El número de esta revista presenta un conjunto de artículos que aun no habiendo sido elegidos por su temática o por algún otro criterio seleccionador, sin embargo nos permiten encontrar o contemplarlos desde dos referentes muy genéricos, pero siempre de actualidad. Me refiero, por un lado, a la relación que el psicoanálisis y la cultura mantienen y que deben ser continuamente delimitadas y por el otro, la relación entre psicoanálisis y ciencia que, como bien sabemos, ocupa un lugar preeminente desde los comienzos de la obra freudiana. Cultura y Ciencia marcan pues, una posible lectura de los artículos hoy presentados.
Y así Winnicott nos aparece de la pluma de Analía Stutman como el paladín de un psicoanalisis donde madre- bebe se constituyen en una célula estructurante y en donde el objeto madre tiene una presencia real que puede ser calificada. Trabajo sobre los conceptos fundamentales de un autor que continua siendo referencia obligada para muchos y que se encuentra cómodo en todos los modelos, caso único en el mundo psicoanalítico.
Y de las relaciones madre niño de Winnicott a las “relaciones parento infantiles” que, según Esteban Ferrandez nos anuncia, implican una gran dificultad “por que depende de la relación entre los géneros”. Tema , este de los géneros y sus enfrentamientos y cambios, que inciden y perturban las concepciones clásicas del Psicoanálisis. Así los “cambios culturales” son recorridos por el autor que nos muestra como dichos cambios propician la caducidad de dos “creencias” básicas de la teoría psicoanalítica: el poder regulador del falo que el autor presenta como “prejuicios falocentricos de los que el psicoanalisis necesita liberarse” e, insistiendo aun más si cabe, la figura del padre como instauradora de la Ley (con mayúsculas) es presentada como “una imagen en gran medida caduca”, naturalmente en función de los grandes cambios que la relación entre los géneros están produciendo en todos los ámbitos de la realidad y, también en la psicoanalítica, por supuesto.
Y Ana Gutiérrez López en Duelo y Adolescencia completa este bloque de tres trabajos que algo tienen en común. Después de un recorrido por casi todos los autores que han dicho algo sobre la adolescencia, pasa a continuación a señalarnos lo que considero la preocupación común a la que me refiero, esto es, el tema de la cultura. “Adolescencia – escribe Ana Gutiérrez – no es equiparable a tensión y conmoción sino que depende de las condiciones culturales por las que esta determinantemente influida”. Pensar en un contexto cultural donde la adolescencia pierda las características de tensión y conmoción se nos hace difícil.
Creo que en algún momento de su obra Freud dice algo así como “cuando no sepáis que hacer preguntarle a los poetas”. Eso es lo que hace Lola López Mondejar en Proceso creador y psicoanalisis. Curiosamente la autora pone su trabajo bajo la protección de Maimonides: “sin locura el mundo sería lúgubre”. El asociar creatividad y locura siempre fue una tentación, aún y cuando para la teoría psicoanalítica la compulsión repetitiva que subyace a las locuras esta muy lejos de esa creatividad que tiene en la originalidad uno de sus referentes fundamentales. Nietzsche, Hölderlin o Oscar Wilde ( ¿cuál era la locura de Wilde?) Fueron grandes creadores a pesar de sus locuras. Por eso, quizás subscribiríamos, en este recorrido por diversos autores que nos propone la autora, un pasaje de su comienzo: “… el proceso creativo sería para Freud, como para todo el psicoanalisis actual, un misterio”. No obstante, y con el propósito de ir desvelando ese misterio podríamos decir que la producción artística no es lo mismo que la creatividad artística. Cuando descubrimos la fuente, el conflicto, el motor que anima la producción del artista, no por ello desvelamos es mecanismo de la creatividad. Si intentamos diferenciar producción cultural y creatividad nos encontramos con la necesidad de aplicar características diferenciados. La sublimación como motor en la producción cultural es una característica universal, común al común de los mortales, pero, ¿ cuáles serian las características de la creatividad que no se agotan en el mecanismo de la sublimación?. Quizás esté ahí el misterio del que nos habla la autora.
El otro gran tema de debate y que persigue al psicoanálisis desde sus orígenes es el de la ciencia: la ciencia y el psicoanalisis.
Y así Pilar Revuelta en un recorrido riguroso de la polémica entre A. Green y Fonagy nos presenta el referente último que anima la demanda última de muchos autores: qué es y qué no es Psicoanalisis. Más allá de la fuente narcisista que hace de esta demanda una descalificación improductiva, la necesidad de acotar el campo del psicoanalisis continua manteniendo su vigencia. ( O quizás no, y sea pretender ponerle puertas al campo). La observación de bebes es una metodología “irrelevante” para el psicoanalisis, como A. Green y otros autores mantienen, pero que no impide que Fonagy convierta la observación, el método empírico “científico”, en método de indagación psicoanalítica. La imparable producción de conceptos y teorías hacen de este autor un referente de moda si este termino no fuera irreverente.
Y la polémica ciencia- psicoanalisis encuentra su final más feliz en el articulo de Fernando Lana que en un sucinto recorrido por la neurociencia convierte a ésta en garante de las hipótesis psicoanalíticas y arbitro de los enfrentamientos conceptuales entre las diversas escuelas.
Si la “mielinización interhemisfericas” marcase diferencias en la problemática edípica entre distintos sujetos, ¿ello constituiría un descubrimiento pertinente para el psicoanalisis o nos encontraríamos, como dice A. Green a propósito de las “observaciones” de Fonagy, ante un descubrimiento irrelevante para la teoría psicoanalítica?