De la creatividad y la perversión

por | Revista del CPM número 6

XIII International Forum of Psicoanálisis
Belo Horizonte – Brasil
Agosto 2004

Generalidades

La justificación de este trabajo continúa siendo la de tratar de añadir una mirada al misterio de una actividad, la creativa que, hoy como siempre, se mantiene unida a una sospecha: la creatividad es una anomalía que arrastra el creador. Sospecha o prejuicio común que el psicoanálisis no consigue desterrar.

“En todas las ramas de la creación artística, la genialidad es una anomalía inexplicable para las solas armas de la inteligencia y la razón, pero en la poesía lo es todavía mucho más, un don extraño, casi inhumano…” (1) Esta reflexión de M. Vargas Llosa acerca de otro poeta, Pablo Neruda, encuentra su correlato 100 años antes, cuando Freud se empieza a interrogar, precisamente, sobre la creatividad:

Los profanos sentimos desde siempre vivísima curiosidad por saber de dónde el poeta, personalidad singularísima, extrae sus temas en el sentido de la pregunta que aquel cardenal dirigió a Ariosto y cómo logra conmovernos con ellos tan intensamente y despertar en nosotros emociones de las que ni siquiera nos juzgábamos acaso capaces. (…) los mismos poetas gustan de aminorar la distancia entre su singularidad y la esencia generalmente humana y nos aseguran de continuo que en cada hombre hay un poeta y que sólo con el último hombre morirá el último poeta. (2)

Con estas palabras de Freud comienzan casi todas las reflexiones psicoanalíticas sobre la creatividad. Son dos preguntas y un equivoco lo que plantea Freud:

¿De dónde el poeta extrae sus temas?, y ¿cómo logra conmovernos con ellos tan intensamente?

El equivoco: que en cada hombre hay un poeta y que sólo con el último hombre morirá el último poeta.

De dónde nos remite a las fuentes de la creación artística y, el cómo al mecanismo que lo hace posible. El equivoco, en mi opinión, está en considerar que una actividad, la creatividad, puede ser universal, presente en todos los hombres.

Y a partir de esta cita el psicoanalista continúa en la insistencia del misterio creativo, plantea la carencia como fuente de la creación, la fantasía como origen de la misma y termina con una apuesta casi unánime por la salud mental del creador, en tanto en cuanto es esa parte sana la única que puede reclamar para si una capacidad que denominamos creativa. El creador lo es a pesar de su patología y no gracias a ella. Curiosa conclusión en una disciplina que precisamente logra una revolución epistemológica en el momento que niega toda diferencia esencialista entre lo patológico y lo normal.

La intención de este trabajo es precisamente mostrar como es la aparente anomalía un factor determinante y esencial de la creatividad y es desde ahí desde donde podemos especular – ¿qué más podemos hacer?- la relación entre la obra y su autor.

Creatividad y Perversión, o en su traducción funcional, Sublimación y Renegación van a ser desde donde nuestra mirada intente una nueva reflexión psicoanalítica. Sublimación, concepto freudiano, repleto de dificultades, pero que ahí quedó como valor heurístico o como obstáculo epistemológico, y que en cualquier caso continúa siendo referencia obligada. Renegación, también concepto freudiano pero desarrollado por Lacan hasta convertirlo en puntal de una estructura, la perversa.

En la sublimación Freud descubre la posibilidad creativa en tanto la pulsión encuentra una actividad que la libra de la descarga directa. La valoración social de esa actividad es el precio a pagar. Una comprensión excesiva sería la de pensar que cuanto más descarga sexual directa menos capacidad creativa. Quizás por ello Freud dejó –dice que dejó- toda actividad sexual a los 40 años. En cualquier caso la sublimación está en la base de la creación artística y el trabajo intelectual. Y no sólo esto, la sublimación quedó desde entonces como la posibilidad del fin de la perversión y de la neurosis. La normativa psicoanalítica encontró en la sublimación su mejor aliado.

Lacan no está de acuerdo con este aspecto: ni es posible la descarga completa de la pulsión (grado cero de la satisfacción) ni es posible la sublimación completa, como pensaba Freud que era posible en los grandes hombres, entre los que él se encontraba, naturalmente.

Tampoco la sublimación lacanina acepta el cambio de objeto y sí su cambio en la posición en la estructura del fantasma. Igualmente Lacan nos recuerda la articulación de la sublimación con la pulsión de muerte como “una voluntad de crear desde cero”.

En la renegación la valoración social no produce placer sino displacer por lo cual se reniega de lo percibido. S. Freud vio en este mecanismo la explicación del fetichismo, Lacan lo elevó a condición estructural de las perversiones. En Freud la renegación es la percepción de una falta en Lacan es la compresión de esa ausencia que no se admite y se sustituye por una presencia como causa del deseo, por ejemplo el fetiche, y en ocasiones el objeto creado.

En cualquier caso la creatividad empieza desde una cierta ambigüedad: “Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la haz del abismo…” (8)

La creación pues, ¿es un acto desde el vacío, o es un acto desde el desorden? La creación ¿es un acto que organiza, ordena la realidad existente, o es un acto ex nihilo? El resultado puede ser el mismo, la aparición de una realidad nueva, pero el origen marca una diferencia, diferencia que creemos encontrar en dos mecanismos, sublimación y renegación.

Los mecanismos complejos que se dan en el proceso creativo no son suficientemente discriminados por los autores con lo que sublimación y actividad creativa se dan como sinónimos. La creatividad implica la sublimación pero no queda definida únicamente por ella. Algo más que este mero mecanismo universal debe estar presente para que el proceso creador tenga lugar. Al menos así entendemos el interrogante freudiano sobre cuales son los atributos y las capacidades específicas “que distinguen al artista creador consistente de todos los demás “hacedores” (3)

En este intento discriminador L. Greemberg piensa la creatividad en términos de proceso “durante el cual el individuo debe pasar inevitablemente por estados de “desorganización” temporaria y ruptura de las estructuras establecidas para reintegrarse luego de una manera diferente. Tanto los momentos de “desorganización” como los de reintegración posterior forman parte del proceso creativo y se encuentran reproducidos y condensados en el acto creativo.

Para decirlo en otras palabras, el acto creativo seria el eslabón final de una serie de etapas (proceso) caracterizadas por fluctuaciones, generalmente inconscientes y transitorias, entre realidad y fantasía, estados de “desorganización” y reorganización, fantasías de tipo alucinatorio y percepcio
nes objetivas, abstracciones y concretizaciones, etc. En el acto creativo se logra una síntesis dialéctica de las fases previamente descriptas, que dará lugar al producto creado”.(4)

Así pues este autor nos presenta un proceso complejo donde quedan bien diferenciadas dos actividades cualitativamente distintas y que podríamos denominar como acto creativo y producción creativa: el momento creativo en que los mecanismos regresivos y progresivos del psiquismo se ponen en marcha y otro, el producto creativo donde la capacidad sana del psiquismo plasma en el lenguaje del logro lo que el psiquismo realiza en el momento anterior.

Otro autor de cultura psicoanalítica muy distinta, Pierre Kaufmann enfatiza igualmente esos dos momentos de la creatividad: Si bien el secreto de la creación permanece no dilucidable, se puede no obstante afirmar que reside en una cierta relación de la fantasía con su técnica de presentación… (5)

Los procesos de inhibición de la creatividad que muchos autores describen se refieren las más de las veces a problemas de esta última función, lo que ha dado en confundir inhibición creativa con inhibición productiva.

J. McDougall (6) estudia aspectos de la creatividad que muestran una complejidad que sintetiza en cuatro factores determinantes:

  1. “La lucha con el medio de expresión.
  2. La naturaleza de la relación del individuo con el público imaginario al que destina su obra.
  3. El papel de la sexualidad pregenital en la economía psíquica del sujeto (que comprende las tendencias orales, anales y fálicas.
  4. La integración – o no integración de los deseos bisexuales de la infancia en la estructura psíquica del creador” (Pág., 90 Las mil y una cara de Eros).

Para Joyce McDougall está claro la salud del creador: “… algunos genios creadores han dado muestra de un comportamiento perverso o manifiestamente psicótico, pero se puede proponer que la parte de sí mismos que les permitió crear (y continuar haciéndolo) era en realidad la parte exenta de síntomas. ( Pág., 88).

Igualmente señala esta autora otra característica del genio creador, su productividad: “Resulta también significativo que la mayoría de los creadores, en cualquier dominio, sean sorprendentemente productivos”.

Ni que decir tiene que podríamos poner ejemplos donde ambas afirmaciones no se cumplen, pero consideramos que dichas afirmaciones se sustentan al no discriminar precisamente entre actividad y producción creativa.

Algo más concreta se manifiesta Ch. Smirgel (7) quien apuesta por un psiquismo “complejo” donde coexisten “diferentes vicisitudes instintuales” y “diferentes áreas de carácter” : “Podríamos tener un área “perversa” – escribe la autora- donde los instintos pregenitales podrían ser liberados dentro de la actividad sexual, un área “neurótica” que podría estar bajo la represión, y una tercera área bajo la sublimación”. ( Creativity and Perversión. Pág. 90). Naturalmente la autora encuentra apoyo en Freud ( Tres ensayos para una teoría sexual) para la concepción de este psiquismo complejo.

Pero esta autora continua insistiendo en la sublimación como mecanismo básico de la creatividad, aun cuando constate la presencia de mayor número de pervertidos en el campo del arte que entre la población general (Pág. 90). Para esta autora el perverso queda anclado en el estadio anal sádico donde la compulsión idealizadora marca el funcionamiento psíquico. La conclusión es que el perverso no es un creador sino un esteta. “the pervert is often an aesthete” (Pág 92). “La idealización tiende más al esteticismo que a la creación, y cuando la creación sin embargo se desarrolla, frecuentemente sufre la marca del esteticismo”.

La diferencia entre sublimación e idealización que ya marcara Freud en “Introducción al narcisismo”, le permite a Ch. Smiergel mostrar como en la creatividad perversa la idealización es el motor esencial y no la sublimación

Así pues la creatividad en sus múltiples acepciones se encuentra con una que consideramos esencial: “nada puede ser creado sin que sea investida la suma de trabajo que esto exige, mientras que es preciso reconocer que lo propio de toda creación es encontrar un “destino” que el autor nunca podrá decidir a priori (10).

Esta cita de P. Aulagnier nos sirve quizás para entender algo más la necesidad de tener en cuenta la totalidad del psiquismo, (la parte sana de la personalidad) como vehículo de una actividad que va a tener su legitimidad de la sanción de un destino casi siempre caprichoso. Creatividad pues, prisionera de una salud y de un destino que la condicionan pero no la definen.

En el estudio que se han realizado de grandes creadores, pensemos en el Leonardo de Freud por poner un ejemplo, se han encontrado con gran frecuencia rasgos psicopatológicos que ha sido necesario estudiar y justificar frente a la sublimación, mecanismo básico de la salud psicoanalítica. En cualquier caso consideramos más operativo pensar en términos de creatividad según las tres grandes estructuras: neurótica, psicótica y perversa y sus mecanismos correspondientes, represión, forclusión y renegación.

Aunque la renegación es un concepto que parece surgir muy tarde, con la obra sobre el fetichismo, creemos encontrar en Freud precedentes que la hicieron posible.

En época tan temprana como 1910, en Los dos principios del suceder psíquico, Freud describe la actividad del artista como un mecanismo de apartamiento de la realidad sin caer en la psicosis:

“El artista es, originariamente, un hombre que se aparta de la realidad, porque no se resigna a aceptar la renuncia a la satisfacción de los instintos por ella exigida en primer término, y deja libres en su fantasía sus deseos eróticos y ambiciosos. Pero encuentra el camino de retorno desde este mundo imaginario a la realidad, constituyendo con sus fantasías, merced a dotes especiales, una nueva especie de realidades, admitidas por los demás hombres como valiosas imágenes de la realidad. Llega a ser así realmente, en cierto modo, el héroe, el rey, el creador o el amante que deseaba ser, sin tener que dar el enorme rodeo que supondría la modificación real del mundo exterior a ello conducente. Pero si lo consigue es tan sólo porque los demás hombres entrañan igual insatisfacción ante la renuncia impuesta por la realidad y porque esta satisfacción resultante de la sustitución del principio del placer por el principio de la realidad es por sí misma una parte de la realidad.

En 1915 en su trabajo Lecciones introductorias al Psicoanálisis , al finalizar la conferencia XXIII Freud señala:

Antes de terminar esta conferencia, quisiera llamaros todavía la atención sobre una de las facetas más interesantes de la vida de la fantasía. Se trata de la existencia de un camino de retorno desde la fantasía a la realidad.

Este camino no es otro que el del arte. El artista es, al mismo tiempo, un introvertido próximo a la neurosis. Animado de impulsos y tendencias extraordinariamente enérgicos, quisiera conquis
tar honores, poder, riqueza, gloria y amor. Pero le faltan los medios para procurarse esta satisfacción y, por tanto, vuelve la espalda a la realidad, como todo hombre insatisfecho, y concentra todo su interés, y también su libido, en los deseos creados por su vida imaginativa, actitud que fácilmente puede conducirle a la neurosis. Son, en efecto, necesarias muchas circunstancias favorables para que su desarrollo no alcance ese resultado, y ya sabemos cuán numerosos son los artistas que sufren inhibiciones parciales de su actividad creadora a consecuencia de afecciones neuróticas. Su constitución individual entraña seguramente una gran actitud de sublimación y una cierta debilidad para efectuar las represiones susceptibles de decidir el conflicto.

Con estas citas no pretendo únicamente legitimar un pensamiento, sino indagar en el proceso que le lleva a Freud a tener que dar cuenta de un proceso en que la realidad percibida debe ser a la vez negada como condición de la creatividad.

La creciente normativización que la vida social impone al mundo pulsional acarrea no pocos problemas. El componente agresivo de la pulsión, imprescindible para poder manifestarse, se encuentra con un medio social que impide progresivamente cualquier manifestación de autoafirmación. Si el sepultamiento del complejo de Edipo, el aniquilamiento del complejo de Edipo como ideal cultural fue el corolario inquietante que nos legó Freud, hoy nos encontramos más cerca que nunca de lograrlo y precisamente por ello la solución perversa, el fetichismo, reclama un lugar fundamental frente a la sofocación social de las pulsiones.

“Entonces el fetiche protege la vida pulsional frente a las exigencias de una cultura que con su ideal de aniquilar al Edipo puede provocar no solo la muerte de la pulsión sino, afectarla tanto en la elección del objeto sexual como, quizás mas gravemente, en las condiciones mismas del amor”(17)

Podríamos atrevernos a pensar el psiquismo no como algo estructurado en torno a la aceptación de la castración sino en torno al conflicto entre castración-fetiche. Si la castración es una realidad incontrovertible el fetiche también lo es desde el origen de los tiempos.

Desde el último Freud sabemos que la consecuencia del fetiche es la escisión del Yo. “Si esta grieta de la escisión del yo “se corriera” hacia la aceptación de la castración (desalojando el área de la desmentida), conduciría a una progresiva desaparición de la pulsión sexual generando la idealización del objeto. (Nota a pie de página: Esto significaría una reinstalación del objeto del apego preedípico, que, si bien fue necesario para el desarrollo estructural del sujeto, podría resultar iatrogénico en la cura y “paralizante” en la vida cuando implica la reafirmación del poderío de ese objeto. )

Si en cambio la grieta “se corriera” hacia el área de la desmentida, la perversión dominaría las relaciones de objeto pudiendo llegar hasta desconocer la realidad misma (el delirio en lugar de la creación). El resultado deseado sería el equilibrio creativo entre el “ya lo sé” (reconocimiento de la castración) y el “pero aun así…” (acción de la desmentida que preserva la pulsión y su correlato: la fantasía).( 17)

“ El fetiche sería una bisagra que, al decir de Freud, implicaría un sí a la castración, al mismo tiempo que un triunfo sobre ella” lo que en decir de Marucco nos remitiría a la posibilidad estructurante “ de la satisfacción sexual, las condiciones del amor y la potencialidad de la creación.” (17).

Así pues y ya desde Freud cuanto más se anula la pulsión sexual más se idealiza el objeto y más “se inundan de las llamadas “pulsiones de apego”. (Id.)… “la potencialidad creativa de la pulsión sexual dejaría de estar determinada por su propia fuerza generadora para quedar a merced de la orden del objeto idealizado. O sea, seudo creación en lugar de creación”. (17).

A modo de conclusión.

  1. La creatividad es un fenómeno complejo en el que es operativo pensar en dos procesos, uno que denominamos acto creativo y otro que denominamos producción creativa.
  2. En la creatividad se ponen en marcha mecanismos psíquicos, patológicos o no, pero que no excluyen las posibilidades del acto creativo.
  3. En el acto creativo encontramos los rastros de las tres grandes estructuras: neuróticas, psicóticas y perversas.
  4. Un psiquismo estabilizado desde la sublimación es necesario en el proceso de la producción creativa.
  5. La perdida de la realidad, tanto en la modalidad neurótica como psicótica o perversa, es necesaria en todo acto creativo, en un momento del mismo.
  6. La creatividad, artística en cualquier caso, pretende una creación ex nihilo, que el mecanismo de la denegación otorga aunque sea de una forma engañosa.

Terminaría con una reflexión de Lacan que nos permite una apertura al tema inagotable de este trabajo: la creación ex nihilo es imposible en la tradición aristotélica como nos recuerda Lacan: “Nada se hace a partir de nada” (Pág., 150, S. 7) (11). Pero poco después nos vuelve a recordar que “La idea de creación es consubstancial a vuestro pensamiento. Ni ustedes ni nadie pueden pensar salvo en términos creacionistas. El evolucionismo, que creen es el modelo más familiar de vuestro pensamiento, es un modo de defensa, una forma de aferrarse a los ideales religiosos…) (Pág. 156, S7) (11).

 

 

(1) (Mario Vargas Llosa, El País, 27 Junio 2004).

(2) Freud, S. (1908), El poeta y los sueños diurnos. Obras Completas , Biblioteca Nueva. Madrid, 1972

(3) Schneider, D. E. (1974): El psicoanalista y el artista. México: Colección popular. Fondo de cultura económica.

(4) L. Grinberg, L.(1971): Observaciones psicoanalíticas sobre la creatividad. Revista de Psicoanálisis, XVIII, nº 4:697-713

(5) Pierre Kaufmann, P(1996): Elementos para una Enciclopedia del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

(6) McDougall, J. (1998), Las mil y una cara de Eros. Buenos Aires: Paidós.

(7) Chasseguet- Smirgel, J. (1984), Creativity and Perversión. London: Free Association Books

(8) Sagrada Biblia, (1962), Madrid: Biblioteca de autores cristianos.

(9) Aulagnier, P. (1984), El deseo y la perversión. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

(10)__________ (1980), El sentido perdido. Buenos Aires: Editorial Trieb.

(10) Khan, M. R. (1987), Alienación en las perversiones. Buenos Aires:Ediciones Nueva Visión

(11) Lacan, J. (1988), El Seminario nº 7: La ética del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

(12) Kernberg, O. F. (1989), A theoretical frame for the study of sexual perversions. In : The Psychoanalytic Core. Madison: International Universities Press, Inc.

(13) Julien, Ph. (2002), Psicosis, perversión, neurosis. Buenos Aires: Amorrortu editores.

(14) Assoun, P-L. (1995), El fetichismo. Buenos Aires: Nueva Visión.

(15) Gutiérrez, A., Lledó, J. L. (1994) Creatividad y Perversión. Madrid: Revista de Psicoanálisis y Psicoterapia Analítica. Número Especial: 69-78.

(16) Hopkins, L. B. (2003), L’analyse de Masud Khan par D. W. Winnicott. Revue Française de Psychanalyse: LXVII, 3, 1033-1058.

(17).Norberto C. Marucco. (1998), Cura analítica y transferencia. A
morrortu, Buenos Aires 1998.