Por Guadalupe Jerí Gutiérrez

JUANA, REINA DE CASTILLA

INTRODUCCIÓN

La lectura de la historia de Juana me ha conmovido mucho, pero por otro lado ha provocado en mí un deseo intenso de defenderla, por eso he querido titular esta charla como Juana, Reina de Castilla, título que detentó pero que nunca desempeñó. Sea éste, un humilde intento de reparar una identidad desvirtuada por el calificativo de “loca”.

Juana fue una mujer que aún teniendo cualidades para reinar fue constantemente excluida de ese ejercicio. ¿Por qué? ¿Por la situación política de la época? ¿Porque no estaba destinada a reinar?, ¿porque amaba demasiado a su esposo? ¿O porque simplemente era mujer?

Probablemente todo influyó y dio lugar a que un personaje de tan alto linaje, no dejara la huella histórica que por su reinado le hubiera correspondido.

A lo mejor esperáis que os diga si estaba loca o no. No lo voy a hacer, pues me parece irrespetuoso y hasta impúdico hacer un juicio diagnostico de una mujer que no conocí, (y que por supuesto me hubiera gustado conocer), dejo esto a vuestra reflexión.

Mi planteamiento será intentar hacer un análisis de su historia desde la TEORÍA DEL APEGO, desde un punto de vista PSICODINÁMICO y por último desde el DUELO que posteriormente padeció.

He querido hacer esta introducción porque es lo que me hubiera gustado que ocurriera, que ella, la reina, hubiera podido decir lo que estaba sintiendo como hija, como esposa y como madre en su cautividad de 46 años.

Me interesé por la historia de la reina a partir de ver la película sobre su vida. Como sabéis no soy española de nacimiento y tenía escasos conocimientos sobre la historia de España. Me sentí conmovida, sorprendida e irritada al saber que una reina había pasado a la historia conocida como: “Juana La Loca”. ¿Pero realmente lo estaba? ¿Alguien se interesó por las ilusiones, el miedo, la angustia que podía sentir una adolescente de 16 años al partir sola a Flandes, a conocer a un hombre del que apenas tenía referencias y a un país con otra lengua? Sorprende conocer con qué facilidad se pudo desposeer a una mujer de todos sus derechos, como hija, como esposa y como madre, sólo porque se rebeló ante lo que le parecía injusto. ¿Hubiera ocurrido eso si hubiera nacido en nuestro siglo? Seguramente no, eso me hace pensar que fue sumamente desventurada al no tener a nadie que la pudiera escuchar y consecuentemente entender.

En los tiempos que estamos cada vez que una mujer intenta rebelarse ante las demandas de sumisión por parte de su pareja, termina siendo amenazada, maltratada y en el peor de los casos asesinada. Con Juana no ocurrió esto último pero el mantenimiento de su cautiverio fue la mayor tortura que puede sufrir una persona, alejada del conocimiento de las trasformaciones del mundo, del placer que proporciona ver a tus hijos crecer y triunfar, de conocer a tus nietos, de poder disfrutar de los placeres cotidianos y lo peor de todo, que ante cualquier reclamo de libertad se intensificaban aún mas las privaciones atribuyéndoselas a la “locura”.

RESUMEN HISTORICO

Juana nace el 6 de noviembre de 1479 en Toledo, es la segunda hija de los reyes Católicos y la tercera de todos sus hijos. Antes habían nacido Juan e Isabel y más tarde nacerían Maria y Catalina.

Juana era una niña inteligente y con mucho talento, sus padres la encontraban tan parecida a su abuela paterna, que su padre la llamaba “madre” y su madre “suegra”.

Su educación fue dirigida por un manual de instrucción femenina de la época escrito por el franciscano de origen catalán Francesc de Eiximenis, cuya líneas maestras enfatizaban la necesidad de atender a las niñas con especial cuidado, instruyéndolas en la moralidad, las buenas costumbres y la estricta sumisión a la autoridad paterna.

Es poco probable que la reina Isabel amamantase a ninguno de sus herederos, en opinión de la historiadora Bethany Aram, las prohibiciones propias de su condición así como la exigencia de herederos masculinos, le impidieron hacerlo.
Los datos históricos relatan que Juana fue criada por la nodriza María Santisteban hasta los 6 años y posteriormente por la gobernadora Doña Teresa de Manrique.
A los 7 años inicia sus estudios con Andrés de Miranda, de quien recibió instrucción cristiana y entrenamiento de latín, y a la edad de 14 años ya tenía talento para componer y recitar en latín.

Era muy presumida y coqueta en el vestir, a los 5 años llevaba “verdugos” para dar apariencia de tener caderas, y empezó a lleva “cofia” en el pelo a los 9 años. Era una experta amazona y alo 10 años recibió una mula totalmente equipada.

Juana recibió una educación bastante modesta en rituales públicos, sus limitadas presentaciones públicas confirmaban su condición de improbable heredera de Castilla
Pero ¿cual era la convivencia en la Corte? Según el historiador Álvarez de Miranda, Juana con quien convivía y jugaba era con sus dos hermanas pequeñas María y Catalina.

La Reina estaba todo el tiempo entregada a sus labores de estado, yendo de un lado para otro, todo ello dejaba poco tiempo a La Reina para actuar como una madre atenta y pendiente de las necesidades de sus hijos, por lo que nos imaginamos a unas infantas creciendo en unos aposentos regios al cuidado de extraños.

En cuanto a la relación personal de La Reina con la infanta Juana, según Tarsicio de Azcona, para La Reina no fue Juana una de sus hijas preferidas:”La amaba sinceramente aunque nunca llegó a entenderla y dirigirla”.

Dos hechos hay que destacar en este período de la vida de Juana en las cortes españolas:

Por un lado las periódicas visitas de la reina acompañada de su hija a “La cautiva de Arévalo”, Isabel de Portugal madre de la reina, que a la muerte de su marido el Rey Juan II, se había encerrado en el Castillo de su villa de Arévalo donde moriría 42 años después. Resulta curiosa esta coincidencia entre 2 reinas que enviudan jóvenes y que arrastran una viudez de casi medio siglo en lugares apartados del reino. Mas adelante intentaremos analizar este aspecto desde el punto de vista histórico y desde el psicopatológico.
Por otro lado es preciso señalar y sobre todo en lo que pudo repercutir en Juana, las manifestaciones de celos de su madre. En efecto Fernando el Católico era un mujeriego sin freno, de hecho son conocidos algunos de sus hijos naturales, Don Alonso Arzobispo de Zaragoza y las dos hermanas monjas, curiosamente llamadas con el mismo nombre María de Aragón.

Isabel una reina tan poderosa y tan dueña de sus actos, podía perder toda la compostura en palacio cuando descubría las infidelidades de su marido. Y aquello fue vivido en palacio, en la corte y por sus hijos, que ya entrados en la adolescencia fueron conscientes de las infidelidades de su padre y de las desesperaciones de su madre, siendo Juana una de las mayores espectadoras de aquellas escenas familiares.

De ahí también procede el rodearse de mujeres viejas, tendencia heredada por Juana que mantendrá inclusive después de la muerte de su marido Felipe. Toda esta infancia de Juana se desarrolla en una corte manifiestamente puritana y austera, y de este ambiente parte Juana desde Laredo, camino de Flandes el 22 de Agosto de 1496 para desposarse con el Duque de Borgoña “Felipe el Hermoso”, hijo de Maximi
liano de Austria.

Quisiera destacar lo que pudo suponer para una muchacha de 16 años abandonar el hogar familiar, y partir sola hacia un país desconocido, con otras costumbres, otro idioma y a iniciar una vida matrimonial no exenta de interrogantes, ya que al ser uniones por intereses, lo afectivo era algo que podía germinar o no.

La estructura familiar del 1500 era absolutamente patriarcal, donde el padre tenía el poder absoluto y la primera sometida era la mujer. Valga como ejemplo lo que nos dice Fray Luis de León, una de las autoridades morales de la época:” Que por más áspero y de más fieras condiciones el marido sea, es necesario que la mujer le soporte y que no consienta por ninguna ocasión que se divida la paz”.

En estas condiciones podemos empezar a entender el shock emocional que pudo sufrir Juana, frente a la vida matrimonial que posteriormente vivió.

La joven Juana llega a Holanda en el mes de septiembre y primera desilusión, allí no está esperándola ansioso su futuro marido. Un mes después se producirá el encuentro y surge entre ambos una pasión tan intensa, que urgen traer un sacerdote para que les diese la bendición y consumar el matrimonio en aquel mismo momento.

Aunque Felipe y Juana fueron educados en ambientes diferentes, se llevaban bien y en los primeros tiempos fueron felices. Pero la archiduquesa trasplantada a un mundo extraño para ella, se aferró como refugio de su angustia y soledad a su esposo, que despertó en ella tal fogosidad y pasión que se le hacía intolerable su lejanía. Felipe pronto se sentiría hastiado de tanta persecución y acostumbrado a la libertad sexual, reanudó las relaciones que mantenía con varias queridas y Juana comenzó a padecer la violencia de los celos.

En 1498 Juana tuvo su primer parto y alumbró a una niña a la que llamaron, Leonor. El 25 de febrero de 1500 nacería Carlos que sería Rey de Castilla y Emperador de Alemania.

Por otro lado las cortes de Castilla atravesaban los momentos más difíciles del reinado: el fallecimiento del heredero Juan, posteriormente Isabel y por último el hijo de ésta, el infante Miguel. Estas muertes abrieron de forma totalmente insospechada el camino de Juana hacia el trono.

Los Reyes Católicos se apresuraron a reclamar la partida de los archiduques hacia España para ser proclamados Príncipes de Asturias. Sobra decir que, si para Juana estas muertes la sumían en una profunda tristeza, para Felipe suponía una alegría pues ya se consideraba Rey de Castilla.

En Octubre de 1501 emprenden viaje hacia España, dejando en Bruselas a sus hijos Leonor, Carlos e Isabel; siendo posteriormente jurados herederos de Castilla y Aragón.
Finalizadas las cortes Felipe manifestó su intención de regresar a Flandes. La reina Isabel deseaba que Juana y Felipe defendiesen los intereses castellanos, por lo que apoyándose en el nuevo embarazo de Juana intentó convencerles de que permanecieran en España hasta el parto, pero Felipe no estaba dispuesto y emprende viaje a Flandes, y Juana queda en Castilla con la promesa de que al parto volvería a Flandes.

Esta separación sume a Juana en un grave estado de tristeza y melancolía, no entendía por qué habían surgido esas insalvables diferencias entre Felipe y sus padres.

Lo que realmente pretendía La Reina Isabel era retener a su hija en España, esperando que el tiempo amortiguara el dolor de la separación, confiando en que cuando fuera Reina de Castilla no renunciaría a sus derechos por mucho que amara a su esposo.

El 10 de Marzo de 1503 nace el Infante Fernando, que sería el futuro Emperador Fernando I, pero Juana contemplaba como pasaban los días y no se hacían preparativos para su partida, respetaba mucho a su madre pero todo su ser clamaba estar al lado de su esposo. Conociendo las costumbres galantes de su marido, empezó a sufrir unos terribles celos, no comía ni dormía y yacía todo el día postrada en cama. Las discusiones entre madre e hija llegaron a tal extremo, que finalmente la reina cedió y el 1 de Marzo de 1504 Juana embarcó hacia Flandes. En Castilla quedaba Isabel rota de dolor, y ya enferma del cáncer que posteriormente sería la causa de su muerte.

Pasados los primeros días de felicidad tras el reencuentro de la pareja, Juana fue conocedora de los desvíos amorosos de su esposo y otra vez se encendieron sus celos, menudearon los conflictos con Felipe y con la gente de Palacio, se manifestaban desamor, descalificaciones y palabras ásperas.

Felipe pone en conocimiento de estos hechos a los Reyes de España, en una carta en donde por primera vez hace referencia a la salud mental de Juana.
Estas noticias llegaron a Castilla, a la Reina, que pocos días antes de su muerte el 26 de Noviembre de 1504, añade una cláusula a su testamento en el que decía:”Dejaba a Don Fernando su marido en ausencia de la reina Juana su hija, y que viniendo ésta y no queriendo o no pudiendo gobernar, gobernase el Rey Don Fernando. En otro apartado decía, que, en el caso de que Juana fuese incapaz de ejercer su cargo, Fernando debería encargarse de la regencia hasta la mayoría de edad del príncipe Carlos.
El Rey en ausencia de Juana y esgrimiendo la incapacidad de su hija, logró que se le reconociera como Regente y Gobernador. Pero al llegar a Bruselas las noticias de la muerte de la Reina, Juana y Felipe parten para proclamarse Reyes de Castilla.
Un rosario de intrigas se va a desarrollar entre Fernando y Felipe y así mismo entre la nobleza borgoña y castellana.
Juana desconfía de Felipe, pero cree que su padre le ayudará a que Felipe no se adueñe de Castilla. Sin embargo, Fernando se reúne con Felipe y ambos acuerdan incapacitarla.
Las cortes se oponen al encierro de Juana y la confirman como:”Reina verdadera y legítima y a Felipe, como Rey consorte y legítimo marido.
La corte se establece en Burgos, Juana está embarazada de su quinto hijo, Felipe ejerce el poder y toma las decisiones sin contar con Juana.
A los 2 meses del reinado, Felipe enferma y Juana le cuida con devoción día y noche, no se separará de su lado mientras dure su agonía, y finalmente muere a la edad de 28 años el 25 de Septiembre de 1506.
El cadáver de Felipe es embalsamado y depositado en Miraflores en espera de ser trasladado a Granada. Juana quiere que su marido descanse junto a su madre la Reina Isabel. Su padre se encuentra en Nápoles y mientras espera su regreso, anula todas las mercedes establecidas por Felipe, y ordena a la nobleza que el gobierno desarrolle sus funciones del mismo modo que cuando vivía la Reina Isabel.
En opinión del historiador Luís Suárez, Juana se sentía incapaz de gobernar, no deseaba el poder y la confianza en su padre era absoluta. La reunión entre padre e hija ocurre en el mes de Agosto de 1507, y es en ésta, donde Juana cede el gobierno a su padre que desde ese momento ejercerá La Regencia.
Mientras tanto, Juana vive en Arcos con sus hijos Fernando y Catalina, ella está tranquila no así su padre que, al tener que ausentarse del reino desconfía de algunos nobles descontentos con él y pide a Juana se traslade a Tordesillas, ella accede con la condición de hacerlo junto con el cadáver de su marido.
En 1509, a la edad de 29 años Juana fue recluida en Tordesillas, el cuerpo de Felipe el Hermoso, fue depositado en el Convento cercano de Las Clarisas.
A los 7 años de su reclusión, muere su padre que no se acordará de ella en su testamento, deja el trono de Aragón al Príncipe Carlos, designa como Regente al Cardenal Cisneros, y pide le sea ocultada su muerte a su hija.
Juana seguía siendo oficialmente La Reina de Castilla, y a su hijo Carlos sólo le correspondía gobernar como regente, pero él no se contentó con ello quería la totalidad del poder; de ahí la ceremonia
realizada en Bruselas a comienzo de 1516, en la que se proclamó Rey de Castilla conjuntamente con su madre, la reina.
Pero las Cortes españolas tiene una posición definida, y en 1518 en su primera sesión, invitan a Carlos a tratar a su madre como:”Reina y señora de estos reinos” y que todos los documentos oficiales estuvieran encabezados con el nombre de la reina.
Desde 1509 hasta 1555, Juana permaneció encerrada en Tordesillas, con la sola excepción del episodio comunero (en el que se rebelan contra Carlos e intentan que la Reina actúe como reina efectiva y en contra de su hijo). Estuvo pues, incomunicada de toda relación con el mundo exterior, sufriendo un sin fin de padecimientos físicos y psíquicos hasta el día de su muerte el 12 de Abril de 1555.

ANÁLISIS DESDE EL PUNTO DE VISTA PSICODINAMICO

Quiero entender que Juana es una mujer que fracasa en su búsqueda de un ideal masculino que la narcisifique; a su madre la había narcisificado el poder y su carácter viril la hizo no desestabilizarse frente a las infidelidades de su marido. En cambio Juana no deseaba el poder, ella necesitaba a un hombre para sentirse segura y completa.
Hace pocos días una paciente me recordaba esta situación, ya que al comprobar el fracaso de su matrimonio, ella, una profesional cualificada me decía: “yo sólo quería una familia, un marido que me quisiera y me cuidara, ahora sólo me espera la soledad”.
El ideal del yo de Juana era distinto al que su madre buscaba para ella, pero la habían educado en el respeto y la obediencia a sus padres, lo que dio lugar a que acabara siendo parasitada por unas exigencias extrañas a ella y que terminaron siendo sentidas como propias.
Pero todo esto sufre un vuelco cuando conoce a Felipe, que despierta en ella todos los placeres del sexo, el amor, y convierte aquel ideal imaginario en algo real.
Dice Castilla del Pino:” Toda posesión de un objeto valioso es un símbolo de estatus de la propia identidad, algo así como una definición ostensiva de nosotros mismos. Los objetos valiosos poseídos son a modo de colgantes con los que el sujeto se presenta ante los demás para una mejor relación de intercambio psicosocial”.
Algo así debió sentir Juana en los primeros tiempos, pero la carencia infantil generada por unos padres presentes- ausentes, la soledad y la angustia que crea estar en un país extraño con otras costumbres y otro idioma, hacían muy necesaria para Juana la presencia constante de su marido e intolerable su distancia.
Como hemos visto Felipe no era hombre de una sola mujer, era huérfano de madre desde los 4 años y había sido educado por la nobleza borgoña en unas costumbres laxas y disolutas, por lo que pronto reanudó sus relaciones con otras bellas mujeres de La Corte.
Ante esta situación Juana es víctima de los celos, unos celos provocados por supuesto, que provocan una identificación con la madre que recuerda de su adolescencia desesperada frente a las infidelidades de su marido, pero en este caso con una carga mayor de desesperación, el objeto valioso para su narcisismo podía pasar a ser propiedad de otra.
Juana ve amenazada su seguridad, su identidad y pasa de estados de furia y rabia a otros de aislamiento, tristeza y abatimiento y no tenía una madre que pudiera atender, contener y significar ese sufrimiento. Muy al contrario, su madre descuidó el amor de Juana por Felipe y privilegió la defensa de los intereses de Castilla.
¿Y que podemos decir del marido, Felipe, del rey Don Fernando y del Emperador Carlos, su hijo? Ninguno se detuvo a entender que a Juana la política no le interesaba, solo le importaban su vida y sus relaciones personales con su marido. Y ante esta situación tan sencilla de entender hoy en día, actuaron con la mayor violencia que se puede aplicar a una persona, aislándola de toda comunicación con el mundo exterior, justificada por la “locura”.
Juana fue víctima de las circunstancias políticas y sociales de la época y de la ambición de poder primero de su marido, luego de su padre y por último de su hijo, SU IDEAL DE AMOR FRACASÓ Y SOLO LE QUEDÓ LA, SOLEDAD.

ANALISIS DESDE LA TEORIA DEL APEGO

John Bowlby formuló una teoría según la cual, el vínculo del apego en la infancia es esencial para el desarrollo sano del individuo. Este vínculo se produce cuando hay una relación cariñosa, íntima y continuada entre la madre y el niño que produce una satisfacción y disfrute en ambos, provocando en el niño una sensación de seguridad.
Ya he comentado que los deberes de estado hicieron imposible que la Reina Isabel amamantase a ninguno de sus hijos, así como, que les proporcionase la atención y cuidados que precisaban en los primeros años de su vida. Podemos decir que las circunstancias políticas jugaron a favor de una vida familiar nada placentera, sino más bien hacia una relación sometida a constantes interrupciones.
La educación en la obediencia, fue otro factor en contra en la vida de Juana, ya que no facilitó que se crease la necesaria confianza y comunicación con sus padres .También he señalado que para La Reina, Juana no fue una de sus hijas preferidas, la quería sinceramente, pero nunca la pudo comprender y dirigir.
En estas circunstancias podemos suponer que Juana tenía el terreno abonado para presentar un apego inseguro, y su posterior relación con Felipe nos lo puede confirmar.
Bowlby, opina que las personas con este tipo de apego inseguro pueden establecer relaciones ansiosas y ambivalentes y como resultado esperan aún el amor y cuidados no recibidos en las primeras etapas de su vida. Al mismo tiempo tienen miedo a volver a ser ignorados o abandonados, aumentan sus reclamos de amor y de afecto, se niegan a que se les deje solos y protestan con mayor o menos intensidad si así ocurre.
Pero a los 16 años la separación de los padres es una elección no una imposición, así que podemos imaginarnos a una Juana adolescente llena de angustia y de miedo, al encuentro de un marido desconocido, del que ignoraba si se enamoraría o no.
El encuentro con Felipe tan pasional e intenso permitió a Juana satisfacer sus necesidades de afecto, más aún en la circunstancias en la que se encontraba, en un país extraño y lejos de su familia, pero al mismo tiempo y a través del descubrimiento del sexo, también le proporcionó el conocimiento de su propio cuerpo como un medio de calmar sus necesidades de apego y seguridad.

Desde esta perspectiva podemos entender como las frecuentes infidelidades de Felipe, su lejanía y su falta de cuidados, activaran en Juana una constante demanda de atención que nunca quedaba satisfecha. Es más, provocaban ataques de furia descontrolada, que posteriormente trajeron unos resultados contraproducentes para su vida y su matrimonio.

DUELO

El duelo, junto con los celos han sido los dos aspectos que más han intervenido en la creencia de la locura de Juana. Los analizaremos bajo dos vertientes:

.- histórica
.- psicopatológica

– Duelo desde el punto de vista histórico

Nos refiere Vallejo Nájera, al igual que otros autores, que: al morir Felipe, Juana se viste de negro y se hace confeccionar un gran número de trajes, alguno de ellos de corte de hábito religioso, todos muy ornamentados pero dentro de los convencionalismos del luto. Podemos decir que Juana prácticamente estrena esta nueva vinculación al negro; sus padres lo
s Reyes Católicos, siguiendo la política austera de su reinado, habían modificado mediante una «Pragmática de luto y cera», el color blanco que hasta entonces representaba la muestra de pena, por el negro, que era «más sufrido». Del mismo modo prohibieron las plañideras, los gritos y llantos excesivos como manifestación de dolor.

Hemos comentado anteriormente que la abuela de Juana, La Reina Isabel de Portugal, a la muerte de su marido, se encerró en su Castillo de Arévalo y se refugió en la soledad abatida por la tristeza, manteniendo una conducta de ayuno, austeridad, silencio y vigilias. El comportamiento de Juana tras la muerte de su madre y posteriormente de Felipe se desarrolló de la misma manera, no quería comer, se vestía con ropas humildes y pasaba largas horas en un retiro piadoso y espiritual, y por mucho que sus sirvientes intentaron romper ese aislamiento nunca lo consiguieron.

La historiadora Bethany Aram, atribuye este retiro del mundo de Isabel y Juana a una práctica común entre las viudas reales, que tiene su base en la época de los visigodos, momento en el que según la legislación conciliar, las viudas de Reyes visigodos entraban en religión después de la muerte de sus maridos. En el siglo XVI el enclaustramiento piadoso de este tipo llamado «recogimiento», llegó a ser cada vez más popular entre las mujeres. Por tanto podemos ver el aislamiento de Juana como parte de una tendencia más que como una aberración.

Cristina Segura, historiadora de La Universidad Complutense y también Bethany Aram, opinan que Juana al mantener el cadáver de su marido insepulto obtenía varios fines:

– Hacía público el status de Felipe como Rey de Castilla, León y Granada, para así asegurar la herencia de su hijo mayor, Carlos.
– También era la forma de mantener el matrimonio después de la muerte, y así disuadir a los posibles pretendientes a su mano.
– Y por último, impedir que se llevarán el cuerpo de su marido a Flandes.

De todos es conocido que tras la muerte de Felipe, Juana manifiesta su deseo de que sea enterrado en Granada e inicia un cortejo funerario, acompañada de los monjes cartujos de Miraflores. Embarazada de su sexto hijo al llegar a Torquemada se presentan los dolores del parto y da a luz a Catalina hija póstuma de su marido, el 14 de Enero de 1507. Pasada la cuarentena se reinicia el viaje desde Torquemada para trasladarse a Hornillos. Durante una de éstas jornadas llegaron a un Convento con ánimo de descansar, pero Juana al enterarse que estaba habitado por monjas, se negó y obligó al cortejo a acampar a cielo abierto.

Estos hechos, son la base en la que se apoyan ciertos autores para argumentar que Juana era víctima de unos «celos necrofílicos». Pero nuevamente Bethany Aram, nos da una visión distinta y argumenta que Juana simplemente respetaba las reglas de los monjes cartujos que excluían de su presencia, a las mujeres no reales. Esto se confirma cuando al llegar a Tordesillas y en ausencia de los monjes cartujos, Juana no tiene inconveniente en depositar los restos de su marido en el Convento de Las Clarisas.

– Duelo desde el punto de vista psicopatológico

Tras la muerte de Felipe Juana quedó sumida en un profundo estado de tristeza, melancolía y abandono de sus necesidades básicas, no se aseaba, no comía, no dormía. Tampoco atendería sus deberes de estado y poco a poco se iría encerrando en una intensa inhibición y aislamiento prefiriendo la soledad.
Por mucho que sus sirvientes intentaban apartarla de ese estado no lo conseguían y ella sólo encontraba consuelo en la espiritualidad, la oración y la música.
Lo único que la unía a la vida era el hijo que llevaba en las entrañas, como si fuera ese el vínculo que la mantenía unida a su difunto esposo.
La situación llegaba a tales extremos que en algunas ocasiones dormía en el suelo y quedaba largas horas en silencio como en» estado de trance».
Este proceso anímico se agravó aún más durante su cautiverio en Tordesillas, pudiéndose romper en algunas ocasiones dependiendo de la habilidad de sus cuidadores, consiguiendo que la Reina se alimentase y cuidase adecuadamente. Por el contrario uno de sus gobernadores, el Marqués de Denia llevó a tal extremo el confinamiento de la Reina que llegó a encerrarla en una habitación interior iluminada únicamente con la luz de unas bujías.
Toda esta situación contribuyó a que en los últimos años de su vida Juana presentase muchos episodios de agitación y furia descontrolada intentando rebelarse contra sus carceleros, y de igual forma facilitó el desarrollo de estados alucinatorios, en los que veía un gato que quería devorarla, así como, la presentación de ideas de tipo persecutorio en las que creía que sus sirvientes querían raptarla o robarla.
La situación clínica que Juana presentó nos puede hacer pensar que padeció un Duelo melancólico, complicado en última instancia por un cuadro con fenómenos alucinatorios generado por el aislamiento.
Dice Freud, que la melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución del amor propio.
Sí que podemos observar que con el ayuno, la ausencia de descanso y en general el descuido hacia su propia persona Juana estaba ejerciendo una suerte de flagelación a través de su cuerpo, a su propio «yo». Freud subraya como característica más significativa del melancólico la disminución del amor propio, es decir ha perdido al objeto amado, ese objeto maravilloso que la completaba y que la ha abandonado, pero es incapaz de dirigir su hostilidad hacia el objeto idealizado generador de su dolor y entonces la dirige sobre sí mismo.

De igual manera Bowlby, señala que la persona deprimida, no solo desea ver a su objeto de apego como algo perfecto, sino que en realidad, al hacerlo así retorna a una fase infantil en la que un niño es incapaz de ver a sus padres a otra luz diferente. Y en este caso debe apartar toda crítica de su figura de apego y dirigirla contra ella misma.
Como hemos señalado, Juana fue educada en la obediencia, y la nota dominante durante toda su vida fueron la lealtad y el respeto a sus seres queridos.

Tampoco podemos olvidar que Juana estuvo rodeada toda su vida de sucesos luctuosos, sus padres, sus dos hermanos, su sobrino y por último su marido, situaciones que pudieron predisponer el desarrollo de un duelo patológico. Se encontraba sola en este trance, de ahí lo importante que se hizo la compañía de su hija Catalina durante los primeros años de su cautiverio, cuya presencia vino a proporcionarle muchos momentos de estabilidad.

La deprivación sensorial y la intensificación de su aislamiento contribuyeron al desarrollo de un cuadro alucinatorio, que hizo que los últimos años de su vida transcurrieran en un continuo terror y que finalmente muriera en la más absoluta soledad.

REFLEXIONES

“ES UNA LOCURA AMAR, A MENOS QUE SE AME CON LOCURA”

(Proverbio latino).

Durante muchos momentos de la lectura de la vida de Juana he llegado a pensar que nació en un momento que no le correspondía, fue una mujer apasionada, femenina, pero claro a las mujeres de la época se les pedía ser” masculinas” para reinar, no podían ser humanas y menos amar tan apasionadamente a un hombre.
Con sus celos calificados de “locos”, lo único que intentaba era conservar su matrimonio, o ¿Cómo quieren que reaccione una mujer enamorada ante las descaradas infidelidades de su marido?
Ju
ana fue una mujer manipulada por la ambición y el poder, esa fue la constante de su vida, todos actuaron y pensaron por ella.
Su rebeldía a través de su cuerpo y de la palabra simplemente fueron los medios para ser escuchada pero desgraciadamente actuaron en su contra y acentuaron con más firmeza su fama de “loca”.
Yo diría que los locos fueron los que la rodearon, que no supieron entender a la hija, a la esposa y a la madre, porque la Reina sufría , pero eran sentimientos humanos, no asuntos de Estado que eran los que importaban.
Juana fue desde el punto de vista jurídico la Primera Reina de España, fue la primera reina única, Reina de los reinos más grandes del planeta, madre de seis hijos todos ellos coronados.
Espero que con esta charla podáis tener otra opinión de ella.
Gracias.

 


BIBLIOGRAFIA

 

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