Por Rómulo Aguillaume

El padre Eterno

R. Aguillaume

XXI Congreso del  Centro Psicoanalítico de Madrid
Lugar:
Museo de las Ciencias de Castilla La Mancha
Plaza la Merced, 1, 16001 Cuenca

Resumen

El propio título de esta ponencia se hace eco de ese lugar común en que el declinar del padre caracteriza el momento histórico actual. No solo se cuestiona la idea del pater familia tradicional, sino las consecuencias que ello provoca en la vida social. La falta de esa autoridad patriarcal determina, para cierto análisis social, un desorden explicado según el gusto catastrofista de los autores: para unos, el feminismo ha introducido en el seno mismo de la familia a esa madre falica que ha feminizado al hombre expulsándolo de su función paterna; para otros, el discurso socio- político del feminismo ha puesto patas arriba el fundamento del orden social. Si, según las teorías psicoanalíticas el padre liberaba al hijo del yugo materno hoy, al parecer, la madre es quien libera al hijo del yugo patriarcal. Como en los orígenes, lo femenino se encuentra en el centro del desorden. Hoy nos permitiremos reflexionar sobre el devenir histórico de esa función paterna o, simplemente constatar que, bajo la apariencia de los cambios sociales el padre eterno permanece con sus nuevos ropajes y apariencias.

Introducción.

El título general de esta ponencia, El padre en cuestión, no hace justicia a lo que leemos y escuchamos a politologos, sociologos, historiadores y, desde luego todo el universo psi., esto es, que el padre no está en cuestión sino que asistimos a un decaimiento de la figura paterna o, en palabrería lacaniana, la declinación de la figura paterna. Quizás más exacto sería decir que el patriarcado, la dominación de los padres sobre las madres y los hijos, se ha transformado pero no ha desaparecido.

¿Cuál es la relación entre lo que desaparece ante nuestros ojos de los poderes de los padres y “lo universal de la función paterna”? (1)

Esta pregunta puede sintetizar de lo que me propongo hablar, esto es, si la función paterna esta presente, con independencia del padre que históricamente consideremos, el padre arcaico y feroz de la antigüedad o el padre feminizado de la actualidad.

Esta pregunta introduce el enfrentamiento entre la estructura y la historia como formas de acercarnos a la predominancia de lo paterno y, por tanto, a su posible declinar. Es una forma donde lo evolutivo cobra exclusividad en detrimento del orden simbólico o a la inversa. Quisiera señalar igualmente que cuando la historia se convierte en un discurso evolutivo introducimos un prejuicio ideológico que conviene resaltar. En el caso que nos ocupa el prejuicio es pensar que la evolución histórica lo es en el camino de la liberación del yugo paterno. Como psicoanalistas, acostumbrados a pensar en términos de conflicto, preferimos concebir la historia como momentos en que el conflicto se expresa sin ninguna finalidad prefijada. Quiero decir que el conflicto masculino-femenino, hombre mujer, guerra de los sexos etc. estará también en la base de lo que quiero señalar.

En cualquier caso como psicoanalistas escuchamos desde nuestras teorías, e interpretamos desde nuestras teorías. Quiere decirse que en un tema tan complejo como el de la función paterna, donde se entrecruzan multitud de disciplinas: la sociología, la historia, la antropología y, desde luego la ideología política, pues deberíamos saber donde está nuestro saber como psicoanalistas, si el padre en Freud o el padre en Lacan surgen del psicoanálisis o perpetúan una visión patriarcal de la función paterna.

Para algunos el Psicoanálisis ha venido a apuntalar el desfallecimiento progresivo del padre como detentador de esa función separadora que denominamos función paterna. Con estos comentarios no pretendo deslegitimizar al psicoanálisis por su veleidades ideológicas, tanto en sus construcciones teóricas como en la práctica clínica, todo lo contrario, no es posible estar al margen o en la ambivalencia frente a los conflictos y lo masculino y lo femenino se expresan en un conflicto que la bisexualidad freudiana no consigue anular. Los conflictos no se resuelven, la mente en conflicto sí es una aportación  psicoanalítica.

Hoy, desde hace ya tiempo, quizás desde Mayo del 68, la feminización del discurso social y menos de la realidad social, parecen imperar. Hace unos dias las alcaldesas reclamaban en su discurso la feminización de la política para resolver el problema catalán. Al día siguiente la realidad social aparecia como Guardia Civil. Hace unas semanas Juana Rivas mantenía a sus hijos secuestrados de la autoridad paterna con el beneplácito de un discurso social feminista sin fisuras. Dias más tarde la autoridad judicial devolvía esos hijos al pater familia que, para más INRI, habia sido condenado por maltratador en su pais de origen, Italia.

La posibilidad de los ejemplos es abundante, pero lo que quiero plantear son dos aspectos: el primero la necesidad de distinguir ente discurso y realidad y atender a ambos. En segundo lugar el enfrentamiento eterno entre lo masculino y lo femenino, sin que nos sea fácil conceptualizar ambas identidades. Un psicoanalista ocurrente me dijo que lo masculino es el deseo vehiculizado por la ley y, a la inversa, lo femenino es la ley vehiculizada por el deseo.

En cualquier caso, la guerra de los sexos, que yo prefiero designar como la rivalidad narcisista que cuando se instala produce efectos devastadores en las parejas y, desde luego,  la imposibilidad del ejercicio de esa función paterna.

El campo de estudio y de visión de los psicoanalistas esta en el consultorio: desde ahí vemos el mundo, aunque participemos con el resto de los mortales del conocimiento de otras disciplinas y de esa visión política fundada en el sentido comun, la apariencia y el deseo, camuflados de conciencia social.

La teoria psicoanalitica se construye desde la clínica, pero no solo desde la clínica: nos acercamos al paciente con nuestras propias teorias que nos permiten ver lo que pasa en la clínica y no ver lo que nuestras teorias nos impiden ver. Pero, en cualquier caso, es desde ese consultorio donde se construye una teoría y se percibe una realidad, la del inconsciente, sin que ello nos impida introducir prejuicios ideológicos. El psicoanálisis posiblemente ha contribuido a ese intento de naturalizar la función paterna como clave de la salud mental.

Esa función, la función paterna, estuvo siempre ligada – de ahí su designación- a la figura del padre. Función que tiene como labor la imposición de la ley desde la autoridad. Y, como efecto, el acceso a un orden humano que designamos simbólico. Así pues, padre, ley, autoridad, orden simbólico, unidos todos para producir ese efecto ineludible en la construcción de la subjetividad, esto es, la castración. Castración que siempre se atribuye al padre como si la madre estuviera incapacitada para cumplir esa función. Prejuicio idelógico del que se parte y donde aun continuamos. Siempre nos ha sorprendido porque no se habla de la función materna, habida cuenta que es el discurso materno el que instituye esa función paterna.

Y, como en esta ponencia nos planteamos el cambio en uno de estos factores, el padre, pues nos tenemos que acercar a los factores históricos que nos llevan a la situación actual. La madre es una evidencia natural, el padre es un descubrimiento histórico. Y como siempre dar cuenta del primer hombre que se convirtió en padre nos lleva al mito de los orígenes.

El padre en la historia.

El padre tiene historia, la madre no. El padre tiene historia porque tiene un comienzo, la madre es eterna, comienza en la naturaleza, mientras el padre lo hace en la cultura. El primer descubrimiento no fue el progenitor, fue el padre simbólico, el de “en el nombre del padre” de la cultura occidental. El padre que empezo siendo el padre feroz, que aunaba sexo y destrucción y que impuso un orden tiránico muy alejado del orden familiar que le reconoció en su estatus.

El padre primero, el que nos transmite el mito religioso, fue el padre que impuso el orden y a traves del cual el orden se impone. Momentos históricos que continuan hasta el momento presente, en que la imagen cambia pero la función se mantiene.

El padre lo es en el interior de la familia por eso la evolución de la familia se introdujo en el centro del debate. Lévi-Strauss empezó pensando en la familia nuclear como el resultado de una larga evolución, para tiempo después aceptar que esta  familia nuclear esta presente en todo tiempo y sociedades. Esta universalidad de la familia (de los antropólogos) se construye sobre bases naturalista: la primera, la diferencia de los sexos, para fundar una familia hace falta un hombre y una mujer. Ni que decir tiene que esto ya no es pensado así. El otro aspecto a señalar es la necesidad de un intercambio, es necesario la presencia de otras familias, esto es la familia existe en sociedad. Y la prohibición del incesto garantiza este intercambio.En cualquier caso, la prohibición del incesto, y segun los antropólogos, se encuentra en el origen de toda civilización. “Los hombres de un grupo se habrían prohibido acercarse a las mujeres de su familia (sus hijas, sus hermanas) para poder darlas vírgenes a los hombres de otro grupo, y a la inversa. Fue necesario imponer esta regla y, por lo tanto, que la generación de los padres gobernara a la de los hijos e hijas. En Occidente esta toma del poder dio lugar a la familia patriarcal” (2). No estoy muy seguro si ese orígen no inaugura igualmente un enfrentamiento entre ambos sexos y que aun hoy continua.

Todo esto ya es bien sabido, pero no conviene olvidar que a partir de este momento antropológico la familia va a quedar estructurada en torno a dos realidades distintas, una natural, la diferencia de los sexos y, otra , simbólica la prohibición del incesto. “En esas condiciones, la familia puede considerarse como una institución humana doblemente universal, porque asocia un hecho de cultura, construido por la sociedad, a un hecho de la naturaleza, inscripto en las leyes de la reproducción biológica”.(3)

No obstante, si nos alejamos de los antropólogos y nos acercamos a los sociólogos nos encontramos que esos dos determinantes no impiden que encontremos multitud de variaciones, de organizaciones familiares, ligadas a variaciones culturales, religiosas etc. No obstante conviene recordar que Lévi-Strauss señala que el etnólogo se limita a reseñar las variaciones encontradas y las que son viables.  Viabilidad que nos remitirá de nuevo, al orden natural, o al orden simbólico. Es decir que no vale todo.

Desde el punto de vista histórico podemos elegir dos momentos cruciales en este tema de lo paterno y su función. Uno mítico, el de sus origenes y sus consecuencias:

El descubrimiento del hombre de su participación en la procreación ocurrió, segun los etnologos, hace seis mil o siete mil años, en el neolítico y supuso para el varón, segun una interpretación psico-feminista, su rehabilitación narcisística, hasta tal punto que el consecuente engrandecimiento masculino le llevó a arrebatar y expropiar a la mujer de su capacidad biológica. El espermatozoide se descubrio a mediados del siglo XVII, el óvulo en 1826.(4)

El otro momento histórico relevante fue el paso del matrimonio concertado al matrimonio por amor. Paso que, como sabemos no se ha dado en algunas culturas. En cualquier caso este cambio no supuso la estabilización del vinculo hombre mujer a la larga “el agotamiento del deseo y el desencanto con el sexo, hizo que la relación entre la madre y el niño cobrara una dimensión primordial. Se presenció entonces, durante todo el siglo XX, una “maternalización” gradual de la familia…” (4)

Freud teorizó en este contexto histórico o, quizás un poquito antes.

Estas dos dimensiones de lo histórico no dan cuenta, ni mucho menos de los abatares de la función paterna, de la estructura familiar o de la relación en las parejas. Hoy, la pareja heterosexual, en el seno de la cual se da toda esa tensión que perturba la función paterna se caracteriza por una, cada vez mayor, igualdad entre ambos conyuges que ven como el poder sobre los hijos se externaliza y pasan a ejercerlo los jueces, psicologos o educadores. “El patriarcado ya no funciona en el interior de la familia, pero conserva toda su potencia en la sociedad” (2, Pág, 133, )

Todo esto me permiten traer, como se dice, una viñeta clínica en las que poder ver, entre otras cosas ese enfrentamiento entre los sexos  en el seno del cual se debe ejercer la función paterna. Porque aunque esta función tenga su dimensión en lo social, la ejerzan los jueces, los psicos, o quien fuere, en última instancia el familiarismo se impone y es en ese medio de lo familiar, heterosexual, homosexual, monoparental donde emerge el sujeto.

Un ejemplo de la clínica.

La psicoterapia de pareja nos permite, en nuestra ingenuidad, ese acercamiento, desde la clínica, a una realidad, la declinación del padre, el desorden familiar, la lucha de sexos, de la que se opina desde todos los ámbitos.

Gabriela y Miguel,  quieren hacer una terapia de pareja. Su enésima terapia con su enésimo terapeuta. Miguel, 56 años, tiene 15 años más que Gabriela y viene de un matrimonio anterior del que tiene tres hijos de mas de 18 años. Es un directivo de una multinacional.  Gabriela, 41 años, es italiana, soltera, sin hijos, directiva de una multinacional, la misma donde se conocieron.

En la actualidad están casados y tienen dos niños, niña y niño de 3 años y seis meses respectivamente.

¿Por qué consultan? Porque él es un maltratador, rompe platos contra la pared, la insulta “insultos terribles, Dr.”, no la acompaña a ver a su familia en Italia, es muy grosero, y es casi imposible conversar con él. No hace caso a los niños que “yo creo Dr. que le tienen miedo”. Le pusieron medicación –antidepresivos y ansiolíticos- para controlar su agresividad, “pero nada Dr. sigue igual o peor”.

Si, es verdad Dr. no puedo controlar mi agresividad, pero es que ella me saca de quicio, lo cuestiona todo, lo descalifica todo, nada le viene bien. Tenemos dos muchachas, para llevar la casa y a las que descalifica permanentemente. La casa, que la hemos hecho a su capricho, esta llena, según ella, de chapuzas, porque en este país no hay más que chapuzas. Descalifica a España y a lo español permanentemente. Quiero poder controlar esta agresividad y que ella no me provoque por cualquier cosa.

La primera entrevista viene precedida del informe telefónico de la compañera que me los manda: es un maltratador que viene de familia de maltratadores. Los diagnósticos siempre ayudan mucho.

Les veo:  clase media muy alta. El tiene aspecto contrariado, un tanto desconfiado, ella de italiana dulce y amable. Hay un gran contraste. Tengo que tener cuidado porque la celebre neutralidad se escapa continuamente: a ella la escucho con deleite a él con cierta dificultad, no sé lo que dice y me produce irritación.

Las sesiones transcurren, algo cambia, él me empieza a dar pena, su impotencia me produce ternura, mientras ella sigue insaciable en su demanda.

Se conocieron en una ciudad de centro Europa, ambos directivos de la misma multinacional por lo que tuvieron que mantener en secreto su relación. Por eso y porque él aun estaba casado y ella tenia un novio que era como un hermano. Fueron unos comienzos – que duraron tiempo – llenos de pasión. Quizás el secreto sea la condición de la pasión. En cualquier caso, el paso del tiempo y la crisis les expulsó del  paraíso: ella se quedó embarazada, y ambos perdieron el trabajo.

El rápidamente tuvo otro trabajo, de directivo, por supuesto y se marcharon a uno de esos países donde se gana mucho dinero y se vive rodeado de alambradas. La pasión empezó a declinar, el embarazo redistribuye la libido y la emigración también.

El pater familia no está nunca en casa, siempre trabajando, agobiado por los flecos de su separación, con un sentimiento de culpa que con dificultad llega a tomar conciencia y lo introduce en una sesión. El escándalo es monumental, ella no acepta la culpa, la entiende como desamor, que sigue existiendo esa otra mujer y que su hija no es única: Sus hijos ya son mayores, Dr.

Se vuelven a España, se vuelve a quedar embarazada, sigue sin trabajar y ello empieza a ser tema de discusión. El no quiere una mujer parásito que vive de él, quiere una mujer autónoma como cuando la conoció. Mis prejuicios socio-políticos se tambalean: Cómo es posible que un hombre de derechas – así se autodefine él en muchas ocasiones- que viene de una familia ultra, con un padre patriarca y una madre encantadora, no quiera continuar la tradición. Quiere decirse que la sabiduría socio-política no puede explicar esta situación, así que tendremos que acudir al psicoanálisis, al bamboleo de las identificaciones, a la problemática del deseo, a la destructividad como defensa narcisista o al agotamiento de un eros que se quedó por el camino.

Y ahí estamos, por el momento, con una mujer tratando de volver al paraíso,  un hombre perdido en los vericuetos de la castración y una pareja sumida en la rivalidad narcisista donde la función paterna se resentirá ineludiblemente, porque aunque esa función paterna, el poder sobre los hijos y la esposa se ha trasladado al exterior, jueces, psicologos, etc., la dimensión de lo psicológico, la metáfora paterna sigue dentro de la intimidad de la familia, o así parece contarnoslo Lacan.

Bibliografia.

  1.  Tort, Michel. Fin del dogma paterno. Paidos. Buenos Aires, 2008.
  2. Tubert, Silvia . En Figuras del padre. Ed. Cátedra. Valencia, 1997.
  3. Elisabeth Roudinesco: La familia en desorden. Anagrama. Barcelona 2004.
  4. Maria Asunción González de Chavez.La crisis de la función paterna. MyS, nº 16, 2005