La cara es el espejo del alma. Dice la IA que se refiere a la importancia de la comunicación no verbal y la capacidad de interpretación de las expresiones faciales de otros para comprender sus sentimientos. Difícil interpretar las imágenes de nuestros personajes sin riesgo de elucubraciones. Quizás nos interesan más las dos comunicaciones o relatos, el de la acusación y el de la exculpación.
El relato de una actriz que se acerca admirativamente al ideólogo dirigente de un partido político y que denuncia haber sufrido una agresión sexual y el del político que redacta una carta de dimisión exculpatoria, aludiendo haberse sentido victima del patriarcado, del neoliberalismo y de él mismo.
Una división ontológica que sitúa la masculinidad en un conflicto entre hombres progresistas de la izquierda, donde se sitúa nuestro hombre, y los machistas de la corriente de derechas.
Escisión, la de alguien defensor de la igualdad y el feminismo radical y, por otro lado, la persona presuntamente maltratadora que humilla a las mujeres y dice estar en «la contradicción entre el personaje y la persona».
Socialmente, doble moral. Los discursos en espacios públicos con críticas a los otros y las actuaciones reproblables en privado, donde aparecen las quejas de mujeres vilipendiadas.
Variaciones en los posicionamientos según el marco ideológico de cada cual. Para algunos, se reduce a un mal encuentro para la actriz y un exceso en el relato. Para otros, la denuncia es prueba suficiente para una condena.
Estamos a la espera de la intervención de la justicia, que no se rige únicamente por impresiones subjetivas, o por relatos periodísticos.
¿Cómo pensar a un hombre con apariencia de normalidad en cuanto a su conducta social, profesional, como I. Errejón, que cae en la zafiedad de comportamientos sexuales incontinentes, con conductas psicopáticas, narcisismo patológico y más, solo con disfraces públicos de sublimación?
Preguntarnos por los inconscientes del uno y de la otra, sus deseos, dónde la seducción, dónde el poder, la agresividad, el miedo, el goce y la culpa.
El psicoanálisis busca explicarlo, aunque me temo que no esté para curarlo y ni siquiera para incorporarlo al debate social.
0 comentarios