Dormir y soñar: un ensayo psicoanalítico

por | Revista del CPM número 24

INTRODUCCIÓN A LOS CONCEPTOS DE FREUD SOBRE EL DORMIR Y EL SOÑAR

FREUD consideró que su mayor contribución al entendimiento del psiquismo humano fue su gran y rupturista trabajo La interpretación de los sueños. Aunque sus obras completas ocupan veintitrés volúmenes y tratan de muchas otras cuestiones concernientes a la estructura psíquica -a la salud, a la patología, en lo individual, en lo social- la teoría de los sueños ocupa un importante lugar aunque solamente sea por el hecho de que la investigación freudiana, le condujo a una concepción global de la vida mental.

Al mismo tiempo FREUD advirtió a los lectores y colegas que, en cierto sentido, un sueño era un pensamiento como cualquier otro, aunque con la especificidad de que en el estado del soñar las defensas fuesen temporalmente abolidas permitiendo alguna forma de expresión a los deseos inconscientes.

Muchas sesiones analíticas comienzan con la frase «He tenido un sueño Esta situación banal de un analizado es siempre puesta en pasado mientras el presente es simplemente contado. Nadie habla de sueños en el presente (o alguno se cuestiona los sueños diurnos, imaginaciones, ilusiones, o la conciencia de estar soñando mientras esta teniendo el sueño). El pasado enfatiza el hecho de que un sueño es una experiencia singular y no puede ser reproducida (aunque hay los que nosotros llamamos «sueños repetitivos» donde los temas que aparecen son los mismos). De hecho los sueños ocurren en nuestra vida en forma de acontecimientos externos: los acontecimientos también pueden aparecer repetitivos aunque nunca idénticos a los del pasado. Los acontecimientos también, como los sueños, pueden ser contados, olvidados, o reconstruidos de forma diferente a cuando se cuentan.

El hecho de haber tenido un sueño debe también ser considerado como un acontecimiento real que ocurrió en la vida de un durmiente individual, cierta noche y frecuentemente en particulares circunstancias, aunque esto no fue así hasta los descubrimientos por ASERINSKY y KLEITMAN del sueño REM en relación a la profundidad del sueño, las investigaciones de DEMENT en los Estados Unidos y la formulación por JOUVET de la naturaleza paradójica de este tipo de sueño, que la neurobiología investiga dentro de los estados de sueño expandido (2). El hecho observable (reforzado desde las investigaciones con animales de JOUVET) que la imagen del sueño surge cuando la motricidad esta reducida, confirma ampliamente los conceptos desarrollados por FREUD de que los sueños se desarrollan fuera de la actividad. Esta posición es preeminente en las teorías neuropsicológicas actuales.

El psicoanálisis no reclama ninguna competencia en la trama de los ritmos neurobiológicos del sueño. Sin embargo, el interés en la corporalidad del self en los sueño presenta siempre una atractiva atención. De acuerdo con FREUD, no solamente el sueño cuida y es el «guardián del dormir» y expresa el deseo de continuar durmiendo, sino que también reproduce la situación del feto en el cuerpo de la madre. Como he dicho, hay un sorprendente retorno durante el sueño a una situación, tanto física como psíquica, que comienza con la vida del individuo, lo que fue posible por la retracción del interés del soñante del mundo externo al igual que el abandono (le la mayoría de las otras funciones psíquicas. Este postulado, en que el sueño es experimentado como una forma de «regresión temporal» en la cual la libido retorna a un estado de narcisismo primitivo y el self busca una satisfacción alucinatoria, desde luego no representa un objetivo del análisis de la compresión del soñar y del cuerpo. FREUD no tuvo el propósito de dar cuenta desde una biología especulativa, sino hacer una teoría de los procesos instintivos que contribuyan a explicar los estado del sueño. El concepto freudiano del sueño como una retirada narcisista del mundo, es esencial para toda la teoría psicoanalítica del sueño, e igualmente mantiene la vía en la cual el sueño puede ser conceptualizado desde un punto de vista metapsicológico. FREUD mantiene que: «… los sueños únicamente nos muestran al soñante en la medida en que no está durmiendo, sin embargo y al mismo tiempo nos revelan las características del propio sueño». En su proposición de que el soñante no está verdaderamente durmiendo, FREUD podría aparecer anticipándose a los hallazgos de los neurobiólogos, en el sentido de que dormir y soñar son estados diferentes del ser, tanto desde el punto de vista biológico como psicológico. La naturaleza narcisista de los temas del sueño, en el cual se supone que el principal actor es siempre un aspecto del propio soñante, fue desde luego, referido antes de FREUD. FREUD añadió la noción de que el narcisismo del soñante sirve no sólo a los propósitos de la autoconservación y a la intensificación del investimento del self sino que representa también una búsqueda de placer.

FREUD vino a decir que el componente afectivo del sueño no es puramente placentero citando como ilustración la atención que el sueño presta a los estados de malestar corporal o dolor y como las sensaciones corporales son también intensificadas durante el sueño. Aunque el sueño encuentra su más profunda fuente en la actividad instintiva inconsciente, es la unión de un momento y de algo atemporal lo que da una fascinación a la totalidad del proceso.

Más allá de los tres aspectos originales, FREUD también enfatiza la tendencia unificadora del sueño en la cual el soñante intenta sintetizar en un estilo sumamente condensado y metafórico, un panorama de acontecimientos, palabras, deseos y memorias. FREUD mantiene en «La interpretación de los sueños (1 Cap S)»: «… el trabajo del sueño está bajo algún tipo de necesidad de combinar todas las fuentes que han actuado como estímulo para el sueño y hacer una simple unidad del misno».

Sintetizando las nociones básicas de FREUD: el proceso del sueño se origina por medio del preconsciente (en ocasiones removiendo la actividad de los restos diurnos), esto es reforzado por los deseos inconscientes y dirigidos a la creación del deseo del sueño. Los pensamientos son en general transformados en imágenes visuales, así las representaciones de palabra son convertidas en las representaciones de cosa correspondientes, lo cual es un hecho esencial en la cuestión de la representabilidad. (FREUD denominó este proceso como «represión topográfica»). La terminación del proceso del sueño consiste en que el contenido del pensamiento (regresivamente transformado y realizado como una fantasía del deseo) es transformado en una percepción-sensorial la cual vuelve bajo una revisión secundaria y permite que el deseo del sueño se exprese alucinatoriamente. Esta última característica hace que los sueños sean recordados con un sentimiento de realidad.

Paradójicamente, aunque la capacidad para dormir es equivalente a u
na regresión al estado de narcisismo primitivo, acompañado del reinvestimento del yo y de elementos preconscientes e inconscientes, tiene sin embargo, un aporte energético atribuido tanto a los restos diurnos como a las pulsiones.

Así FREUD puso en evidencia la dimensión inicial del conflicto el cual no coincide con el estado del «narcisismo absoluto» igualmente postulado por él.

En el momento actual el punto de vista psicoanalítico, basado en el conocimiento de los ritmos del sueño, que eran desconocidos para FREUD, podría tal vez, concebir el conflicto en estos términos: como un esfuerzo entre el self durmiente en el estado regresivo del narcisismo primitivo fusionado con la imagen maternal en la cual la gente y los acontecimientos de la vida han sido puestos aparte. Se podría asumir que el ser durmiente es, en cierto sentido, «despertado» debido a una fuerza incontrolable programada biológicamente, la cual despierta y retorna al mundo externo que obliga al durmiente al compromiso con su deseo de mantener su profundo desinvestimento de la realidad externa. Con respecto a la función del sueño como realización de deseos, éstos pueden tener distintas fuentes de acuerdo con el punto de vista de FREUD: aparte del propio deseo de dormir también se puede expresar la simple necesidad fisiológica (tal como el hambre y la sed), un deseo sexual, un deseo de venganza, un deseo de reconocimiento público, etc.. Los deseos pueden también surgir de fuentes preconscientes e inconscientes. El factor cardinal es la realización del deseo a través de imágenes; así el sueño no es tomado en su satisfacción literal, sino como una «acción reemplazada» de estas fuentes. FREUD toma algunas procedentes de impulsos sexuales infantiles aunque expresados de forma muy disfrazada. La razón de esto, propone, es que las pulsiones de la primera infancia fueron sometidas a una gran represión junto a otros impulsos instintivos. Sin embargo, encontró lectores en contra de hacer de esto una fuente exclusiva, enfatizando la multiplicidad de los impulsos instintivos provenientes de ambas fuentes, inconscientes y preconscientes. Aunque los restos diurnos pueden ocasionalmente ser la contribución dominante en el contenido de los sueños, en general tienen importancia solamente en tanto que ellos despiertan, a través del enlace con el preconsciente, los eternos deseos infantiles.

En los sueños los pensamientos preconscientes siguen un movimiento inverso: más allá de las palabras percibidas como imágenes (conocido como regresión «tópica» y ‘formal»). En concreto, una fuerza de atracción es ejercida por la memoria temprana infantil marcada con vividas cualidades sensoriales (el ejemplo mejor conocido de ésto, es el sueño del «Hombre de los lobos»). Así el sueño es también un forma particular de recuerdo cuando a la conciencia le es imposible. Esta es la consecuencia natural, en la concepción de FREUD, de la regresión narcisista que caracteriza al sueño. La noche induce pensamientos que siguen modelos primitivos: la satisfacción alucinatoria inmediata (en la cual la identidad perceptual, enlazada a la satisfacción de una necesidad, es provisionalmente buscada a través de la alucinación, como en la primera infancia). Los deseos, solos, son así capaces de obligar a trabajar al aparato psíquico.

En resumen, dos procesos de naturaleza algo diferente se unen para formar el sueño: 1) la creación de los pensamientos del sueño que se parecen a los pensamientos normales al estar despierto y 2) una extraordinaria e intensa transferencia de formas primitivas del pensamiento que son percibidas como alucinaciones y percepciones. La elaboración del sueño es el ingrediente básico que requiere una síntesis -al igual que el disfraz- de los elementos implicados. Podríamos decir que el deseo del sueño es siempre un mensaje del inconsciente.

En los treinta años siguientes a la publicación de la interpretación de los sueños, FREUD enriqueció y revisó sus contenidos en muchas ocasiones, pero mantuvo con rigor y convicción sus proposiciones teóricas esenciales. Se podrían sintetizar las más importantes concepciones de FREUD como sigue:

1. La tesis (de origen psicoanalítico) de la realización del deseo.

2. El concepto, también derivado de los primeros siglos, del sueño como un enigma a ser decodificado.

3. El método psicoanalítico de descomposición y asociaciones subsecuentes.

4. La intuición, totalmente original del trabajo del sueño. Esta condensación abarca, el desplazamiento, la búsqueda de la figuración visual al igual que la elaboración secundaria del sueño busca el contenido del sueño.

5. La derivación del trabajo del sueño desde numerosos procesos diferentes: pensamientos latentes, censura, regresión y la transferencia de deseos infantiles sobre la actividad del preconsciente, frecuentemente asociado con restos de experiencia de los días previos.

Es interesante hacer notar que esta compleja mezcla de teorías ha inspirado y continúa recibiendo la adhesión de la mayoría de las escuelas psicoanalíticas, mientras algunas cosas de la metapsicología freudiana han sufrido revisiones considerables. Sin embargo, es importante enfatizar que el uso de los sueños en la práctica psicoanalítica ha sufrido ciertas transformaciones a través de los años. Para elucidar esto debemos tomar dos importantes consideraciones:

1. La cuestión de la técnica y de la interpretación de los sueños en el trabajo psicoanalítico de hoy.

2. La relación del concepto de la satisfacción de deseos con los instintos de vida y muerte.

 

1.1 CONSIDERACIONES TÉCNICAS

 

Es necesario distinguir aquí entre: a) el método de la asociación libre, originalmente ideado por FREUd para decodificar el contenido latente del sueño y b) el uso clínico de la interpretación.

El método es bien conocido, denominado «deconstrucción» del contenido manifiesto del sueño a través del uso de la asociación libre, de forma espontánea e inconexa, intentando desenrollar la elaboración del sueño y de este modo revelar otras conexiones ocultas, las cuales pueden indicarnos los significados latentes de los temas del sueño.

El aspecto técnico también requiere el juicio de
sí, y cuando parece justificado clínicamente aplicar el método, si es así nos plantearemos el sentido de nuestra observación. Este procedimiento, en principio proclamado como la «vía regia» al inconsciente, es aún usado con circunspección y parsimonia por la mayoría de los psicoanalistas. Algunos nunca han recurrido del todo a este estilo de proceder. El mismo FREUD en sus «Nuevas lecciones introductorias», mantiene que la técnica de la libre asociación e interpretación -que él y otros consideraron la herramienta terapéutica por excelencia- ha llegado a convertirse en el más importante método de investigación del conocimiento profundo de los significados del preconsciente y del inconsciente.

Con el paso del tiempo, muchos analistas parecen haber olvidado los hechos sobresalientes del proceso del sueño, o haber simplificado lo que estamos recordando. Por ejemplo, algunos proclaman que todos los sueños en la teoría de FREUD relatan impulsos sexuales, a pesar del hecho de que el propio FREUD dijese que no. Entre otros podemos revisar los siguientes aspectos: La distinción esencial entre el contenido manifiesto y el latente del pensamiento del sueño; el hecho de que algunos sueños de ansiedad severa, sin embargo, revelen la función de la realización del deseo; la imposibilidad de interpretar los sueños cuando uno no tiene la asociación libre del soñante de los diferentes elementos del sueño; y sobre todo la noción inicial contenida en el concepto del trabajo del sueño y la necesidad de su esclarecimiento.

FREUD también llegó a criticar la tendencia de los analistas de sobreestimar el valor de la interpretación de los sueños. Esto le permitió decir en 1923 (4) que los analistas prácticos en ocasiones presentan un exagerado respeto por el «misterio del inconsciente»; necesitamos recordarnos que «un sueño es, como norma, solamente un pensamiento como cualquier otro». Dicho esto, es importante reiterar que, para FREUD, la esencia de la interpretación de los sueños no descansa en los pensamientos latentes, sino en las peculiaridades del trabajo’ del sueño el cual, no solamente da especificidad a la forma expresada en el pensamiento del sueño sino también, eventualmente, da acceso al contenido latente del mismo.

 

Además, FREUD insistió en que los sueños no fueron creados con la meta de ser interpretados. Por otra parte, advirtió que era frecuentemente imprudente interpretarlos, pero continuamente enfatizaba su potencialidad para enriquecer la compresión teórica del analista, de su analizado y del proceso analítico. Insistió en el valor de la interpretación por parte del analista de sus propios sueños tanto como fuera posible pero, advirtiendo contra la creencia que algo puede hacer de un sueño particular la llave maestra, que allí siempre, recordó, hay un «impenetrable centro», como una madeja de lana que no puede ser totalmente desenmarañada. Este centro, probablemente incluye pulsiones instintivas de la infancia, las cuales son demasiado complejas y demasiado perdidas en la historia psíquica del individuo para ser fielmente expresadas en palabras, al igual que ser denotado como un «deseo» que está pretendiendo expresarse a través del sueño.

 

1.2. TEORÍA DEL SUEÑO E INSTINTO DE VIDA E INSTINTO DE MUERTE.

 

El concepto de realización de deseo, aún cuando el contenido del sueño es experimentado con dolor y ansiedad, coloca los sueños junto al «principio del placer», el cual gobierna los instintos de vida. El efecto de displacer es atribuido al hecho de que el deseo, que se esta pretendiendo satisfacer en el sueño se sitúa en oposición al Yo. Si el self del durmiente es violentamente perturbado por la naturaleza prohibitiva del deseo reprimido, el sueño puede terminar en un clima de angustia o pesadilla. Según otras conjeturas freudianas, el sueño en el cual el soñante es castigado podrían también ser consideradas como sentimientos de culpa (así se situaría el conflicto en un nivel más sofisticado en el cual el pensamiento del «yo» también juega un papel).

Por lo que respecta a la «compulsión de repetición», a la cual FREUD atribuye los instintos de muerte, muestra un interesante cambio en la concepción con respecto a la compresión de la naturaleza de la realización de deseo en los sueños de angustia, por ejemplo, aquellos que interminablemente reproducían situaciones traumáticas experimentadas en la edades adulta (tales como las experiencias de guerra). En «Más allá del principio del placer» (5), FREUD se contenta con una explicación concerniente a la economía psíquica, es decir, la que tiene un dominio retroactivo de los acontecimientos traumáticos a través de la experiencia de ansiedad que no fue experimentada en el momento del trauma. Clásicamente hablando, un acontecimiento es traumático cuando su alcance dejó al individuo sin recursos de respuestas afectivas normales o reacciones de otro tipo. Así, en la concepción de FREUD es el fracaso ante la ansiedad general, la fuente de las neurosis traumáticas. FREUD añade alguna observación más analítica que confirma el mismo tipo de repetición con la huella del trauma psíquico ocurrido en la infancia. En consecuencia y por tanto, tales sueños no se siguen de modelos de realización de deseo, sino que están bajo el dominio de la compulsión de repetición, y además, este aspecto del instinto de muerte debe, presumiblemente, haber precedido al principio del placer. En su «Revisión» (6) de 1933, FREUD todavía no había resuelto este espinoso problema que atacaba la coherencia de su teoría. Mantuvo el compromiso de que «los sueños son un intento de realización del deseo».

Así el soñante, como el paciente en análisis, es en ocasiones impulsado a repetir y transferir todo lo reprimido, si es del orden de los deseos edípicos, de impulsos instintivos parciales, de ataques persecutorios o experiencias de amenaza de muerte.

Para sintetizar podríamos decir que ciertos sueños prestan en el análisis los deseos perdidos contenidos en ellos, mientras otros demuestran una fuerza para reintroducir la memoria del trauma encapsulado donde la primera infancia o, en ciertas circunstancias, el resto del trauma del adulto. Podría también ser propuesto que muchos pacientes aparecen demostrando en sus sueños una resistencia al cambio psíquico por miedo a la pérdida de los mecanismos de supervivencia psíquica y el sentido de su identidad personal (desde esta perspectiva uno podría incluso considerar la «compulsión de repetición», en contradicción con FREUD, ¡estando del lado de los instintos de vida).

Me parece pertinente mantener, desde un punto de vista psicoanalítico, que los sueños están atribuidos con la totalidad de los instintos de vida, que en la unidad cuerpo-mente en sus múltiple
s formas. Estas incluyen la suma total de los deseos imposibles que residen perpetuamente en el inconsciente de la humanidad, tales como las dudas profundas y las ansiedades que son parte y parcela de las dificultades del ser humano.

 

En conclusión, podríamos preguntarnos ¿Por qué FREUD estuvo tan intensamente interesado en los sueños?. Sus investigaciones sobre su significado y sus escritos y reescritos sobre este tema, continuaron durante más de treinta años. Esto se reflejó no sólo en el análisis de los sueños de sus pacientes, sino en los propios. En este aspecto, FREUD fue obligado a ser su propio analista y esta exploración le preparó para profundizar continuamente su conocimiento y meditación sobre su propia estructura psíquica, esto era entonces aliado con la meta adicional de mejor conocer la estructura psíquica inconsciente y preconsciente de la humanidad. Se ha sugerido que los sueños fueron, para FREUD, una forma privilegiada de soportar muchos años de trabajo y tristeza. Por ejemplo, su padre murió cuando FREUD estaba en la cuarentena, como muchos de sus mejores amigos. Su ilusión al hacer una brillante carrera como neurólogo fracasó; llegó su desilusión con la investigación de su querido amigo FLEISS, tan íntimamente conectado con la propia investigación de los propios sueños de FREUD. En 1913 ocurrió la ruptura con su fiel discípulo e hijo espiritual, CARL YUNG. En 1914 llegó la guerra, seguida de la muerte de su hermanastro Emmanuel y, en 1920 la de su hija Sofía. Su cáncer fue descubierto y operado por primera vez en 1923. Otros fieles amigos y discípulos murieron durante estos años (BREVER y ABRAHAM); mientras tanto ADLER, STEKEL, RANK y FERENCZI se apartaban de él. Llegó el holocausto, con la amenaza de muerte para él y todo lo que amaba. En 1933 sus libros fueron públicamente quemados en Berlín. Es posible que su vuelta hacía el mundo interno del dormir, soñar y de la ilusión le ayudaran a huir de esa angustia de la realidad externa y continuar invistiendo la vida, la interna y la externa, con esperanza, sentimiento e intensidad.

 

VIÑETA CLINICA

 

Me gustaría dar ahora un breve informe del análisis de una de mis pacientes en relación a un punto decisivo de su recorrido analítico, que viene como resultado de un sueño que me trajo en el segundo año de nuestro trabajo. También, debería contar un sueño mío que ocurrió en la noche siguiente a su sesión. El tema del sueño estaba relacionado con el hecho de que cierta fantasía inconsciente mía, había sido provocada por el sueño de mi paciente.

Los dos sueños deber servir para ilustrar algunos conceptos fundamentales de FREUD concernientes al proceso del trabajo en el estado de sueño y el uso clinico que se le debe dar..

Madame Marie-Joseph T. de 35 años de edad, vino a verme por numerosas fobias paralizantes. Era tanto claustrofóbica como agorafóbica. Incapaz de coger un avión (particularmente si tenía que cruzar agua), sin una fuerte medicación. Una amante de la ópera y el teatro sufría en cada estreno con el pensamiento de sentirse incapaz de escapar ante la aparición de un ataque de ansiedad. Una cita inminente con una persona desconocida la llenaba de pánico anticipatorio. En estas amenazadoras circunstancias siempre recurría a medicación psiquiátrica.

No tenía hijos y se sentía perturbada al contemplar la maternidad.

Marie-Joseph, empezó a contarme en nuestro primer encuentro que la fobia que le ocasionaba el gran sufrimiento ocurría cuando se sentía obligada a estar sola en la noche debido a las frecuentes ausencias profesionales del marido. Se sentía inundada por sentimientos de terror y también con el convencimiento de un daño próximo.

Una vez en la cama, no podía dormir o se despertaba durante la noche. Marie-Joseph añadía que no tenía dificultad en dormir cuando su esposo al que estaba profundamente apegada se encontraba en casa.

Para combatir el insomnio, se debía drogar con píldoras para dormir o como último recurso debía volver a la casa de sus padres hasta que su esposo regresara.

Era hija única, amante y admiradora de su padre, pero él, como su esposo era recordado más por su ausencia que por su presencia.

Describía a su madre como un clásico ejemplo de amor asfixiante y expresaba irritación acerca de su exceso de proteccionismo.

Aseguraba que ella volvía a casa durante las largas ausencias de su marido ante la insistencia de su madre e insinuaba creer que su madre se aprovechaba de su fragilidad fóbica.

En nuestra segunda entrevista preliminar, Marie-Joseph habló de otro síntoma, pero sintió dolor al contarme que esto era el menor de sus problemas: Tenía que orinar muchas veces al día. Dos eminentes urólogos le habían confirmado que no había causas fisiológicas para explicar su frecuencia urinaria.

Constantemente estaba preocupada por tener que orinar de repente y en momentos inapropiados. Le pregunté, cual le parecía que podía ser la causa y replicó: «No es un problema psicológico, es que mi vejiga es menor que la (le otras mujeres».

En mis notas, siguiendo esta entrevista, había escrito que este síntoma al que ella parecía quitar importancia, podría ser indicativo de conflicto central psicológico pero que quizás le resultara más difícil de aceptar.

Pensando en su afirmación de que: «Su vejiga era menor que la de otras mujeres», yo había escrito: ¿Piensa ella que tiene una vejiga de niña y no una de mujer adulta?.

Para el propósito, en cuanto a la ilustración del sueño, sólo me referiré a la fobia de Marie-Joseph de estar solo en las noches y su síntoma de la frecuencia urinaria.

Estos elementos son esenciales para entender los anhelos infantiles que subyacen en los contenidos del sueño y que ilustran muchas facetas del trabajo del sueño por sí mismo.

Marie-Joseph pasó muchas sesiones describiendo su terror nocturno cuando esta sola en casa. Según pasa
ba el tiempo aprendimos que su ansiedad empezaba incontroladamente sólo en el momento en que se preparaba para ir a la cama. Con mi aliento, ella trataba de encontrar los pensamientos que hicieran despertar esa fuerte emoción.

M-J: Cuando empiezo a pensar en ello. Se de que tengo miedo. Alguien tratando de forzarme y entrar por la ventana de mi habitación.

M-J: ¿Puede decirme algo más de esa persona?

M-J: Sería un hombre, por supuesto.

J-M: ¿Qué hace ahí?

M-J: Es obvio, trata de raptarme y por supuesto yo no voy a permitirlo, por ello es probable que quiera matarme.

Hizo falta algún tiempo para que M-J aceptara mi intervención de que ella era la autora de esa pesadilla y que el carácter de ese asesino-raptor era también una creación personal.

Miraba las noticias del día, para confirmar que las mujeres estaban constantemente en peligro ante un ataque sexual por un hombre desconocido. Sin embargo, nunca encontró un incidente en el cual el asaltante subiera por la ventana de una mujer. No obstante, continuaba afirmando que su miedo era perfectamente racional con tanta insistencia que yo decidí un día contarle un chiste sobre una mujer que soñaba que un alto y guapo hombre negro con una extraña luz en sus ojos se aproximaba a su cama. La mujer gritó: «¿Qué me va a hacer?», después de lo cual el hombre negro replicó: «Lo siento señora, pero no se lo que tengo que hacer después», «Ve es un sueño».

Por primera vez, M-J fue capaz de reírse del asesino-raptor y poco a poco descubrimos que de hecho la fantasía no era muy aterrorizante pero si era excitante.

Su terror nocturno lentamente desapareció. Pero sin embargo, ahora experimentaba una irresistible urgencia por masturbarse, siempre que se encontraba sola en las noches. De esta forma podía dormir tranquilamente sin medicación.

De cualquier forma, se quejaba de haber empezado esta adición de la misma manera que lo había hecho con las pastillas para dormir, y por eso se sentía impulsada a masturbarse tanto si quería como si no.

Otra parte importante de su discurso estaba centrado en sus sentimientos acerca de como se sentía perseguida por la agobiante solicitud de su madre.

A mi empezó a disgustarme la madre de Marie-Joseph. Pensé «en una madre caníbal y también perversa». Se quejaba a sus amigos de que su hija había estado neuróticamente paralizada por más de 30 años. ¡Cuándo hace alguna cosa puede quedarse en ese estado¡.

Aunque yo seguía diciéndome que esta era sólo una versión de la representación interna de la madre de Marie-Joseph y que necesitaba presentarla de esta forma, la sigo viendo como un objeto externo amenazante que impedía a su hija estar bien.

La sesión que quiero citar, procede del final del segundo año de trabajo.

M-J: «Tuve un sueño aterrorizador la otra noche. Estaba nadando en un mar tumultuosos y temí poder ahogarme, a pesar de percibir que el agua y el escenario eran bonitos. Tuve la sensación de que había estado allí antes. Las olas iban aumentando y me dije, tengo que encontrar algo a lo que agarrarme o moriré en este agua. En ese momento noté uno de esos postes que se utilizan para amarrar barcos. Alcancé a agarrarlo. Estaba hecho de piedra. No recuerdo como se llaman, de cualquier forma me desperté en estado de pánico.

Mis primeras asociaciones me llevaron a pensar que el sueño estaba relacionado con sus sensaciones de sentirse agobiada y ahogada por las atenciones maternas (especialmente porque en francés la palabra «madre» y «mar» suenan idénticas). Me preguntaba acerca del «poste de amarre» cuyo nombre no podía recordar, como el detalle de que estaba «hecho de piedra», que en francés es «pierre» (y el nombre de su padre es Pierre-Joseph). Marie-Joseph guardó silencio un momento.

M-J: No creo que haya nada nuevo en este sueño, es el pánico que siento siempre cuando tengo que salir a algún lugar y tiene que ver con mi madre, ella está en todas partes amenazando con poseerme.

J-M: ¿Qué me dice del poste cuyo nombre no recuerda?

M-J: Se como se llama, es «une bitte á amarrer» o es «une bitte de movillage «. Nunca me acuerdo de la diferencia.

Estos postes verticales se llaman bolardos en inglés. La primera se refiere a un sitio de bolardos en un barco y la otra en el muelle. Pero debo explicar el uso de las palabras en francés: «bite» (a pesar de que no se deletrea de la misma manera) es una palabra vulgar para el órgano sexual masculino y «moviller» es un término vulgar también para describir los genitales de la mujer cuando experimenta un deseo sexual.

La palabra «amarrer» significa atar algo a salvo o atracar un barco. El término poste, por otro lado puede referirse a poste usado en tierra para amarrar a los caballos. Parecía que los deseos de Marie-Joseph eran reprimir el significado principal de estas palabras confundiéndolos u olvidándolos. Sin embargo, si vio la conexión entre «bitte» y «bite».

M-J: Esto tiene que ver con mi padre y mi memoria de ver su pene ese día en el baño, cuando tenía cuatro años y mi temor de que mi madre se enfadara por haberle espiado con tal excitación. Quizás por eso me desperté con un sentimiento de pánico.

Entonces ella insistía otra vez, que el sueño no tenía un interés real, que era el mismo problema de siempre. Yo dudé en enfrentarla con su resistencia y empujarla a asociar sobre el «bitte de movillage», así como buscar alguna relación entre su problema de orinar continuamente y el sueño del enfadado mar (la mére) que la había amenazando con tragarla.

Se me había ocurrido que un significado fundamental de su síntoma, podía ser el deseo de ahogar a su madre en su orina, y así podría comprenderse que en la escena del sueño ella invirtiera la situación y temiera que su madre pudiera ahogarla a ella en un vengativo mar de orina.

Su único recurso sería volverse a su padre, «bitte á amarrer» que también, podía significar «el pene que da seguridad». Este símbolo fálico podría asegurarla en lugar de hundirla en el mar, ser hundida por su asfixiante madre, pero también por su deseo de mantener su infantil apego a su madre.

Con su huida del sueño, Marie-Joseph, dificultaba el progreso. Yo empezaba a ser la madre que no la ayudaba a encontrar el camino fuera de sus laberínticas fantasías aterrorizantes.

M-J: Está bien, mi pánico a estar sola por la noche ha desaparecido pero mis temores en el día son tan fuertes como siempre y me siento más y más avergonzada por ellos. No estoy consiguiendo nada en este análisis. Déjeme decirle lo que paso ayer. Había prometido tomar el té con Suzanne que es una buena amiga de mi madre y a quien yo quiero muchísimo. Pero como de costumbre no pude encontrar un sitio para aparcar cerca de su casa. Vive en una calle de una sola dirección y el único sitio para aparcar estaba en el otro lado del boulevard Foch. No había un alma y la idea de cruzar el vacío boulevard hacía que mi corazón dejase de latir. No podía hacerlo. Pensé que debía haber algún camino y de repente tuve la brillante idea de conducir marcha atrás en la calle unidireccional. Aunque estaba asustada de que me cogiera la policía. Cuando llegué, una media hora más tarde de lo acordado, Suzanne dijó: «Pensé que no vendrías, llegas tarde, sabes «.

Marie-Joseph, empezó a hacer numerosas asociaciones sobre su pánico durante el día, profundizando en todo lo que habíamos comprendido juntas durante el año anterior. Había llegado a la conclusión de que pasaba su vida tratando de escapar de cualquier situación y relación que representara a una omnipresente y omnipotente arcaica imagen materna que siempre la buscaba para devorarla.

En particular, se sentía obligada a evitar situaciones, tales como espacios abiertos, alturas, balcones y ventanas abiertas (con la fantasía inconsciente de estar aún esperando de forma infantil, un encuentro amoroso con su padre), el cual era capaz de producir una ansiedad fóbica por la actitud materna en relación a sus deseos sexuales infantiles.

Evidentemente quedaban otras fantasías por ser encontradas. Ella reiteraba durante la sesión que continuaba a su madre con la omnipotencia con que ella interpretaba el deseo de su madre «a poseerla en alma y cuerpo». Entonces accedía en cuanto a que era ella la autora de su sueño y de alguna oculta necesidad por persistir en conservar su infernal drama con vida.

Al final de la sesión, tuve un sentimiento de insatisfacción. Estábamos pisando terreno familiar. Hablamos teniendo muchas sesiones con contenido similar.

Yo estaba convencida de que debía existir un vínculo entre su terrorífico sueño nocturno y su pesadilla diurna (como expresó al resurgir de su síntoma fóbico en la visita a su amiga). Pero no pude ir más lejos en esta conexión. A pesar de mi sospecha, en cuanto a que ambas experiencias tenían que ver con la imagen aterrorizante de su madre. Sin embargo, yo había pasado por alto que Suzanne era la figura materna sobre la que expresaba sentimientos de amor más que de resentimiento y que en su apuro al aparcar el coche sólo podía llegar a su amiga tomando una prohibida calle unidireccional.

De la misma forma, tampoco reflexioné sobre otra parte de los deseos de Marie-Joseph: sobre ser ahogada en el tumultuoso mar maternal. Además presté poca atención al juego de palabras contenidas en el objeto de piedra al que se agarraba mi paciente, el cual hablaba de su padre y además de la parte masculina de su nombre. Estos fueron los residuos del día que use para construir un sueño el cual me sorprendió por su contenido manifiesto. Lo último fue tan intenso que me despertó en mitad de la noche creándome una extraña impresión que nunca olvidaré.

Un detalle significativo es que yo también estaba durmiendo sola porque mi marido estaba ausente por un corto espacio. Este es el sueño:

«Voy a encontrarme con alguien en París (que de hecho me es poco conocido), en un sitio que tiene la reputación de peligroso en la noche, especialmente en la parte subterránea de la zona. Me sentía impregnada de esa sensación de algo misterioso aunque al mismo tiempo vagamente familiar.

Varias personas se ponían en mi camino y yo los empujaba fuera. De repente, estoy dentro de una casa y me encuentro en presencia de una atractiva mujer oriental vestida en un provocativo estilo sexy. Miró su reloj antes de decir «llegas tarde, sabes «. Yo balbuceo algunas excusas y logro acariciar el tejido sedoso de su vestido con la impresión de hacerla olvidar siendo yo seductora. Esto se hace evidente en el momento en que supongo que voy a compartir algún tipo de contacto erótico con esa misteriosa extraña. Me siento incómoda porque no se que espera de mi. Decido que no tengo elección. Debo renunciar a todo poder de la voluntad y pasivamente someterme a lo que esta exótica criatura quiera».

 

La ansiedad probablemente se mezclaba con la excitación despertada por la inquietante escena erótica, me desperté de repente con la convicción de que mi vida estaba en peligro. Incapaz de poder volver a dormirme, tuve mucho tiempo para pensar sobre el significado potencial de este evidente sueño homosexual. Tan atrás como pude recordar, nunca tuve un sueño semejante. Me hizo reflexionar sobre mis dos analistas, ambos hombres, que nunca me interpretaron ningún genuino material homosexual (probablemente porque nunca había proporcionado las necesarias asociaciones que lo permitieran). Así, me hallaba a altas horas de la noche, intentando desentrañar este complicado problema en solitario.

La primera asociación que me vino a la cabeza fue mi sesión con Marie-Joseph, a través del vínculo verbal de «llegar tarde» a una cita. ¿Por qué seguí los pasos de mi paciente?. Mi cita no era con una sustituta madre de edad, sino con una lánguida y erótica oriental ¿Qué estaba ella haciendo en mi sueño?. Lentamente vino a mi memoria una paciente oriental que tuve una vez en la consulta varios años atrás. Debía verla en 5 ó 6 ocasiones y su demanda terapéutica hab
ía desaparecido completamente de mi cabeza. Lo que si recordé fue que su padre tenía tres esposas legítimas y su madre era la tercera. Entones recordé que había dicho de su madre, «Ella es más una hermana mayor que una madre para mí». Podíamos jugar juntas y compartir secretos sobre los otros miembros de la casa familiar.

También recordé su fastidio de tener una madre-hermana en lugar de una madre real. La única madre real explicó, era la primera esposa, que mandaba en toda la casa familiar.

Me preguntaba porqué no se me ocurrió, que quizás la niña pequeña estaba celosa de la primera mujer de su padre y había deseado ser su hija, también esto podía ser sumamente agradable. tener una madre-hermana, en complicidad con su hija y siempre estar dispuesta a compartir juegos y secretos.

Por alguna obscura razón, sentí que debía recordar el nombre de la paciente. Recordé su nombre de pila, era «Lili». No podía negar el significado inconsciente de la encantadora oriental de mi sueño, mi madre que no se parecía en nada a una exótica y bella oriental se llama Lilian,

¿Pero quizás a mis ojos infantiles era ella encantadora y bella?.

Aquí empecé a buscar las pistas en las cuales debía encontrar la evidencia de mi fascinación erótica-infantil por mi madre. Recordé una tarde cuando yo tendría 8 ó 9 años que entró a decirnos buenas noches a mi hermana y a mi porque ella y mi padre iban a una fiesta. Ella llevaba un vestido brillante color albaricoque que parecía cambiar de color al andar.

Le pregunté de que era y me dijo: «se llama seda». Pensé que nunca había visto nada tan bonito. Mi primer pensamiento fue que debía esta celosa de mi padre, la llevaba a ella en lugar de ser yo quien lo hiciera, pero esto no excluía la otra posibilidad del deseo, que mi madre me hubiera elegido a mi en lugar de a mi padre para ir a la fiesta y entonces también yo hubiera llevado un vestido de seda de color albaricoque.

¿Era esta la madre-hermana que nunca conocí?, ¿qué quizás yo

deseé?.

Empecé a explorar otras obscuras referencias en el tema del sueño. Esto conducía a pensamientos latentes enclavados en estos contenidos manifiestos llevándome a nostálgicos deseos de un apenas recordado pasado, de sentimientos de amor y odio con sugestiones eróticas y ello traía fantasías olvidadas del miedo a mi muerte o a la de mi madre o de ambas.

La pequeña niña que había en mi, a mi madre la creía inmortal. Unicamente, podía salvarnos a mi madre y a mi de cualquier clase de muerte fusional.

Después de algún tiempo de reflexión me pregunté que tenía que ver mi sueño con el análisis de Marie-Joseph.

Me permití reconocer, primero que mi madre era en muchas cosas lo opuesto a la madre descrita por Marie-Joseph.

Los días de mi madre estaban ocupados con actividades sociales. Trabajaba devotamente para la iglesia a la que pertenecíamos. Era una entusiasta jugadora de croquet y golf. Tomaba lecciones de canto y tocaba el violín en los momentos que no cocinaba para la familia o nos hacía bonitos vestidos a mi hermana y a mí. Así, ella no demandaba nuestra presencia como la madre de mi paciente.

Siguiendo en mi intento de descubrir los vínculos entre la sesión de mi paciente y mi sueño. Llegué a la atónita conclusión de que yo estaba envidiosa de la relación de Marie-Joseph con su posesiva madre, quien siempre la estaba telefoneando y proponiéndola compartir cultura y actividades, invitándola a volver a su casa tan pronto como el marido de su hija estaba fuera. ¿Por qué no tuve yo una madre como esa?.

Lo había analizado cuidadosamente en las dos, en mi y en Marie­Joseph, la hostilidad de sentimientos en relación a la interna imagen materna. ¿Pero no había pasado por alto al mismo tiempo la importancia de los sentimientos positivos de mi paciente y su inconsciente lazo homoerótico con su madre?.

Este descuido fue claramente influido por mi deseo infantil de ser el objeto elegido de la vida amorosa de mi madre. Haber esperado muchos años por un sueño que revela la totalidad de un deseo inconsciente, confirmándose que yo había tardado en reconocer la importancia de los deseos homoeróticos del pasado. Lo que era más inquietante era el darse cuenta que hasta ahora no había escuchado los deseos negados de Marie­Joseph. Tampoco había tomado en cuenta sus quejas en su valor literal.

En nuestra siguiente sesión, Marie-Joseph continuó quejándose de su madre, dándome la oportunidad de preguntarle si detrás de toda su insatisfacción con su demandante madre, no había un deseo de probarme y a ella misma también, cuanto había sido querida por su madre y quizás el secreto placer de su parte en quejarse de estas demandas maternas.

Mi comentario fue recibido en tenso silencio, seguido de una embarazosa confesión:

M-J: Puede que yo sea más demandante de lo que me haya dado cuenta. El otro día cuando llamé preguntando si podía pasar el f n de semana con mis padres, mi madre dejó claro que ella y mi padre estaban un poco cansados de hacer de niñera cada vez que mi marido estaba fuera. ¡No podía creer lo que oía¡.

Empezó a llorar y después de un momento, continuó entre lágrimas. También dijo que estaban planeando salir solos por unos días y no querían estar constantemente preocupados por como me iba en París.

Las lágrimas otra vez interrumpieron la frase pero se las arregló para

balbucear.

….y mi madre dijo que actualmente, temían mis llamadas telefónicas en muchas ocasiones.

Me quedé en silencio ante esta revelación. Sin embargo, no tenía duda de la complicidad de la madre en su interdependiente relación, ello estaba por encima de mi propia inconsciente complicidad y
por ello no había ayudado a Marie-Joseph a ser consciente con mayor rapidez de su deseo de ser el objeto exclusivo del amor de su madre, señalándole su mayor interés en las actividades autoeróticas nocturnas y las fantasías correspondientes, especialmente desde que la masturbación había ocupado el sitio a lo que fueron noches de fóbias y fantasías del asesino-raptor.

Me pregunté, ¿podría el oculto vínculo erótico con su madre, revelarse en sus fantasías autoeróticas?.

Mi nueva receptividad adquirida dio fruto inmediatamente, así como el descubrir un elemento fundamental que estaba detrás del síntoma de la frecuencia urinaria de Marie-Joseph.

Esto ocurrió en una sesión en la cual mi paciente se refirió otra vez a su angustia nocturna. Le señalé que ella parecía evitar hablar de lo que había ocupado su lugar, la masturbación compulsiva de la noche.

M-J: Si, me es muy difícil hablar de ello.

J-M; ¿Recuerda cuando estaba muy asustada por quedarse sola en las noches?, encontramos que esto estaba ligado con imágenes de violencia sexual y las fantasías que lo soportaban, de su padre como asesino-raptor.

Si sus fantasías masturbatorias contienen algunas de estas ideas, usted debe tener dificultades para hablar de ellas, como la que tuvo al hablar de ciertos sentimientos de apego en relación con su madre.

M-J: No me es difícil hablarle de lo que imagino. Hay hombres y mujeres en mis fantasías sexuales. Pero lo que es verdaderamente doloroso para mi, es contarle la forma en que hago esas cosas sexuales. Esta bien se lo voy a decir. Yo me estimulo con un aparato de agua eléctrico de lavarse los dientes.

J-M: ¿Puede decirme algo más de ese aparato?

M-J: Fue un regalo que me hizo mi madre, pero nunca lo use de la forma en que ella intentó.

J-M: ¿Quizás es una manera de hacer el amor con su madre?

Marie-Joseph se echó a reír y parecía visiblemente relajada.

M-J: Si, estoy segura que eso es verdad. Esa pequeñita otra vez, quien todavía sigue deseando el tesoro erótico de su madre. Y quizás, como usted dijo el otro día es mi necesidad de ser capaz de identificarme con ella como una mujer sexual, de esta forma la niña pequeña que hay en mi pueda crecer y ser también una mujer adulta.

 

Siguiendo esta sesión fuimos capaces de esclarecer múltiples fantasías asociadas con el aparato y su erótico chorro de agua.

Volvimos al sueño del tumultuoso mar y esto trajo teorías sexuales comunes a la niñez, en particular fantasías urinarias del coito parental.

Estas pudieron ahora ser exploradas en los dos aspectos sádico y erótico. Pudimos entender finalmente que el intruso de la ventana del pasado era una figura bisexual.

Marie-Joseph contó, que relacionaba la experiencia de su madre como un intruso impulsivo en el aprendizaje de los hábitos de aseo.

Recordó con ansiedad su terror a sus eneuresis en la infancia. Mi sorda contratransferencia y mis propias fantasías reprimidas habían funcionado como una opaca cortina escondiendo no sólo la exploración analítica de su insatisfactoria vida sexual adulta, sino más especialmente el elemento dominante en su parcial frigidez, sus inconscientes deseos homosexuales.

Esto pudo ser ahora verbalizado y así permitir un insight en la hasta ahora desconocida envidia hacia su madre y el sexo de esta, y su deseo infantil de tenerla para poder ser ella misma una madre y una mujer.

Estos nuevos insights, ahora nos permitían entender significados de la hasta ahora desestimación de su deseo de tener un hijo. Ella seguía siendo la niña, con unos genitales y una vejiga de niña pequeña.

Marie-Joseph fue capaz por primera vez de decirme, los sentimientos de odio hacia su propio cuerpo y de como debería ser la sexualidad en la relación con un hombre, no sólo incompleta y sucia sino también peligrosa.

A través del aparato eléctrico era capaz de mantener una cierta distancia de sus propios genitales y al mismo tiempo manifestar su deseo infantil de tener imaginarios contactos eróticos con su madre y por consiguiente absorber algunas de las cualidades idealizadas que la atribuía.

Esto era ya la mitad del camino para completar la identificación femenina. Pero mucho del trabajo analítico estaba hecho antes de que este objeto erótico transicional abriera un camino hacia una genuina identificación con la mujer adulta y genital madre que Marie-Joseph creía que era su madre.

Con estos nuevos insights, la urgencia de orinar frecuentemente disminuyó y con la excepción de en algunas situaciones de stress, desapareció finalmente.

 

Como podemos ver por este fragmento, el análisis de Marie-Joseph, el camino desde la infancia a la feminidad adulta es tortuosos y lleno de peligros. Las raíces del erotismo femenino asientan en la temprana infancia, dando lugar a la aparición de multitud de zonas confusas. Hay una continua lucha por integrar conflictos concernientes a las primeras relaciones de amor, incluso cuando la orientación heterosexual ha sido lograda.

Espero que esta viñeta haya transmitido la extensión de cono los sueños, de parte del analista y también del analizado pueden ser usados en el proceso analítico para revelar el profundo sepultamiento de los deseos eróticos de la infancia y su liberación para una integración en un self adulto femenino más armonioso.

Hacia el final de su análisis, Marie-Joseph empezó a viajar más a menudo con su marido, su amor por él se hizo más profundo, igual qu
e ella creció valorando su status como una mujer adulta. También apareció el deseo de ser una madre y criar a su hijo.

Debemos decir que el «tumultuoso mar» de su sueño ahora empezaba a ser (si el Dala¡ Lama me permite la metáfora) un «Océano de sabiduría y de paz» .

 

LA TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LOS SUEÑOS DESPUÉS DE FREUD.

 

Después de FREUD la investigación psicoanalítica sobre la teoría del dormir y del soñar se ha multiplicado, no solamente en extensión, sobre los conceptos freudianos fundamentales, sino también en una crítica a los mismos.

Uno de los primeros analistas que seriamente desafió la posición de FREUD con respecto a la ciencia de los sueños fue GÉZA ROHEIM (7) quien durante muchos años había aplicado una aproximación psicoanalítica para enriquecer sus investigaciones antropológicas, aunque al mismo tiempo propuso que los descubrimientos antropológicos debían enriquecer y ampliar las investigaciones psicoanalíticas. Estas reflexiones están contenidas en su último y bien conocido trabajo publicado poco antes de su muerte «Las puertas del sueño» (8).

Como estudiante en formación, yo leí su libro y también otro de sus trabajo titulado: «The Eternal ones of the Dream». Sus pensamientos me impresionaron intensamente y enriquecieron mi lectura de las investigaciones de FREUD sobre el dormir y el soñar. En estos trabajos ROHEIM describe lo que había aprendido de los aborígenes australianos sobre las repeticiones mitológicas o las figuras divinas que aparecen en los sueños de toda la humanidad. ROHEIM llega eventualmente a la conclusión de que una de las más importantes fuentes de todos los modelos culturales humanos surge en primer lugar de los fenómenos de los sueños. Que lo que él denomina «el sueño básico» representa la lucha entre dos fuerzas opuestas. Utilizando la concepción de FREUD del sueño como una regresión al estado intrauterino, ROHEIM va más allá y propone que es un movimiento descendente hacia la muerte: la atracción de la muerte (que puede unirse en ciertos aspectos al concepto budista de Nirvana) es una vuelta compensada por el placer de estar vivo y el deseo de reencontrar el mundo de la vida. Aquí ROHEIM desarrolla el concepto de «el cuerpo» como el embrión esencial de la representación del sueño y ve el cuerpo corto un lugar de la lucha entre esas dos fuerzas opuestas. De un lado, hay una vuelta al útero en la búsqueda de una relación fusional con el cuerpo materno y de otro, una súplica a la fuerza paterna en la cual el cuerpo también se representa el falo. Estos sueños fálicos, dice ROHEIM, son la fuente fundamental del concepto del alma (cita igualmente los ritos del Shamanismo como personificación del sueño-erección). En un concluyente capítulo, ROHEIM mantiene que sin esta compresión amplia, él no podría haber entendido ciertas facetas de sus pacientes psicoanalíticos.

Para sintetizar brevemente los aspectos fundamentales (le esta importante contribución, podríamos decir que ROHEIM no reduce los sueños a las imágenes visuales sino también a una esencial y elemental fuerza, la cual revitaliza a todo ser humano en su relación con él mismo y con los otros. Lo que está implícito a través de la investigación de ROHEIM es una crítica a la aproximación hermenéutica de ISI?UD en la cual, el sueño es tratado como un texto, a ser decodificado e interpretado de actlrrdo a un número de principios básicos. Esto ha hecho que ciertos analistas, torren la posición de que buscar el significado puede desviarnos de la naturaleza verdadera del sueño esto es, lo que llamamos el sueño es realn cille su interpretación. Una más discreta aproximación se refiere al titulo tic los símbolos y su significado potencial.

En un provocativo artículo que sigue los conceptos de ROHEIM, un analista de París, ROGER DADOUN (9) hace las siguientes propuestas: Lasúbita irrupción en la fase REM del cuerpo fálico dentro de la fase fusional materna del sueño profundo puede ser experimentado como una excitación sexual, tanto si el contenido del sueño es sexual como si no. Continua diciendo que se podría concébir mejor la sexualidad como surgiendo de la actividad del soñar, que una de las más vitales funciones del soñar podría muy bien ser la fuente de creación de la sexualidad y el deseo y no al contrario (Le. que el trabajo del sueño solamente se dirige al cumplimiento, de forma alucinatoria, de los deseos sexuales que proceden del inconsciente infantil o emergen de los restos diurnos procedentes de la realidad externa). La producción de la sexualidad, nos dice, utiliza el cuerpo entero en estado del soñar. El hecho de que el control normalmente ejercido por el cortex cerebral esté disminuido indica que la regulación del sueño está ahora bajo el dominio de un centro más arcaico, el romboencéfalo. Esto hace que se admita una mucha mayor liberad erógena que se dirige a la creación de la libido. JOUVET (2) de hecho propuso para nombrar el estado del sueño de «estado romboencefálico» del dormir.

Muchos autores han comentado sobre la aproximación hermenéutica de FREUD a la interpretación de los sueños. Un artículo de HANDELMAN (to), titulado «La interpretación como devoción: la relación de Freud con la hermenéutica rabínica» comienza con la siguiente cita del TALMUD-RABBI HISDA dijo: «un sueño que no ha sido interpretado es como una carta que no ha sido leída». Aunque FREUD objetó ser considerado como un Talmudista, sin embargo, trataba el texto del sueño como una «escritura sagrada», usando una de sus propias metáforas. Como HANDELMAN dice: «es entorno a la naturaleza del psicoanálisis como una técnica específica de interpretación y hermenéutica donde surge la controversia sobre su status científico». Está claro que el analista nunca es un objetivo e imparcial observador. El es parte intrínseca del fenómeno y de los procesos de pensamiento los cuales son los objetos de esta observación.

El filósofo PAUL RICOEUR (ti) mantiene que «el psicoanálisis llega a sus concepciones energéticas únicamente por la vía de la interpretación. Porque sus híbridas construcciones, la interpretación analítica será siempre un anomalía en las ciencias humanas».

A lo largo de esta extensa crítica que, aunque inspirada en las investigaciones de FREUD, enlaza la ciencia de lo
s sueños con otras disciplinas tales como la antropología y la filosofía, o sugiere nuevas formas de conceptualización del mismo fenómeno, ha significado un avance sobre los conceptos de FREUD en vista de la aparente asunción que el niño pequeño tiene inopinadamente sobre las experiencias ambientales de los otros como del íntimo contacto con la madre en los dieciocho primeros meses de vida. Esto es sorprendente en tanto FREUD siempre concibió el funcionamiento mental como originado en las experiencias corporales. Modernas investigaciones con niños pequeños revelan, por el contrario, que los niños están en constante interacción con su medio desde el nacimiento, si no antes (como las investigaciones actuales sobre la vida fetal y la memoria están demostrando). El origen corporal de la mente ha estado, sin embargo, en el lugar más importante del psicoanálisis y de la investigación infantil en los últimos veinte años. Esto dirigió la concepción del origen primero de la representación tanto del self del otro como derivadas de experiencias corporales.

En cuanto a las primitivas raíces de la experiencia individual, y de la relación del niño conel «pecho materno», uno de los mejores conocidostrabajos de investigación en estecampo fue el de BETRAM LEWIN (12). Lahipótesis de LEWIN fue que los sueños son proyectados (como en el cine)sobre una pantalla aunque la pantalla es raramente visible en la imagen delsueño. Propuso que esta pantalla, mientras simboliza el propio dormir,también mantiene una imagen arcaica de la primitiva relación con el pechomaterno con el que mientras duerme es inconscientemente igualado.


Siguiendo a LEWIN, podríamos decir que la pantalla representa el deseo de dormir mientras las imágenes que son proyectadas sobre ella durante la fase del soñar representan deseos que podrían, sin embargo, perturbar el dormir. Otros autores siguiendo el punto de vista de LEWIN, han observado que el fenómeno de la pantalla del sueño tiende a ocurrir de forma particular en los sueños de pacientes en fase maniaca. Tales autores coinciden que la pantalla tiene un doble significado, de una parte simboliza un «éxtasis fusional» con el pecho (la madre de la infancia) y a mismo tiempo una negación de la hostilidad y de los impulsos destructivos dirigidos a él.

Podríamos aquí recordar la teoría de BION del efecto que el «pecho», (referido no como un objeto parcial sino a la madre como objeto total) aparte de ser un objeto de amor idealizado, es también odiado desde, como todos los objetos necesitados, puede ser retirado inevitablemente en cualquier momento, causa de la primitiva cólera y de los impulsos destructivos como resultado de esta dependencia.

 

Como su investigación progresó, LEWIN al final desarrolló la noción de «sueño blanco», en la cual el soñante está convencido en haber soñado un sueño pero sin contenido visual. Yo misma he observado este fenómeno con ciertos pacientes que sufren manifestaciones psicosomáticas. Uno de ellos era un epiléptico el cual eventualmente podía capturar la imagen visual que acompañaba una impresión recurrente de su «sueño blanco»: un «balón rojo» avanzaba hacia él a una velocidad escalofriante, después de lo cual se solía despertar. Esto no era seguido necesariamente de un ataque epiléptico. Algunos enfermos asmáticos cuentan experiencias de sueños similares en los cuales no tenían imágenes pero si un sentimiento de ahogo o sofoco. Con la continuación del proceso analítico los episodios somáticos frecuentemente disminuyen y son reemplazados por sueños, en ocasiones angustiosos que producen el despertar. Esto funciona probablemente, como una señal de alarma o en otras ocasiones como una descarga emocional la cual, si no es reconocida, podría haber precipitado una explosión somática en su lugar. Yo he propuesto que ciertas manifestaciones psicosomáticas podrían ser entendidas como el equivalente de «un sueño que nunca fue soñado». Algunos en línea con el concepto de DADOUN ha referido las somatizaciones como formas arcaicas de histeria (13).

Esto me ha permitido investigar sobre la aparente incapacidad de ciertas personas de poder soñar. Estamos muy agradecidos a la investigación de WINNICOTT en este área (14). WINNICOTT habitualmente criticaba el intento de hacer interpretaciones simbólicas de los sueños de los pacientes porque revestía el riesgo de que el analizando tendiese con frecuencia a conformarse con dicha interpretaciones, y continuar a través de sesiones enteras explorando sus asociaciones o gastando horas en explorar el juego de palabras que aparecían en los sueños, en un intento de agradecimiento al analista. Si el analista entraba en complicidad con esta forma de resistencia intelectualizadora, esto podía, de acuerdo con WINNICOTT, reforzar el «falso self’ del individuo y así fallar en la búsqueda del auténtico self detrás del sometimiento frente al que está tratando desesperadamente de tomar del mundo externo, lo que el sujeto cree que se espera de él. WINNICOTT fue un devoto pediatra y un analista de niños que inventó un juego llamado «The squiggle» el cual le ayudó a valorar la amplitud de la utilidad que los niños tenían para usar «el espacio» psíquico que existe una persona y otra, y a ser creativo con este espacio WINNICOTTdesarrollaba sus observaciones sobre la capacidad de soñar, y averiaba la noción de que una falla en el «espacio transicional» (lo cual implica una incapacidad para distinguir entre el self y el no self), también inhibiría, entre otras capacidades, la utilidad para crear sueños. Vas investigaciones y observaciones de WINNICOTT le condujeron al descubrimiento de que es una necesidad vital de los niños el tener un «oblr1o transicional» (tal como un osito de peluche o en ocasiones un pequcllo i rozo de vestido de la madre). El objeto transicional es una imaginativa creación del propio niño pero también representa la esencia de los cuidados y de la protección materna. Si hay una deprivación de los objetos transicionales, la mayoría de los niños tiene dificultades en dormirse o en separarse de sus padres por cortos períodos de tiempo.

Las investigaciones de WINNICOT’I’ sobre el crecimiento del espacio transicional le condujeron a la concepción del «verdadero self’ que es la dimensión con uno mismo que conduce al individuo a sentirse renovado, vivo, en contacto cerrado consigo mismo de la realidad de otra gente, la experiencia plena de sentir que no tiene una capacidad creativa (mientras en mayor aplicación clínica concierne, junto a muchos analistas, con los pacientes que muestran una falta de vida psíquica). Como FREUD, WINNICOTT creía que es esta capacidad de uno trismo de tener inventiva y ver el mundo creativamente lo que hace de la vida un valor vivido.

WINNICOTT también insiste en lo que él denomina «no integración» («unintegration»), que es la capacidad de un individuo de poder, sin miedo, flotando o manteniéndose a la deriva sin nada, en un «tiempo de ser», con un énfasis en el ser en lugar de hacer. En una carta a un colega de la Gestalt, WINNICO
TT enfatiza sus diferencias con la Gestalf psicología: «… la psicología de la Gestalt (me parece a mí) toma el modelo de la actuación como un estadio primario, mientras que para los psicoanalistas el modelo de la actuación es un ,fenómeno secundario a la primaria no integración» (ts).

El énfasis en la «no integración», en la investigación sobre los sueños del adulto mantiene, primero de todo, la capacidad de regresar a una fusión con el mundo de la madre-universal para poder dormir. Hay por tanto, un interesante paralelismo entre el objeto transicional que permite a los niños dormir y el soñar que ayuda a los adultos a continuar durmiendo

Algunas experiencias clínicas me han permitido observar que los adultos que sufren de severos problemas del sueño aparecen no teniendo representación, en su mundo interno, de los cuidados de la instancia materna con la cual ellos podrían entonces identificar su propio self infantil. Es interesante hacer notar que eficaces experimentos de inducción al sueño con medicación en personas que sufrían de insomnio han demostrado que, en un porcentaje significativo de casos, en pacientes que habían tomado placebos creían en la capacidad soporífera de las pastillas y caían rápidamente en un profundo sueño. Me parece a mí que el mecanismo psíquico en la actuación de las pastillas, tanto en el sueño inducido como con placebo, es inconscientemente experimentado (como el oso de peluche de la infancia) como un objeto transicional inhibido de cualidad maternas, las cuales dan una seguridad al individuo que le permiten caer dormido. También he notado que severos insomnes no tienen memoria de un objeto transicional en la infancia (mientras muchos adultos recuerdan su «manta de seguridad» o especiales muñecos para poder dormir bien). Otros pacientes con insomnio cuentan por el contrario, que requerían sus objetos transicionales en un tiempo posterior al habitual a la edad en que se suelen tener y de hecho todavía lo piden de adultos. Este estado de desarrollo coincide en general con la fase en la cual la comunicación simbólica a través del lenguaje lentamente da paso a un constante contacto corporal entre la madre y el niño. En otras palabras, eventualmente, el lenguaje cumple la función del objeto transicional. Cuando un niño puede decir «mami» y pensar sobre ella como alguien de quien puede fiarse, y que estará allí cuando se despierte, su representación interna de un objeto materno tranquilizador es suficiente para soportar experiencias de separación. Cuando el psiquismo no posee los significados para tratar con el terror que se genera, entonces uno podría estar totalmente incapacitado para dormir o para caer dormido en un estado de mortal angustia.

FREUD también había postulado que aquellos que sufrían de insomnio tenían miedo de los sueños que pudieran tener. En un célebre trabajo: «Sobre la capacidad de estar solo» (17) (que es «estar solo en presencia de la madre»), WINNICOTT discurre sobre un estado de maduración en el niño pequeño cuando empieza a inventar actividades lúdicas de sí mismo, teniendo la seguridad que la madre suministra con su continuo interés y presencia.

Yo me extendería en la afirmación de FREUD de que los insomnes tienen miedo de sus sueños e incluiría la noción de que en ocasiones hay miedos de fondo por el estado de abandono en la infancia y que esto, la parálisis corporal y el sueño inducido, no ofrece garantía contra el peligro potencial, o la certeza de poder despertarse si no hay una madre interna con cuya presencia se puede contar. Cuando el sueño es equiparado con el abandono o la muerte, uno no se arriesga a este juego y no sueña.

En este punto, podría retomar la posición kleiniana que normalmente considera como preformada la función reparadora del dormir y el soñar, no solamente en sentido biológico, sino también porque, volviendo a un estado de fusión narcisista primitiva con el pecho materno, el miedo de haber destruido la vida materna, a través del odio y la envidia. Así el Self también es reparado y la fuerza de la vida triunfa sobre la muerte.

Algunas reflexiones sobre la capacidad o incapacidad para soñar nos deja con la necesidad de distinguir entre el proceso del sueño y el espacio psíquico en el cual el sueño tiene lugar (8). Para ciertos analizados, el sueño no es más que una forma de ritual de retracción de la vida, pero tales pacientes raramente sueñan ni se sienten revitalizados después de dormir. Como ya indiqué, los adultos pueden usar el espacio del sueño en la forma en la cual los niños utilizan el espacio transicional, pero algunos, mientras usan el proceso del sueño, son incapaces de usar el espacio del sueño. Tales pacientes tienden en ocasiones, a la actuación en las relaciones sociales con los otros, temas que podrían ser creativamente tratados por los sueños cuando ellos pudieran hacer uso del espacio psíquico que concediera a los sueños el poder de existir. La actuación es la máscara de la ausencia de la capacidad de crear auténticos sueños. Podríamos decir que hay dos tipos de vacíos, un vacío patológico en el lugar en que debía estar el espacio del sueño y un vacío que es el espacio receptivo (el concepto de no integración de WINNICOTT) en el cual, las imágenes creadas no existirán.

Así sueños auténticos, lo que sería decir, sueños con sus funciones completas, son raramente recordada o, si se recuerdan, no pueden ser verdaderamente compartidas. El espacio del sueño es esencialmente una íntima y personal dimensión de la vida’ psíquica del individuo. Propondríamos que la interpretación de un sueño es en cierto sentido la

violación de la individualidad. FREUD fue el primero en remarcar que el uso de los sueños en la práctica psicoanalítica iba mucho más allá de su intrínseca dirección. Ellos no deberían ser interpretados.

El psicoanalista, eterno espectador de los sueños ajenos, debería siempre recordar que él es un usurpador del territorio psíquico de los demás, que el soñante nunca está solo, que siempre está en contacto con sus primitivos objetos de amor, los primeros que dieron significado a la vida y formaron su propio self. Además es de vital necesidad mantener el sentido de la identidad individual, no sólo para la continuación de la vida en la relación con los otros, sino también a través de los sueños y de las ensoñaciones, y a través del propio dormir.

Como psicoanalistas, podríamos muy bien recordar unas líneas del poeta irlandés W.B. YEATS: «Pisa suavemente, porque pisas sobre mis sueños». (Tread softly, because you tread on my dreams).

 

 


 

BIBLIOGRAFIA

1. FREUD, S. «The interpretation of dr
eams». (1900). London: Hogarth Press. 1953; SE 4:1-626.

2. JOUVET, M. «Le sonuneil et le réve». París: Odile Jacobs. 1992.

3. FREUD, S. «New introductory lectores». (1993). London: Hogarth Press. 1964; SE 22.

4. FREUD, S. «Remarks on die Uteory and practice of dream interpretation». (1923). London: Hogarth Press.1961; SE 19:112

5. FREUD, S. «Beyond Use pleasure principie». (1920). London: Hogarth Press. 1955; SE 18:7-64.

6. FREUD, S. «Revision of the Uieory of dreams». In: New introductory lectores (1933). London: Hogarth Press.1964; SE 22:7-30.

7. ROHEIM, G. «Psychoanalyse et andvopologie». París:

8. Gallimard. 1950. 8. ROHEIM, G. «Les portes du réve». París:Gallimard. 1953

9. DADOUN, R. «Les ombilics du réve». Nouvelle Revue de Psychoanalyse. 1972:5.

10. HANDELMAN, A. «Interpretation as devotion: Freud’s relation to rabbinic henneneutics». Psychoanal. Rev.1981; 68(2).

11. RICOEUR, P. «Freud and philosophy: an essay in interpretation». New Haven. London: Yale University

12. LEWIN, B. «Sleep, the mouth and die dream screen». Psychoanal Q 1946;15:419-34.

13. McDOUGALL, J. «Theatres of the body». New York: Norton, 1989.

14. WINNICOTT, D. «Tic maturational processes and Use facilitating environment». Lodos: Hogarth Press. 1963. 15. RODMAN, G. «The spontaneous gesture: selected letters of D.W. Winnicott». Harvard: Harvard University Press. 1970.

______________________________

1Presentado a H.H, El Dala¡ Lama como contribución al Seminario «Mind and Life», en Dharamsala, India, Octubre 5-9 1992.

*

Publicado en el International FORUM OF PSYCHOANALYSIS y posteriormente en nuestra Revista de Psicoanálisis y Psicoterapia Analítica, Vol II- Num 2 Año 1995, bajo licencia.

Traducción: Rómulo Aguillaume y Reyes G. Miura.