El sueño: enfoques recientes

por | Revista del CPM número 30

REVISTA DEL CENTRO PSICOANALÍTICO DE MADRID – Nº 30

 

El sueño: enfoques recientes

Daniela De Robertis

 

¿Por qué una contribución sobre el sueño?

¿Qué importancia puede tener en la actualidad la consideración de que los sueños sean una producción psíquica que conlleva un significado, después de que la relevancia que Freud le atribuyó al sueño ha ido disminuyendo con el tiempo?

Además, ¿qué observatorio privilegiado puede aún ocupar el sueño cuya naturaleza es intrapsíquica, y por lo tanto ha sido desapercibido por el enfoque relacional?

Sin embargo, tal vez pueda producirse un cambio y llegar el momento de recuperar los sueños.

Es precisamente la neurociencia la que nos dice que el sueño es una actividad necesaria y multiforme de la mente, de cuya complejidad y riqueza aún no estamos plenamente enterados (Jouvet, 2000). Por lo tanto, tal como haremos a continuación, también vamos a utilizar esta complejidad y riqueza en el tratamiento y, sobre todo, «para» el tratamiento. Subrayar la complejidad y la riqueza que tiene la función onírica es el eje del tema que voy a abordar.

Así pues, querría proponer una primera definición útil para restaurar la dignidad del sueño: el sueño restituye la fotografía del estado en el acto del sistema. ¿Qué se entiende por estado en el acto del sistema? Quiero decir el conjunto psíquico del sujeto en su actualidad por lo que afecta a sus vínculos y sus recursos, sea con respecto a la preservación del status quo, sea con respecto al cambio: más detalladamente, la narrativa onírica nos pone al corriente acerca de las condiciones de rigidez o de flexibilidad que presenta el sistema psíquico del soñador y cuál de las dos vertientes prevalece en ese momento con respecto al proceso terapéutico. Desde este punto de vista, el sueño, como indicador del perfil de la persona, asume un valor diagnóstico: nos dice cómo es y como está el sujeto, de modo que los sueños que el paciente cuenta a lo largo del análisis representan un tipo de diagnóstico in progress, mejor dicho, de autodiagnóstico in progress.

Pero esta concepción es muy diferente de la de los orígenes: según Freud (1900; 1932) y el psicoanálisis clásico, el sueño era considerado la realización de un deseo¹:

sexual, infantil y reprimido.

Por cierto no hace honor al sueño:

– ser relegado solo al espacio limitado de la sexualidad;

– ser considerado expresión de un estado regresivo;

– ser relacionado con la defensa;

– ser explicado recurriendo a la teoría psicológica de la compensación y no de la adaptación;

– ser arraigado a una antigua satisfacción, que no pudo realizarse, localizable en la

dimensión del pasado y no vinculada al presente;

– ser considerado un producto simbólico al servicio del camuflaje.

Pero, ¿qué ha sucedido en estos cien años? Y, ¿cómo es la situación en la actualidad? Partiendo de Ferenczi (1988) y Jung (1916) y pasando por Fromm (Fromm, 1951; French, E. Fromm 1952), hasta llegar primero a Bion (1962), y luego a Kohut (1977), asistimos a un cambio de dirección, del cual, en los últimos 20 años, ha sido, sin duda alguna, protagonista el postkohutismo, con las valiosas aportaciones de Fosshage (1983; 1988; 1997; 1999; 2002). En este avance podemos identificar algunas directrices:

En primer lugar y gracias a los aportes de la neurociencia (Payne, 2011; Liff et al., 2012; Payne et al., 2012; Xie et al., 2013), se cree que el sueño es un dispositivo muy elaborado y complejo. Esto significa que el punto de observación ya no está relegado a la vertiente del deseo prohibido, sino que se reconocen en el sueño funciones esenciales útiles para el organismo y la mente, identificables sobre todo en el reforzamiento de los recuerdos y en la atribución de los significados a las experiencias diurnas (Wamsley, Stickgold, 2001; Diekelmann, Born, 2010; Botella 2014) que vienen integradas en el conjunto mnésico preexistente. En resumen, el sueño prepara todo un equipo muy sofisticado, que se utiliza para llevar a cabo una continua reformulación de las vivencias conscientes e inconscientes, que tienen lugar en la vida del sujeto.

Así se produjo una ampliación del horizonte, que debilita la atención sobre las invasivas operaciones defensivas, las cuales caracterizaban el enfoque psicoanalítico clásico. En base a tales consideraciones, en la actualidad, el sueño ya no es únicamente relegable a una zona patológica, defensiva y sintomatológica.

Esto también implica una concepción diferente de la simbología onírica, según la cual el sueño pone en escena un significado, pero no escondido o camuflado. Un significado seguramente formateado de modo simbólico, pero no porque sea defensivo, sino porque la actividad de la mente (que produce el sueño) es simbólica.

Como resultado de la progresiva operación de despatologización del sueño, a los procesos oníricos se les atribuye una función creativa y adaptativa, identificable especialmente en los intentos de solucionar los conflictos o, en otras palabras, de perseguir operaciones de problem solving y de reintegración del Self : un camino que en primer lugar emprendió Kohut (1977).

También se ha consumido una transición desde una posición dirigida a descifrar los contenidos del sueño, e interesada en descubrir «qué» domina en el sueño, hasta un enfoque centrado en los procesos y las funciones que se ponen en juego en el sueño.

Otro notable cambio versa sobre una conceptualización del sueño distinta, que mira al onirismo, no en función del deseo, que es uno de los aspectos del sujeto, sino en relación con el sujeto en su totalidad y que considera el sueño una expresión altamente creativa, un producto autopoiético y representativo de sí mismo.

Pero sobre todo, se legitima una función evolutiva del soñar, reconociendo los aportes de los procesos de la memoria y del aprendizaje; procesos útiles para favorecer en el sujeto funciones de actualización y adaptación de nuevos mapas cognitivos y de nuevas estrategias comportamentales.

Este enfoque desplaza el foco del análisis de los sueños, planteado en el pasado,hacia el análisis de los significados centrado en el presente, pero también y sobre todo, hacia las perspectivas futuras que implica el sueño, y que se hallan en la tipología de los sueños evolutivos, que enseñan una perspectiva o dirección futura, es decir, sueños donde es posible detectar la dirección de vida que el sujeto está plasmando en función de su futuro.

Dicho esto, lo que quiero destacar para los fines del trabajo clínico no es que sea localizable «una» función del sueño, sino que la actividad onírica lleva aparejada por lo menos dos clases de sueños: una clase orientada a la conservación y una clase más evolutiva. Y yendo aún más lejos, propongo la hipótesis de que el sueño formaliza una serie de funciones representadas por varios tipos de sueños: un abanico que, en mi opinión, se puede resumir en cinco categorías básicas, con diversas combinaciones recíprocas. Pero también querría nombrar para cada categoría, qué modalidad de intervención y qué curvatura dar a la interpretación por parte del analista, en relación con la tipología específica del sueño que le ha contado el paciente.

Y ahora, echemos un vistazo a los cinco tipos que he propuesto:

sueños repetitivos o recurrentes.

Pesadillas.

sueños conservadores.

sueños dotado de perspectiva o evolutivos.

sueños de compromiso.

Sueños repetitivos

A propósito de este tipo de sueños, comencemos por preguntarnos qué función tendría volver a presentificar una experiencia desagradable que acarrea sufrimiento. Freud había dado una respuesta: se trata de la compulsión a la repetición, brazo operativo del instinto de muerte. Una explicación que hoy en día es difícil de compartir. En cambio, nos preguntamos ¿cuáles son las funcionalidades que realiza esta categoría de sueños? ¿Tal vez conocer mejor la experiencia representada en el sueño? Claro que no, de hecho la tasa de repetitividad indica que la experiencia en cuestión ya es patrimonio de los recuerdos consolidados, es decir, de la memoria a largo plazo. ¿Y entonces? Podemos leerlo como un intento, aunque fallido, dado que está sujeto a repetición, a la escenificación en términos simbólicos del contexto del trauma o del conflicto, o de las dificultades a las que se enfrenta el sujeto para solucionar dicha problemática. Son los sueños con función de problem solving, que se repiten con dicho fin y hasta que el problema se haya resuelto. Se trata de los sueños que son objeto de la atención de la traumatología y que conllevan escenarios oníricos donde se escenifica el evento catastrófico. Pueden ser interpretados y propuestos al paciente con mucho cuidado, tal vez tocando algunos puntos críticos, pero sin enfatizarlos excesivamente y, sobre todo, haciendo hincapié en la intención del soñador de solucionar el asunto, lo que ha inspirado la génesis del sueño. Más adelante presentaré un ejemplo.

Pesadillas

Sueños que la «voluntad» del soñador interrumpe abruptamente a causa de un paroxismo emocional inmanejable. Son sueños de los que el sujeto se despierta sobresaltado y preso de una emoción intensa, fundamentalmente de terror, angustia o disgusto, o debido a estados emocionales mixtos. También en este caso rechazando la explicación freudiana que afecta al masoquismo y que hace referencia al instinto de muerte introyectado, podemos preguntarnos qué función cumplen esta clase de sueños. Son tipos de sueños que pueden incluirse también en la finalidad del problem solving, por lo que deben considerarse como intentos, tajantemente fracasados, de enfrentar la «escena del crimen», con la diferencia, en este caso respecto del tipo anterior, de que el soñador está muy lejos de la potencialidad resolutoria y la cumbre emocional lo demuestra. En otras palabras, es como si el soñador dijera a si mismo : «Voy a intentar solucionarlo, pero sé que es inútil». En mi opinión, las pesadillas son clases de sueños que no deberían ser interpretados: dada la lejanía y la dificultad de un enfoque resolutorio, la interpretación duplicaría en el estado de vigilia la tormenta emocional del estado nocturno. Sería como si, frente a una persona asustada, nos pusiésemos a debatir sobre su miedo. ¡Es legítimo pensar que se conseguiría el efecto de incrementarlo!

Sueños conservadores

Son tipos de sueños que representan el perfil del soñador y que reproducen, por así decirlo, el «status» del sujeto, las reglas del juego que se aplican en su interior o, mejor dicho, el status quo del soñador, atestiguando hasta qué punto la persona continúa asimilando y organizando estímulos, experiencias e ideas “cosechadas” en el estado de vigilia, según «principios organizadores anteriormente establecidos» (Fosshage 1999, p. 15). Lo que equivaldría cognitivamente a una especie de asimilación piagetiana. En resumen, son sueños en los que la matriz identitaria y la estructura estática del sujeto están más en primer plano.

Se pueden interpretar si el analista considera que en ese determinado momento del proceso es oportuno detenerse más en la historia del paciente, optando por dirigir más la atención hacia sus modalidades de funcionamiento consolidadas y hacia su modo de ser y funcionar. En dicho caso, el sueño induce a elegir un enfoque sustancialmente histórico-genético, que a veces puede tener sus ventajas: un enfoque basado en el pasado-presente.

Sueños evolutivos , o sea con perspectiva hacia el futuro.

Es una tipología de sueños en la cual se encuentra en primer plano la función evolutiva. Son sueños innovadores, en los que predominan los aspectos emergentes, que atestiguan «el desarrollo de nuevas configuraciones psíquicas» o «nuevas trayectorias evolutivas» (ibíd.), desde el momento en que emerge por primera vez en un sueño una nueva configuración psicológica o un cambio. Por lo tanto, me refiero a sueños en los que un movimiento de desarrollo, o el índice de un cambio de ruta están en primer plano. Estos sueños deben interpretarse proponiendo al paciente su innovación, aunque en términos suaves, pues de lo contrario, el paciente podría asustarse frente a un cambio que podría hacerle sentirse “sacudido” y «descolocado» y podría desestabilizarlo. Por lo tanto, una interpretación que enfatize en demasía el cambio sería perjudicial y tendría el efecto contrario de alzar las defensas. Pero igualmente, silenciar el índice evolutivo sería un notable descuido, una imperdonable ocasión perdida por parte del analista. Más adelante presentaré un ejemplo de un sueño evolutivo.

Sueños de compromiso

Son sueños en los que el paciente presenta una fórmula intermedia, entre la preservación y la innovación: pertenecen a esa tipología los sueños que más rellena el espacio clínico, al ser los más frecuentes, los más soñados y los más contados por la mayoría de los pacientes. A menudo, incluso si el sueño se desarrolla en varias escenas o cuadros, se puede asistir a una clara repartición: algunos cuadros presentan facetas o tendencias conservadoras y otros en cambio conllevan implicaciones más evolutivas y más dotadas de perspectivas futuras. De tal modo que, en la dialéctica entre conservación e innovación, ambas polaridades tienen voz. Ya veremos un ejemplo.

La vertiente clínica: sueños en vivo

Ahora me gustaría presentarles unos sueños que nos permitirán trasladar en la operatividad clínica lo que hasta ahora he formulado en términos teóricos. Antes de exponer cada sueño haré una breve presentación del paciente.

Andrea y el corte de las ligazones: la dañina estrategia de supervivencia.

Andrea, un hombre de éxito de 50 años, casado y con tres hijos, además de sufrir una ansiedad generalizada, taquicardias y trastornos somatoformes, busca ayuda porque se siente «estresado» por sus responsabilidades y sus obligaciones, tanto respecto a su familia como en la empresa. Esto afecta al nivel de satisfacción, a la calidad y a los plazos de sus prestaciones y de su trabajo, porque siempre tiende a posponer su ejecución.

Andrea es el mayor de tres hermanos. Mientras que él es un ejecutivo de una empresa muy afamada, los otros dos tienen trabajos más modestos y no quisieron ir a la universidad, una diferencia que es recalcada y que va acompañada de un sutil desprecio por parte del paciente. Lo mismo piensa de su padre, quien, según su descripción, parece un poco entre un gandul y un simplón: perdió varias veces su trabajo y, ahora que está jubilado, no hace nada. Por el contrario, su madre siempre está en movimiento, trabajando sin descanso y «agotada» por tanto cansancio. A menudo, aunque de forma indirecta o implícita, se divisa en sus recuerdos o historias, que fue y sigue siendo una persona muy exigente y petulante. El paciente transmite una experiencia de vida en la que está rodeado de un mundo de ineptos/incapaces y en la que sólo él (con una buena dosis de narcisismo y omnipotencia) «sabe» actuar (por ejemplo, a menudo carga contra los funcionarios de los ministerios, a los que considera perezosos parásitos del estado). Andrea, de manera inconsciente, se presenta a sí mismo como el único capaz, pero también como el único obligado a responder a las exigencias maternas.

El sueño que voy a contar es un sueño repetitivo, el cual, con variaciones en su estructura básica, se viene repitiendo desde hace años por lo menos cada 2-3 meses. Propongo este sueño, no sólo porque representa la identidad estructurada de Andrea, y por lo tanto, encaja muy bien en la tipología de los sueños conservadores, sino también porque, siendo un sueño repetitivo configura el escenario de las inquietudes y las dificultades a las que se enfrenta el sujeto con la intención de solucionar sus problemas. Sin embargo, un aspecto particular de este sueño, son también las interesantes implicaciones relativas a la creación de esquemas compensatorios e intentos de autosanación de su ansiedad, con la finalidad de una autorregulación emocional, y desde luego, con el fin de solucionar el problema. Y de hecho Andrea lo resuelve, sin embargo lo hace de un modo que, pienso que no es agradable ni adecuado para él. Por lo tanto, es una resolución «falsa», y por ello se repite. Con esto espero haber despertado su curiosidad lo suficiente, por lo que entraremos ahora directamente a ver el sueño.

Los fondos que dominan en el sueño son escenarios catastróficos y visiones apocalípticas, como resultado de algo parecido a una guerra bacteriológica o nuclear. El paciente deambula en una zona metropolitana, solo y con una vivencia de alivio y de serenidad porque, tal como va explicando en las asociaciones, debe y puede pensar solo en sí mismo y en sus necesidades, sin que nadie le moleste o le distraiga. Pero, ¡cuidado! –pienso yo-, ¡a cambio de dejarles morir, o más bien matarles , a todos! Entonces, según un enredo que parece sacado del guión de la película The Omega Man², se las ingenia para procurarse el alimento, así como para encontrar los objetos y los dispositivos necesarios para su supervivencia. En resumidas palabras, la soledad que domina en el sueño es construida e interpretada por el paciente, como un recurso para garantizarse a si mismo que no tenga a nadie alrededor, a nadie que le distraiga de sus planes y compromisos. Sin embargo, el coste de esta «independencia» o falsa autonomía es la soledad, un efecto del corte de todas las ligazones: Andrea expulsa de su sueño, pero también de sus adentros, a todo el mundo. Y yo me pregunto: ¿tal vez por esto el sueño se repite en su intento inconsciente de encontrar una solución menos cara”, más favorable y ventajosa, es decir con un carácter menos dañino, asocial y solitario?

Ezio empieza a caminar”

Ahora, pasemos a otro sueño. Esta vez he elegido un sueño, no solo identitario sino principalmente evolutivo. A Ezio, de 32 años, podríamos considerarle un exponente perfecto de los denominados «bamboccioni» o, como dicen en España, de la generación ni-ni: pasa los días en casa con mamá y papá, hace trabajitos ocasionales, está insatisfecho y desmotivado, tiene una vida social muy pobre, tiene pocos intereses, ha consumido estupefacientes y acude a mi consultorio después de una depresión severa, parcialmente sanada gracias a tratamientos farmacológicos. Después de dos años de terapia, tiene este sueño: «Duermo en un coche junto con una pareja: el hombre delante y detrás yo y la mujer a mi lado. Me despiertan unos ruidos en el exterior, salgo del automóvil y empiezo a caminar». A la pregunta de si asocia a la pareja con alguien responde con el silencio más absoluto, mientras que, respecto de la mujer, comenta que hay mucha intimidad, dado que duermen en un coche, pero que se trata de una proximidad que también implica una desventaja significativa: «estamos muy apretados, no hay espacio -comenta el paciente-, yo estaba todo encogido». Acerca de los «ruidos en el exterior», añade: «tal vez era la voz de mi cuñado, que siempre me ha animado. Le admiro mucho como persona. Él sabe lo que quiere y lo persigue». El valor evolutivo del sueño y la orientación al futuro se plantea en la consideración de que Ezio está a punto de formular un cambio, de moldear otra perspectiva, que se verbaliza en forma de incipit: «comienzo». De hecho, toma forma de un tránsito, es decir, un paso que sale del marco de la configuración dada – la actual identidad de Ezio, que aparece muy bien detallada en el primer cuadro del sueño y representada por el coche y por la estrechez y la estaticidad del lugar- para desembocar, en la segunda y esbelta escena, a «otro» espacio; un espacio de movimiento y de recorrido, igualmente bien configurado por la escueta acción de «empezar a caminar».

Angelo y su viaje con la camionera

Angelo , de 17 años, es el tercero de tres hermanos, ambos mayores que él. Es el «pequeño» de la casa, mimado y consentido, y ligado a su madre por un vínculo enfermizo. Sufre de acné juvenil y, según su opinión, esto constituye la causa de sus fracasos y decepciones con las chicas. En realidad, ni siquiera lo intenta, ya que está convencido de que «con esta cara, ¿quién se va a fijar en mí?».

El sueño que va a seguir se incluye en la tipología de los sueños en los que el paciente se hace un autodiagnóstico. El sueño se articula en dos escenas: en la primera, Angelo se encuentra con una chica. Le pregunto cómo es la chica y, aunque no se aprecia ninguna emoción en su respuesta, se entiende que le gusta y que es su tipo: «es regordeta–me responde-. Lógico, ¿no? En un abrazo debe haber volumen». «¿Hay alguien más en la escena?», le pregunto. No -responde-, luego desaparece”. Intrigada por el término «desaparece», remarco «¿desaparece?» y el chico continúa: «Sí, la chica, eso significa que no ha ido bien, que no puede ser». En la segunda escena, cuenta que hay una camionera de una cierta edad. Y agrega:ella guía, pero yo tengo que arreglar «cosas» (motores, engranajes y cosas por el estilo) para llegar a donde tenemos que ir». Impresionada por esa «camionera de una cierta edad», al pensar que yo soy una persona de una cierta edad”y que, además, una «camionera de una cierta edad» es una figura por lo menos inusual en la vida cotidiana, formulo una hipótesis de transferencia y le pregunto por la camionera y el chico me contesta: «Bueno, debe ser una mujer decidida». Voy un poco más allá siguiendo la hipótesis de la transferencia y le pregunto «Y a mí, ¿cómo me ves?». Se azora un poco y dice: «Bueno,… realmente nunca lo he pensado… pues , ahora que lo pienso, ¡usted tiene que ser una mujer fuerte para el trabajo que realiza!”.

Como antes comenté, me parece un sueño con un fuerte carácter de autodiagnóstico, una escenificación de la actualidad de su proceso de análisis y, sobre todo, de vida (porque solo de análisis me parece bastante reduccionista). Un recorrido –decía– que podría sonar así: tengo deseos, necesidades, etc. [la chica es lo más importante, pero también desempeña el papel de sinécdoque (la parte por el todo)]. En fin, debo alcanzar mis metas (metáfora del viaje), pero para lograrlas, la condición de que tú me conduzcas y seas decidida no basta, «yo» debo realizar algunos ajustes (simbolizados por los arreglos mecánicos), que representan por ejemplo, la necesitad y el deseo de ir independizándose gradualmente de su madre, de poder relativizar este afecto tan absoluto.

He finalizado con este último sueño, porque se me antoja un ejemplo evidente de cómo en el proceso terapéutico el analista, a través del sueño, es ayudado por el propio paciente a sopesar y tener en cuenta las limitaciones (Andrea aún no está listo para emprender otra direcciones, necesita realizar algunos ajustes previos) y, paralelamente, los recursos (el viaje iniciado hacia la meta) que el sujeto presenta en ese momento a lo largo del proceso terapéutico y del camino de su vida.

Con la aportación de estos sueños no quería tanto proponerles las interpretaciones que he formulado calladamente, o que he propuesto al paciente, sino compartir con ustedes el testimonio de cómo el texto onírico, de forma análoga a la narración de la vigilia (Ogden 2005), es un indicador valioso de lo que está sucediendo en el paciente, en la relación analítica y en el proceso. En fin, el sueño es un aliado hábil y generoso a la hora de proporcionar informaciones útiles para el trabajo que está realizando la pareja analítica.

Notas

¹En el momento del planteamiento teórico de los sueños (Freud, 1900) la clave de la interpretación era el deseo, sin embargo, a lo largo del desarrollo de la teoría, haría falta hablar de pulsión, puesto que Freud optó por ese concepto (1905) que anduvo sustituyendo al anterior.

²The Omega Man (en España, El último hombre vivo) es una película estadounidense de 1971, dirigida por Boris Sagal e interpretada por Charlton Heston, basada en la novela de Richard Matheson Soy leyenda.

RESUMEN

La contribución se propone responder a la siguiente pregunta: ¿qué observatorio privilegiado puede todavía en la actualidad detentar el sueño, que es un proceso intrapsíquico, desde el momento en que ha pasado a un segundo plano en el enfoque relacional? Pero, contrariamente a esta tendencia, podría haber llegado el momento de recuperar los sueños, sobre todo en base a la evidencia de que es precisamente la neurociencia, la que testimonia que el sueño es un dispositivo cognitivo muy elaborado y complejo, destinado a funciones esenciales útiles para el organismo y la mente, e identificables sobre todo en el reforzamiento de los recuerdos y en la atribución de los significados. En la parte central se describen los parámetros diferenciales, acerca de las funciones del sueño y de la interpretación terapéutica, entre algunas posiciones psicoanalíticas actuales y el psicoanálisis clásico. La contribución termina presentando un material clínico de tres sueños, que permiten profundizar en la operatividad del tratamiento, lo que antes se ha formulado en términos teóricos.

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