idea de la iluminación profana en Benjamin se asocia al acontecer de una penetración que tiene mucho de pasmo… Como cuando el inconsciente aparece y dice su verdad.

Berger propone una dialéctica entre pasado y presente. Es, dice él. el presente el que hace las preguntas al pasado, y es el pasado el que informa al presente en la medida en que lo contiene.(5).

Es justamente ese vínculo el que intenta destruir la globalización. El vinculo del presente con el pasado que lo contiene. Y, que nosotros intentamos recuperar con Berger, y otros mas,…no estamos solos.

Siguiendo a Walter Benjamín, Berger propone una concepción cualitativa del tiempo como camino de actualización y no solo de devenir, frente a la concepción vacía e infinita del tiempo en la idea de progreso que ambos critican.

Camino de actualización, historización, asunción del pasado, recapitulación del presente, análisis y vida, vida y análisis
.

Quizás es por estas cosas que Berger me gusta tanto: por su modo de transmitir susurrando lo que piensa, compartiéndolo, evocando; en transferencia diríamos nosotros, en permanente pulso auditivo, resonando, deambulando, a la espera de la iluminación, del rayo inconsciente que ilumine la escena y permita un retumbar verdadero; experiencia de análisis impagable, experiencia de vida, o vida a secas, vida verdadera o verdad en vida llámenle como quieran pero si lo han vivido saben de qué hablo.

Termino ya con una cita del maestro de Berger, que podría firmar también cualquier analista, dice así:

“No tengo nada que decir, solo tengo cosas para mostrar.

No voy a robar nada de valor ni apropiarme de formulas espirituales.

Pero los harapos, los desechos: no quiero hacer su inventario, sino permitirles que se les haga justicia de la única forma posible: usándolos” (W.Benjamin).

Eso hacemos nosotros también con los síntomas, con los lapsus, con los sueños, con las fantasías inconfesables, con los desechos del ser humano que parecían no servir para nada hasta que el psicoanálisis les dio carta de naturaleza e identidad.

Eso hace también Berger con sus pequeños escritos, devuelven al ser humano los desechos (las pequeñas experiencias) que le pertenecen y le constituyen.

Eso hacemos también en análisis, quizás por eso Berger me gusta tanto….por esa preocupación por la mirada que yendo hacia fuera, retorna hacia lo mas profundo, permitiendo que la percepción endopsiquica se produzca, dando un reconocimento al otro en mi y a mi en el otro. Recordándonos que la alteridad es la base de la mismidad…

OBRAS DE J. BERGER:

– ENSAYOS Y ARTÍCULOS:

Modos de ver . Editor Gustavo Gili 1.974. Mirar . Hermann Blune 1.980. El sentido de la vista. Alianza Forma. 1.999. Algunos pasos hacia una teoría de lo visible . Ardora 1.997. Otra manera de contar . Mestizo. 1.997. Tiziano: ninfa y pastor. Ardora. 1.999. Te mando este rojo cadmio . Actar 2.000. Fotocopias . Alfaguara 2.000. El tamaño de una bolsa. Taurus. 2.001. Siempre bienvenidos. Huerga y fierro Editores. 2.004. Esa belleza . Bartlevy Editores. 2.005. Aquí nos vemos . Alfaguara 2.005.

– NOVELAS:

Un pintor de hoy . Alfaguara 2.002. G. Alfaguara. 1.994.
King . Alfaguara 2.000.
Puerca tierra.
Alfaguara 1.989.
Lila y flan
. Alfaguara 1.993.
Una vez en Europa
. Alfaguara 1.992.

– TEATRO:

El ultimo retrato de Goya . Alfaguara. 1.989.

– GUION DE CINE:

La salamandra y Jonas tendrá 25 años en el año 2.000 , con Alain Tanner.

– SOBRE JOHN BERGER:

(1), (2), (3), (4), (5) “Berger y los modos de mirar de Marcos Mayer”. Campo de ideas . 2.004.