Cura psicoanalítica y reconocimiento social

01 noviembre 2024 | Artículo del mes

Por Reyes García Miura

Trabajo presentado en el XXII INTERNATIONAL FORUM OF PSYCHOANALYSIS

Hablar de cura implica nombrar el uso que hace el psicoanálisis de conceptos generales como cura, curación, experiencia subjetiva más allá de lo terapéutico, y también hablar de curación desde la demanda social que no participa necesariamente de las sutilezas del psicoanálisis. Por lo que la cura dentro del marco psicoanalítico y el factor curativo en diferentes condiciones, como criterios médicos u otros tipos de psicoterapias, difícilmente coinciden.

La teoría psicoanalítica busca a nivel teórico contenidos de verdad, aunque se cuestione desde algunos modelos actuales el concepto de “verdades” a descubrir en la mente, en favor de “nuevas narrativas“ construidas por analista y paciente. Y busca en la práctica clínica lograr resultados efectivos, lo que hace sea tan complicado el poder evaluar los resultados en los tratamientos psicoanalíticos. Así “La precisa conjunción entre terapia eficaz y conocimiento verdadero como producto del método psicoanalítico, no puede considerarse como uno de los rasgos innatos de la práctica psicoanalítica”. Thoma Helmut, 1989 (1).

El psicoanálisis surge en un momento determinado de la historia, debido al encuentro de la histeria y de la medicina que no encontraba una causa orgánica que pudiera explicar ese padecimiento. El psicoanálisis encuentra su lugar en ese preciso momento , por una respuesta insuficiente de la ciencia. La cura es una aportación freudiana que ocupa una posición central en la metapsicología, entendida no como un conocimiento acabado y definitivo, sino como un espacio donde poder pensar.

Los síntomas estuvieron en el principio de la creación de la teoría por el interés clínico que suscitaban, y el trabajo consistía en intentar suprimirlos. Aunque muy pronto los esfuerzos de Freud se focalizaron en localizar su etiología.

El síntoma no solo había que resolverlo, sino que también se convirtió en un eje ,una guía que se dirigía hacia el inconsciente y probaba su existencia. El síntoma como posibilidad de entrada en el psiquismo de un sujeto y posibilidad de trabajo para los analistas. Diversidad de opiniones y controversias, los que creían en el inconsciente o no y los que opinaban que el psicoanálisis no es una ciencia y los otros los que opinan que es otro tipo de ciencia porque trata de alcanzar un saber que no se agota en una realidad, al estilo de las ciencias naturales. Sosteniéndose así el campo del inconsciente, que sabemos es un saber inalcanzable de forma directa , y que requiere de la interpretación.

El psicoanálisis no muestra una unicidad en su discurso, no hablamos de una única teoría psicoanalítica, sino muchas, o de modelos psicoanalíticos que buscan integrarse en una ciencia común, que no existe. La práctica clínica, como no puede ser de otra manera, se verá afectada por las distintas posiciones teóricas, por lo que el concepto de cura variará de acuerdo a los diferentes modelos o escuelas psicoanalíticas.

El objetivo de la cura era hacer consciente lo inconsciente en una cura siempre atravesada por la transferencia , que diferencia al psicoanálisis de cualquier otra clase de psicoterapia.

Freud se pregunta a lo largo de su obra por la cura y sus efectos, también por las dificultades que obstaculizan la curación (resistencias, fijaciones, compulsión a la repetición)… Y describe el psicoanálisis como una terapéutica y por tanto un método de curación. Sin obviar la importancia de la singularidad de cada caso y el tratamiento específico en cada paciente.

Donde la curación y eliminación de síntomas no sería entonces considerada meta esencial del tratamiento psicoanalítico, sino que se obtendrían como una ganancia colateral, un beneficio añadido y donde existiría el hallazgo de un resto incurable, lo irreductible como lo imposible de simbolizar.

También pensar si la cura es el tratamiento y la curación el resultado del mismo. O si existe la paradoja, de que mientras dura la cura se impide la curación, al estar el sujeto en análisis no se termina de curar, y en este sentido el propio análisis se contrapone a la cura. O si pensamos que los efectos terapéuticos de la cura se pueden obtener a condición de cuestionar la misma noción de curación, ya que de la condición humana uno no se cura.

Aunque el síntoma es a veces la primera demanda que nos interroga, al no considerarlo un signo aislado como se podría pensar en el síntoma médico en el sentido clásico, diríamos que la supresión de síntomas psiquiátricos no se persigue como la meta fundamental del psicoanálisis. Sino que el tratamiento psicoanalítico realizado según su método, disminuye o elimina los síntomas, reduciéndose el padecimiento por los que la persona demanda tratamiento. Porque sabemos que el síntoma cuando se inicia un proceso analítico pasa a un segundo plano.

La demanda social de asistencia psicológica, se ha hecho casi universal, y en ocasiones estas demandas llevan asociadas ideologías y cierto pragmatismo. En una búsqueda de criterios objetivos y clasificatorios que den nombre a los padecimientos de la persona, a través de los manuales diagnósticos al uso, llamados por algunos métodos de la estadística, con la creencia en la universalidad de las enfermedades y de sus tratamientos y la pretensión de que así se podrá llevar a cabo la curación. Exigencia social y de las sociedades médicas.

Si el psicoanálisis cura, ¿cómo poder valorar la eficacia del tratamiento?. Eficacia referida a la capacidad de obtener los resultados deseados, que junto a inmediatez, rapidez, simplificación y satisfacción del paciente, es decir la eficiencia, se han convertido en valores sometidos a determinaciones sociales de nuestro tiempo y que resultan conflictivos con el trabajo que realiza un analista.

La problemática de la eficacia varía de unos modelos a otros, por ejemplo:

Owen Renik (2) psicoanalista relacional, defiende como la medida de los logros terapéuticos el bienestar subjetivo del paciente, criterio externo que él considera de carácter experimental. Pero sostiene a la vez y es desde la teoría, que “el énfasis en una acción eficaz sobre el síntoma fue lo que movió a Freud a No circunscribirse al síntoma, y si a la necesidad de considerar las fantasías inconscientes y la erogeneidad pulsional entramadas con los signos culturales que las organizan, lo que apuntaría en el sentido de la eficacia”. Owen Renik 2003.

Esta cita un tanto imprecisa, contrasta con la posición de Jacques —Alain Miller (3) quien se aparta de la búsqueda de eficacia y descarta la utilidad directa del psicoanálisis y plantea que, “una sesión de análisis desmiente el principio de utilidad directa, y apuesta por confiar en una utilidad indirecta, misteriosa, una causalidad difícil de precisar de la que no se conocen los medios de los que se sirve, pero en definitiva, necesaria.” Alain Miller 2003.

Otros psicoanalistas no desisten en la investigación y tratan de definir los efectos que produce un análisis en la cura, y por tanto pensar en una posible eficacia.(4). Para ello describen diferentes efectos: Efecto terapéutico, que no consiste en recuperar un estado de bienestar perdido, sino que se produzca una reducción del sufrimiento.

Un efecto analítico, más interesante para nosotros como psicoanalistas, al intentar el sujeto una modificación de su posición respecto a su síntoma, rectificación subjetiva en la terminología de Lacan, que supone un viraje en el que el sujeto cambia de perspectiva sobre su síntoma y consigue participar en él. Constatándose en el sujeto una posición subjetiva distinta con respecto a su padecimiento.

La justificación de la eficacia en el análisis didáctico, se centraría en la producción de nuevos psicoanalistas. De cualquier forma centrarse en la eficacia podría, como se dijo en múltiples ocasiones, convertirse en un obstáculo para el conocimiento científico.

Diferentes pensadores de diferentes disciplinas, también psicoterapeutas, plantean el supuesto de que esta época, llamada posmoderna lleva consigo el abandono de la creencia en las utopías y un futuro mejor, con pérdida del estado del bienestar. Y que el psicoanálisis está desapareciendo y que están ocupando el lugar otro tipo de terapias , Conductual, Cognitiva, Gestalt y todo tipo de tratamientos farmacológicos, cuyos propósitos son lograr mayor eficacia, la rápida resolución de síntomas conflictos y tensiones de vida, y por supuesto una óptima satisfacción de las demandas de los pacientes.

Todo esto no es novedoso, en algunos países europeos en los años 80 además de las críticas a la teoría psicoanalítica y sus principios epistemológicos, aparecieron críticas sobre la eficacia terapéutica del mismo, a lo que se unió la retirada de cobertura económica de los tratamientos psicoanalíticos por parte del Estado, en favor de otros abordajes terapéuticos de menor coste.

La globalización y la tecnología resultan herramientas fundamentales en el establecimiento de este nuevo paradigma. La tecnología revoluciona el campo de la información y la eficiencia se establece como valor supremo, menoscabándose el valor de la creatividad en favor de la optimización de los recursos y mayores resultados, invirtiendo la menor cantidad de dinero.

Pero como psicoanalistas frente al cuestionamiento a su valor científico y prejuicios que despierta, las descalificaciones como práctica poco confiable, no rentable, y la circunstancias que describimos, nos compete la defensa del psicoanálisis no sólo por su sostén como experiencia de la singularidad, sino por su discurso, y su pensamiento crítico y subversivo.
En la sociedad contemporánea, se observan cambios sociales que se reflejan en la crisis de los ideales, nuevas creencias, en la cultura, la familia con sus diferentes modalidades y que además de representar un reto para los psicoanalistas, nos invitan establecer un diálogo con otras disciplinas del campo del conocimiento, filosofía, historia, matemáticas, neurociencias.. enfrentándonos al concepto de interterritorialidad muy presente en estos momentos.

Algunos psicoanalistas critican que el psicoanálisis no puede seguir solo en la línea de interpretar textos de una manera subjetiva, y se esfuerzan en intentar demostrar cuán importante es que el psicoanálisis se asocie con las neurociencias, para que adquiera reconocimiento científico. Buscando demostrar como las curaciones por la palabra se producen mediante cambios en el cerebro, y que la comprensión del funcionamiento de una intervención psicoterapéutica se equipara al intento de comprender cómo funciona una intervención psicofarmacológica.

Eric Kandel considera, que a medida que progresen las técnicas de diagnóstico por la imagen para el cerebro, se espera que sea posible no solo diagnosticar diversas enfermedades neuróticas, sino también hacer un seguimiento de los efectos de la psicoterapia. Las expectativas de la neurociencia serán que las intervenciones psicológicas, podrán ser entendidas a partir de los cambios neuronales. Habrá que preguntarse si no es más un deseo que una realidad posible.

También escuchamos desde otra disciplina la sociología, a Anthony Elliott (5) que en su defensa del psicoanálisis, afirma en su libro sobre “Teoría social ,psicoanálisis y postmodernidad”, que sin un concepto psicoanalítico de fantasía, y de la expresión representaciones de deseos y pasiones, estamos incapacitados para captar la inseparabilidad de sociedad y subjetividad en la modernidad tardía o postmodernidad.

Y se hace necesario rescatar la voz autorizada de una historiadora y psicoanalista Elisabeth Roudinesco (6), que se pregunta si el psicoanálisis está superado. Y hace una defensa del mismo alegando que, “la muerte, las pasiones, la sexualidad, la locura, el inconsciente y la relación con los demás construyen la subjetividad de cada uno y ninguna ciencia digna de ese nombre podrá acabar con todo esto”. Porque el psicoanálisis como conocimiento dentro de las llamadas ciencias humanas, se dedica a comprender a los hombres y sus relaciones, desde la subjetividad, lo simbólico y la significación.

Se describe esta época y digo posmoderna, (porque el post de modernidad podría indicar el fin de la modernidad, de lo que no estamos seguros) como aquella que acentúa ciertas características que la modernidad pretendía. Pero que no es necesariamente nueva, ya que estaba contenida en la modernidad, como su denuncia. Desde las corrientes filosófica y sociológica, apuntan que se trata de una evolución del movimiento anterior, y que como anuncia Gianni Vattimo,(7) existe dificultad de establecer un carácter auténtico de cambio en las condiciones de existencia, de pensamiento, que se indican como posmodernas respecto a los rasgos generales de la modernidad. Y afirma que la condición posmoderna definida como una toma de distancia respecto de los ideales básicos de la modernidad, (progreso, superación y crítica, vanguardia) supone el rechazo de lo moderno, como lo único valioso.

También lo explica Gilles Lipovesky (8) «Lo que hay en circulación es una segunda modernidad desreglamentada y globalizada , sin oposición, totalmente moderna, que se basa en lo esencial en tres componentes axiomáticos de la misma modernidad: el mercado, la eficacia técnica y el individuo.” Haciendo crítica al término posmodernismo, aunque con la hipótesis de que “no faltan razones para tener esperanzas”. Y con la visión optimista del mundo actual, “la humanidad no dejará de inventarse y reinventarse”.

Los estudios que concita esta época nos lleva a observar avidez por la individualidad y la diferencia, por el hedonismo y un narcisismo mayor con más incertidumbres y fluctuaciones y también más aburrimiento. Con indiferencia por el pasado, priorizando el tiempo presente del aquí y ahora, porque el futuro ya no es el progreso por demasiadas incertidumbres.

También se advierte que muchos autores afirman que la era posmoderna se opone a la modernidad e intenta superarla radicalizando sus tendencias, que el hombre de ciencia y de la cultura, crítico con la modernidad se halla desencantado con el mundo, y que el triunfo de la sociedad de consumo y el boom publicitario frente al culto a la palabra, hacen que cultura, pensamiento, e ideologías aparezcan como un producto más, a la libre disposición del consumidor.

Sobre la interrelación psique-sociedad nos ha hablado C. Castoriadis,(9) señalando la existencia de la creación y también la destrucción por parte de cada sociedad de distintos mundos simbólicos.

¿Nos enfrentamos a una nueva realidad que nos exige nuevos conceptos metapsicológicos, o podremos adaptar la teoría psicoanalítica a este tiempo????

Podría tratarse de una continuación para nuestra disciplina, con algunos cambios en el pensamiento acorde con los movimientos sociales que obligan a una revisión de la teoría, volver al “Malestar en la cultura” freudiano y las renuncias e insatisfacciones que genera, y donde cada sociedad será atravesada por su propio malestar. Donde serán necesarias otras interpretaciones, que los psicoanalistas deberemos plantearnos y que servirán para enriquecer en mayor medida las nuevas problemáticas a las que nos enfrentamos.

Si todos estos cambios sociales que señalamos afectan a la subjetividad singular de cada individuo, se producirán nuevos rasgos o modificarán otros, me refiero que se darán comportamientos diferentes ante la cultura, nuevos intereses, modificaciones en los patrones educativos, aparecerán nuevas formas de relación, de formación de vínculos, cambios en los roles de género.

¿Dónde nos situamos los psicoanalistas? ¿Se trata de resistir, necesita recomponerse nuevamente la teoría?
Se trataría de comprender de qué sociedad hablamos e interpretar las consecuencias de esta llamada sociedad posmoderna, preguntándonos si los nuevos significantes sociales pueden determinar la constitución fantasmática de los sujetos , y crear un sujeto de la inmediatez, del consumo, sin demasiados referentes, descreído, sin proyecto de futuro.
O aportar un punto de vista más optimista al entender que el psicoanálisis, en permanente crisis, se ha ido enfrentando a los cambios y exigencias de nuestra propia disciplina y los de los contextos sociales y culturales que históricamente le ha tocado vivir. Perpetuándose en la investigación y teorización de los conceptos freudianos, con las posteriores aportaciones de psicoanalistas que continúan hasta nuestros días.

Lo que nos permite ampliar su horizonte con apoyaturas en las ciencias y diferentes disciplinas y saberes, y abarcar tanto el pensamiento de las diferentes escuelas psicoanalíticas, como de las problemáticas que se plantean en nuestra práctica clínica. Como pasar del malestar en la época freudiana que radicaba en la represión como fuente de la histeria, a un malestar en la actualidad que proviene de la individualización, más autonomía y consumo, con mayor legitimidad pulsional y que pueden ser fuente de ansiedad y depresión. En donde se contempla el paso del paradigma moderno freudiano, naturalista, determinista, a un cambio de perspectiva el psicoanálisis relacional, que defienden una mayor consideración de la influencias interpersonales y sociales sobre la subjetividad.

Señalar también que en estos últimos años han habido cambios en el tratamiento de las nuevas patologías, y que nos acercamos si podemos llamarlo así a esta subjetividad actual, donde vemos más pasividad de los sujetos hacia la cultura, debido al bombardeo y gran oferta que hacen los medios, la sobreabundancia de las imágenes, las relaciones en remoto, la premura en el tiempo, las actuaciones, la desesperanza, y todo ello en detrimento de la reflexión, de poder pensar la relación de la historia vivida del sujeto con su situación actual, del desuso de la palabra, de la asociación libre, de la capacidad de simbolización.

Y si esto es así, como psicoanalistas deberemos preguntarnos por las manifestaciones clínicas, y su relación con las llamadas patologías actuales. Las demandas nuevas de la consulta nos exigen modificaciones del encuadre, sesiones online, reducción del nº de sesiones semanales, con una adaptación de nuestra técnica para lograr contener y tratar patologías, que de otra forma cuando la angustia atenaza, se aplaca con diferentes tipos de adiciones que el mercado ofrece como fijación a un goce en todas sus formas y objetos, (alcohol, drogas, encuentros, internet). Donde también aumentan las actuaciones, la impulsividad, respuestas agresivas y violentas donde no hay tiempo para reflexionar, ni capacidad de elaboración.

Esta economía del consumo y cambios y ambigüedades sociales, también generan trastornos que afectan al cuerpo, bulimia, anorexia, dolores generalizados en el cuerpo como la fibromialgia, entendidos como fijaciones a un goce deslocalizado, que no incluye una respuesta subjetiva, sino una demanda en la que el sujeto no se implica. Y que resulta difícil pensar en que un tratamiento con las múltiples terapias que se ofrecen y tratamiento farmacológico lo resuelva, sin que obture la posibilidad de tratar la singularidad del sufriente.

Se hace necesario avanzar con nuevas investigaciones, explorar, reformular, abrir el campo de la creatividad y atender a nuevos desafíos que surgen desde la práctica clínica. Ofreciendo un espacio para la introspección, y la escucha de los sufrimientos de la sociedad que nos toca. Y de esa manera poder continuar psicoanalistas y pacientes inmersos en los mundos simbólicos e imaginarios del momento. Y rescatar el psicoanálisis que desde su nacimiento ha tenido presencia en las ciencias, en la filosofía, historia, antropología, sociología, y que ha estado situado en las vanguardias artísticas del siglo XX, el mundo intelectual vienés estuvo impregnado del espíritu psicoanalítico.

En la actualidad el psicoanálisis sigue estando presente en la literatura, el cine, la cultura, y continúa en cuestionamiento permanente , como ocurrió desde sus inicios.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

(1) Thoma Helmut Kachele Horst. “Teoría y práctica del psicoanálisis” V I. Herder 1989.
(2) Renik Owen. “No más curación por la palabra “ Rev. de psicoanálisis Internacional de la API 2003 en la “Eficacia en psicoanálisis” Javier García.
(3) Miller Jaques- Alan “ “El porvenir del psicoanálisis” Rev. de psicoanálisis LX 4 2003.
(4) Martinez Hernandez P. A “Los efectos de un análisis en el trascurrir en una cura :una eficacia posible”.Bibliotecadigital.udea.edu.co
(5) Elliot Anthony “Social Theory Psychoanalysis and Postmodernity” Polity Press. Cambridge 1986.
(6) Roudinesco E. ”Porque el Psicoanálisis”. Paidós 2000.
(7) Vattimo Gianni. “ El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Una eficacia posible2Gedisa editorial 1985.
(8) Lipovestsky, G. “Los tiempos hipermodernos” Barcelona, Anagrama, 2004.
(9) Castoriadis, C. “El psicoanálisis, proyecto y elucidación”. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires 2º Edición 1998.
(10) Kandel, Eric. “La era del inconsciente”. Paidós.
(11) Angarita R. E. “El psicoanálisis basado en la evidencia: su interacción científica con la neurociencia cognitiva”. Psicoanálisis XXIV (2)2012.
(12) Peskin, L. “Diferentes enfoques de la cura psicoanalítica, lo histórico y lo actual” Rev. Uruguaya de psicoanálisis .
(13) Flores Molero ,F. “El psicoanálisis en la era de la postmodernidad” XLI Congreso Nacional de Psicoanálisis.
(14) Castellanos, S. Crisis ¿que dicen los psicoanalistas?. Rev. de la Escuela lacaniana de Psicoanálisis. Jornadas ELP 2015.