Arte, terapia y vida

por | Revista del CPM número 12

Enfermo estaba; y ese fue de la creación el motivo: creando convalecí y en ese esfuerzo sané.
Heinrich Heine. Citado por Freud en 1.914 [1] . Esta cita resume bien de lo que aquí quiero hablar. Quiero hablar de la enfermedad y de la salud, de la vida, de la terapia, de la creación, del arte de sanar, de la creación que sana, de la enfermedad que impulsa a crear, del dolor de crear, y del placer de la obra creada, del esfuerzo por crear y de lo saludable del esfuerzo.

Enfermo estaba; y ese fue de la creación el motivo: creando convalecí y en ese esfuerzo sané.

Espero al final haber sido capaz de transmitirles algo de ese proceso, espero si no haber sanado, al menos haber avanzado hacia mi salud, lo suficiente para que el esfuerzo realizado, me permita acercarme un poco más a mi mismo y si es posible a ustedes, acompáñenme.

Comencé por el final, para llegar, espero, a algún principio.

Recomienzo entonces:

Arte, terapia y vida son homeomorfos [2] . Los psicoanalistas usamos palabras raras para decir cosas sencillas.

Arte, terapia y vida tienen la misma forma, coinciden punto por punto en muchos aspectos.

La relación entre arte, terapia y vida es de equivalencia, a la manera en que dos conjuntos se corresponden recíprocamente punto por punto.

Es una forma esta, quizás exagerada, pero una forma al fin, de decir que arte, terapia y vida son, en el momento del acontecimiento, una sola y misma cosa.

Es esta, otra forma de decir, que no hay manera de hacer terapia, arte o vida sin que él que lo haga este afectado por las otras dos.

Un arte que no sea vital no tendría sentido, que no sea terapéutico se le podrá perdonar, pero lo dejará, intentaré mostrarlo, bastante cojo.

Una terapia que no participe de lo artístico, de lo estético, del acontecimiento que cambie el mundo, no será vital y por tanto quedará desmochada. Lo intentaré mostrar también.

Por último, una vida que no sea terapéutica, que no nos cure de una muerte segura, no será capaz de elevarnos por sobre lo animal – entendido este en el sentido mas peyorativo del término – y no merecerá, lo que por otra parte, todos estaremos dispuestos a concederle si lo consigue, la categoría de arte, del arte de vivir. Esto seguramente me costará más mostrarlo, pero no dejaré de intentarlo.

“El arte es lo contrario del silencio, constituyendo uno de los signos de esa complicidad, que nos liga a los hombres en nuestra lucha común” Son estas, palabras de Albert Camus citado por Vila-Matas [3] , que me servirán para comenzar a aproximar esas cosas, demasiadas quizás, que quiero mostrar.

“El arte es uno de los signos que nos liga unos a otros en nuestra lucha común”. Nuestra lucha común tiene que ver con el avance de la cultura frente a la barbarie y frente a la muerte, tiene que ver con el establecimiento cada vez más de una vida lo más humana posible, lo mas curativa posible, ¿lo mas terapéutica posible? , una vida en cualquier caso que merezca la pena ser vivida.

Dice Vila Matas en otro lugar y yo lo comparto con él que “ya se han perdido todas las ilusiones de una totalidad representable, y (que) hay que inventar entonces nuestros propios modos de representación.”

Valeriano Bozal lo dice de un modo mas poético en el ensayo titulado “El tiempo del estupor” [4] , dice Bozal: “ En cierto modo, cabe decir que somos como niños que se preguntan por la naturaleza del mundo, sin que quepa otra respuesta que construirlo”.

En estos tiempos de perdida de ilusiones, de pérdida de totalidades, debemos ser nosotros los que inventemos la manera de representar las cosas, dado que ya no existe institución que nos diga como hacerlas, o por lo menos una institución en la que creamos con ilusión, por eso Bozal nos compara con niños que ya sin autoridad adulta que nos marque un camino, hemos de transitar por senderos que nosotros mismos construyamos.

Y esto lo haremos a través nuestro trayecto vital, ayudados por el arte o de un modo artístico, en cualquier caso, si quieren, de un modo creativo, propio, singular que nos permita curarnos de un adocenamiento globalizador, marchitante y enloquecedor.

Pasaré ahora a desarrollar, brevemente, algunos de los puntos en que arte, terapia y vida muestran sus homeomorfismos. Pero primero pondré un ejemplo del que extraer las similitudes. El ejemplo está tomado del libro de Gerard Vilar [5] , “Las razones del arte”. Y dice así:

“Hay una obra de Félix González-Torres de 1991 consis­tente en dos típicos relojes de cocina colocados uno junto a otro y que marcan la horas sincronizadamente.

A ello hay que añadir­ le el título de la misma (obra) que reza Untitled (Perfect Lovers). La obra parece una boutade, una ocurrencia superficial. Unos podrían sostener, dice Gerard Vilar, que se trata de un ejemplo más de la banalidad del arte contemporáneo, de su alejamiento de los fines propios del arte, descubiertos a lo largo de los siglos y abandonados ahora por la superficialidad, el mero juego y la ocurrencia trivial.

En lugar de la conexión con la razón y la verdad que los grandes clásicos de hace doscientos años creían ver en el arte, ahora tendríamos tan sólo entretenimiento y accidentalidad.

Pero, dice Vilar que las razones de esta obra no tendrían que ver con la mera ocurrencia, sino que tienen que ver con la caducidad de la vida, (con) la dificultad o la imposibilidad de que los amantes vivan y mueran sincrónicamente, porque el artista la realizó después de que su amante muriera de SIDA, en­fermedad de la que él moriría también pocos años después.

Esta obra (entonces, dice Vilar) habla del amor y de la pareja, de lo bello que sería morir al unísono. Es un emblema y un recordatorio de la sentencia que consa­ gra (a los) el matrimonio: «hasta que la muerte os separe». Su doble tic­ tac evoca los latidos de los corazones de los amantes, el tiempo que fluye imparable, la inevitabilidad de la separación de aquellos que amamos, los misterios de la vida humana y las perplejidades ante las formas del significado del arte .”

Termino aquí la larga cita que creo que muestra sobradamente como los caminos del arte, la terapia y la vida van tan unidos y sincronizados como esos dos relojes de cocina que palpitan al unísono.

Dice mas Geard Vilar: “Las razones del arte son las sinrazones del mundo: el daño, el dolor, la violencia, el terror, la muerte o la injusticia, pero también los misterios, lo incomprensible e indecible, como la belleza, el amor, el destino y la felicidad. Esas razones se nos abren y se nos comunican en las obras de arte cada vez que somos capaces de re­ conocerlas.”…

No seré tan ambicioso diciendo que esas razones se nos abren también en la terapia, pero cuanto menos como horizonte y cuanto menos puntualmente también en la terapia a veces es así

Volviendo a esos puntos homeomorfos/ homeomórficos de arte, terapia y vida creo e l primero quedó ya señalado: la creatividad; propongo la singularidad, la autoría como otro punto homeomórfico entre los tres; el carácter de acontecimiento, de experiencia, de momento experiencial, será el tercer punto, y la sublimación el cuarto punto que propondré como coincidente en las 3. Para acabar con el jugar como quinto punto homeomorf
ico.

Creo que la obra reseñada en el ejemplo cumple todos los puntos enunciados. Es una creación, es singular y obra de un autor, es un acontecimiento, un hito, una experiencia de creación que comparten creador y espectador, es la sublimación de un dolor implacable, y nos propone un juego… vital. Aúna en su simplicidad arte, vida y terapia. Es una obra de arte, conceptual al menos, es vital, ¿de que si no nos habla? Y es terapéutica, para él que la hizo y para él que la ve.

Repasare ahora brevemente cada uno de los puntos enunciados:

1. La creatividad:

Acudiré a mi querido Winnicott que, en Realidad y juego [6] , dice así:

“ Espero que el lector no permita que la palabra creatividad se pierda en la creación exitosa o aclamada, sino que la mantenga unida al significado correspondiente a una coloración de toda la actitud hacia la realidad exterior”.

Winnicott nos propone que la creatividad no es un privilegio de nadie sino que forma parte de la vida misma. Que es lo que da color a la vida. Y Continua así: “ Lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena de vivirse es, más que ninguna otra cosa, la apercepción creadora”.

Piera Auglagnier [7] viene a sumarse a la voz de Winnicott y dice de la terapia:

«No puede haber realización del proyecto anal ítico (terapéutico), ni trabajo (psiquico) que merezca ese calificativo, si ambos particip­ antes no son capaces de correr el riesgo de descubrir pensami­ entos que podrían cuestionar sus conocimientos más firmes: est o vale, por idénticas razones, tanto para el analizando como a el analista; con respecto a lo que él primero creía conocer de sí mismo, y con respecto a lo que el segundo creía al resgu­ ardo de la duda en su propia teoría. (Es esta, la terapia, una) apuesta sólo sostenible si se experimenta el deseo de favorecer en sí mismo y en otros (el) surgimiento de un pensamiento nuevo».

“El surgimiento de un pensamiento nuevo” Piera apunta directamente a la capacidad creadora de los integrantes de la pareja analítica para hacer avanzar la terapia.

Por último, de la creatividad con respecto al arte nada diré, creo que no es necesario. Con Winnicott entonces reivindico la creatividad para la vida, con Piera la creatividad en la terapia y quedo elocuentemente mudo con la creatividad y el arte.

2. El acontecimiento, el momento experiencial:

Seguiré aquí al escritor y crítico de arte John Berger [8] que propone que es a partir del compromiso personal, de la construcción de la experiencia, que las cosas adquieren valor, que las cosas “nos muestran su valor”.

Las cosas, dice él, adquieren valor no a partir de la ideología, sino del encuentro . De ese encuentro que ocurre al azar y también del que se sale a buscar. Como decía Picasso “yo no busco, encuentro” pero siempre le pillaba trabajando el encuentro.

Puede decirse que para evitar la literatura de tesis, la actitud de John Berger es la de la espera, la de estar en un lugar y permanecer atento a que la experiencia tenga lugar. (Como Picasso, esperando el encuentro).

El, Berger, propone que entre el espectador y la obra de arte se debe producir un encuentro, un acontecimiento, una experiencia y que es a partir de ese dialogo entre obra y espectador que atravesamos la barrera que nos separa pasivamente de lo creado; solo así, dice él, somos capaces de percibir la creación en su pulsante vivacidad.

Pues bien, eso que vale para la contemplación, comprensión y disfrute del arte vale también para la terapia, solo el encuentro experiencial, el dialogo, el acontecimiento, la aparición de lo inconsciente como pensamiento nuevo, permiten que la terapia se convierta en pulsante vivacidad; ahora será de la vida de la que no diré nada, dado que si de algo estamos seguros es que vida es encuentro, acontecimiento y pulsante vivacidad.

Solo añadiré con Graciela Goldstein [9] que dado que la idea de lo bello implica “atracción de lo bello” hacia sí, y que ello exige y promueve la participación; entonces podemos concluir con ella que lo bello, en cuanto acontecimiento, incorpora necesariamente a sus participantes.

Y es en ese encuentro donde la posibilidad de la aparición de una verdad puede darse. Una experiencia, un encuentro que permite, paradójicamente, la conciencia y la fluencia del inconsciente en un mismo tiempo.

En la experiencia estética una verdad transgresiva, un acontecer deslumbrante, convoca a un lugar intermedio, entre fusión y separación, entre sueño y fantasía. . (La experiencia estética. Pagina 33.) Poe decía: los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan solo de noche

En la terapia dichos momentos de encuentro privilegiado con una verdad, de conciencia y fluencia del inconsciente en un mismo tiempo son escasos, pero uno solo de ellos justifica el trabajo emprendido; igual para la vida, esta no está llena de momentos plenos, pero acontecimientos que le aúnen a uno consigo mismo, con los otros y con el mundo, dan sentido a la existencia que en su cotidianeidad puede parecer a veces chata si no intentamos, como le decía Van Goth a su hermano ver bello lo que vivimos…

3. La singularidad, la autoría:

Tanto en la vida, como en la terapia, como en el arte, la singularidad, la autoría, es un valor. No cabe ninguna de ellas sin un respeto absoluto por la singularidad propia que reverbere en otros, reivindicando la mismidad (singularidad) de cada uno en su alteridad (diferencia).

Bernardo Arensburg [10] nos decía hace poco: “hay que dejar de ser metonimia (complemento) de otros para convertirse en metáfora (condensación) de si mismo” Hay que dejar de ser complemento de otro para ser por nosotros mismos, en la vida, en la terapia y en el arte.

Fogwill. En Vila-Matas dice lo mismo de otra manera:”Escribí, dice él, escribí para no ser escrito, viví escrito muchos años, representaba un relato, eso termino cuando escribí”…escribí para no ser escrito.

Mi amiga Lola López Mondejar [11] insistía no hace mucho en la metáfora del Barón Munchausen, que jalándose a si mismo por los cabellos conseguía subirse hacia arriba sin mas apoyo que la fuerza de su mano. Crearse a si mismo, darse un nombre, darse una voz propia, confiar en su singularidad.

Cornelius Castoriadis [12] acude a mí con la antigua Grecia y la oración de Pericles para recordarnos que el tiempo de los dioses pasó con la creación de las ciudades y que en ellas los hombres se han dado también la autocreación.

“Fecundo en recursos, ha aprendido (el hombre) por sí mismo la palabra, el alado pensamiento, y los modos de vida ciudadano”: así dice el coro de Antigona, escrito por Sófocles. El coro deja sobre todo claro el asombro que causa lo humano en el hombre mismo.

El siglo se Sófocles es el siglo de la caída de los dioses. Prometeo les roba el fuego, y el hombre deja de esperar de ellos todo y se pone a la tarea, se dota de herramientas y comienzan sus creaciones. Nos asombramos los unos de los otros y de nuestras obras, esa es nuestra más humana dimensión, admiramos de lo que somos capaces y de lo que somos capaces dan cuenta nuestras sublimaciones…
4. Pa
so a la sublimación (entonces) ahora:
Las raíces y la savia del proceso de sublimación son las pulsiones sexuales (pregenitales: orales, anales, falicas) mientras que el producto de dicho proceso es una realización no sexual y conforme a los ideales mas acabados de una época dada.

Esta seria una manera de definir la sublimación, el uso de las raíces y los impulsos sexuales para obras que reflejen los ideales, a veces contradictorios y, la mayor parte de las veces, por delante de esa época misma.

El concepto de sublimación responde fundamentalmente a la necesidad de la teoría psicoanalítica de dar cuenta del origen sexual del impulso creador del hombre.

En cualquier caso, lo que está en juego es el tema del valor de comunicación, de lenguaje necesario que toda sublimación debe cumplir.

La creación artística se liga también con otro rasgo fundamental del ser humano que es consecuencia también del lenguaje: saberse mortal, poseer la certeza de la muerte como lo único seguro en su vida y anticiparse de esta manera al momento de su acaecimiento.
Esta es otra enseñanza mas de Prometeo según nos cuenta Esquilo. Este saber – saber angustioso del que, por otra parte, nada se querrá saber – saber sobre su muerte, esa es la razón de una necesidad de permanecer más allá de los límites físicos de la existencia, de dejar huella transcendiendo el relativamente breve paso por la vida.
La obra, en este sentido, no es el objeto hecho para ser consumido y desaparecer, sino para durar, para durar mucho más allá de la existencia de su creador.
Hay entonces una relación estrecha entre creación y muerte en la medida en que sin ésta última como trasfondo la primera sería imposible.
La muerte podríamos decir, es condición esencial de cualquier creación; artística, vital y terapéutica.
Por último, pensar, es decir el desplazamiento incesante de una representación sexual a otra no sexual, (pensar como crear decía) es algo penoso; porque pensar es también entonces sublimar, como dijo Rodin de su pensador: “El piensa, su pensamiento fecundo se transforma lentamente, es un creador”.

Y es que pensar, desplazar nuestra energía psíquica de lo sexual a lo no sexual es una actividad sublimatoria y dolorosa, tanto mas cuanto el producto del pensamiento no es la obra acabada que nos hubiera gustado encontrar y mostrar a otros.

Y esto es algo que se olvida muchas veces y que los artistas nos recuerdan, crear, pensar, sublimar es doloroso, el proceso de creación implica dolor, el dolor de sostener esa energía que tiende a la descarga sexual y encauzarlo a otro lugar. Bien es verdad que al final se puede esperar alguna satisfacción, y en eso se confía, pero el ejercicio de la creación en sí mismo es doloroso.

Sublimación y sexualidad muchas veces se complementan, si no fuera así, si no fueran dos brazos de la misma fuente, el caudal de uno desecaría el otro, y no es así, lo vemos en los artistas, no son místicos, crean y tienen una fuerte sexualidad: Picasso, Dalí, Miguel Ángel. Pero al final hay que dar un paso mas, desprenderse de esa energía y ponerla a trabajar…y eso duele.

Freud en su correspondencia con el pastor Pfister no duda en reconocer que las vías de la sublimación son demasiado trabajosas para la mayoría de los pacientes. Yo no estoy de acuerdo con él y con Winnicott reivindico el quehacer creativo y sublimatorio como parte de una vida, de una terapia y de un arte que merezcan ese nombre.

Verse constreñido a someterse a las exigencias del trabajo analítico, del pensamiento, o del arte, que implica un tiempo de dominio de las pulsiones – y por lo tanto una parte de sublimación – y renunciar entonces a su inclinación a ceder de inmediato al placer de una satisfacción sexual directa es parte de lo que nos hace humanos.

Y por ultimo, con Luís Horstein [13] diré:” conservar los ideales, con la esperanza de posibilitar sublimaciones y combatir el exceso de idealización es uno de las metas del análisis”. Y de la vida, y del arte añado yo.

“Quien es capaz, dice también él, de lograr sublimaciones, transforma sus necesidades singulares en finalidades originales y convierte sus debilidades en fuerzas”. Transformar necesidades singulares en finalidades originales, dejar de hacer síntomas inútiles y transformarlos en creaciones originales. ¿Y no es acaso este el ideal de todo análisis? ¿De todo arte y de toda vida?

Citaré a Andre Green [14] para terminar: “La sublimación no es un destino de la pulsión como los demás. Tanto en algunos creadores, como en determinados buscadores de verdades, debe subrayarse algo que no puede llamarse de otra manera que pasión sublimatoria. Si bien esta supone un desvió respecto de los fines sexuales, la sublimación le deja el campo libre a una pasión que no tiene nada que envidiarle a la pasión amorosa”.

Es importante para mí dejar dicho que el deseo es el padre de la idea, sin el deseo, la idea, el pensamiento no sería posible…
Creo que me quedé atrapado en la sublimación, quizás sea porque mas que ninguno este punto es compartido de manera homeomorfa por arte, terapia y vida. Creo que sin la sublimación entendida como he intentado mostrar aquí las tres no merecerían ser tratadas.
5. Me queda por último el juego:
El juego entendido como eso que nos permite de manera activa construir nuestro psiquismo con el de otros, desde niños, trabajo hercúleo el de jugar y construirse, el de jugar a construirse, y el de jugar con otros a hacerlo.
Y para ser breve y juguetón empleare una frase de la novela “La piel fría” [15] , texto inquietante y aconsejable que en una de sus páginas dice así:
“Jugábamos, nada más, pero jugábamos. Y el juego, por inocente que sea, pone al descubierto igualdades y afinidades, porque cuando jugamos con alguien, no existen las fronteras, ni las jerarquías, ni las biografías; el juego es un espacio de todos y para todos.”

Estas breves frases apuntan a eso que intento mostrar aquí solo a través del juego es posible crear espacios donde primen igualdades y afinidades, donde fronteras, jerarquías y biografías queden de lado, y sea posible compartir de modo creativo algo de arte, algo de vida y por supuesto algo tremendamente terapéutico.

Podría acabar diciendo ¿ jugamos ? Pero terminaré proponiendo un nuevo principio: arte, terapia y vida son homeomorficos además con lo que se ha venido en llamar los tres estigmas de Stendhal: VIVOS, ENAMORADOS Y LIBRES. Dejo a ustedes el trabajo y el placer de pensarlo

Lo dejaré aquí, hay mucho mas que decir, espero que a partir de ahora , del punto y final de este escrito, esos decires puedan darse en todos y cada uno de los que me escuchan, porque ya antes de empezar, ellos, todos ellos, todos ustedes formaban parte del caldo de cultivo de lo aquí escrito. Ellos, todos ellos, todos ustedes contribuyen consciente o inconscientemente, sin darse cuenta pero con toda intención a que esta vida tenga ribetes de puro arte y locuras creativas de pura vitalidad, ese es al menos mi mejor deseo, dado que no me considero un optimista, sino un prisionero de la esperanza (Desmond Tutú) [16] .

Muchas gracias.
Ojos. Abril 2.006.
Congreso de Arteterapia.
Pablo J. Juan Maestre.

[1] Sigmund freud. Introducción al narcisismo
. 1.914. Amorrortu editores.
[2] Parafraseo aquí a Juan David Nasio que fue el que decía que el inconsciente y la transferencia son homeomorfos.
[3] Vila-Matas, Enrique. Bartleby y compañía. Editorial Anagrama 2.000.
[4] Bozal, Valeriano. El tiempo del estupor. Siruela. Colección La biblioteca azul. Serie Mínima. Editorial Siruela. 2.004.
[5] Vilar, Gererd. Las razones del arte. Antonio Machado libros. 2.003.
[6] Winnicott, donald. Realidad y juego. Gedisa 1.982.
[7] Auglagnier, Piera. El sentido perdido. Trieb. Buenos Aires. 1.980. Citado por Rodolfo Moguillansky en Nostalgias del absoluto, extrañeza y perplejidades. Libros del Zorzal. 2.004.
[8] En John Berger y los modos de mirar de Marcos Meyer. Campo de ideas, 2.004.
[9] Goldstein, Gabriela. La experiencia estética. Escritos sobre psicoanálisis y arte. Del estante editorial, 2.005.
[10] Arensburg Bernardo. En su seminario sobre la pulsión de muerte. En Murcia Año 2.005.
[11] Lola López Mondejar. El factor Munchausen. Publicación del valle de ricote, 2.004.
[12] Cornelius Castoriadis. Antropogenia en Esquilo y autocreación del hombre en Sófocles. En Figuras de lo pensable. Fronesis. Catedra, 1.999.
[13] Horstein, Luís. Cura psicoanalítica y sublimación. Ediciones Nueva Visión, 1.988.
[14] Green, Andre. Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. Amorrortu 2.005.
[15] Sánchez Piñol, Albert. La piel fría. Edhasa. 2.004.
[16] Tutú, Desmond. La vanguardia. 9 de Marzo 2.004 .