Este número de la revista, recoge parte de las ponencias presentadas en el XIV Congreso de la IFPS en Roma Mayo 2006, con un predominio de trabajos de orientación intersubjetiva.
En algunas recientes editoriales de nuestra revista, se planteaba cómo la obra de Freud ha sido rebasada por una suerte de posmodernidad basada en la desconfianza hacia la realidad no objetivable. Una realidad más creada que descubierta y por tanto con algo que tiene que ver con lo social expresado con el lenguaje y, que en el campo del psicoanálisis tiene que ver con el cambio del lugar del analista como observador neutral, para convertirse en observador participante, al introducirse los componentes intersubjetivos o aspectos individuales del analista en el proceso analítico.
En al actualidad esta orientación intersubjetiva copa una gran parte de las publicaciones psicoanalíticas, incluso demasiadas. El llamado psicoanálisis contemporáneo aglutina diversas tendencias que en muchos aspectos se alejan de la teoría clásica freudiana, así como intercambios con otras disciplinas, sin temor a perder su especificidad porque “ninguna disciplina se basta a sí misma”, como nos dice L. Horstein y tal como continúa, “para afrontar el futuro debemos contemplar los límites de lo analizable, los bordes de la clínica, de la teoría, sentirlos, vivirlos, ponerse a pensar y ponerlos a trabajar”.
El rechazo a toda implicación subjetiva del analista, que defendía y defiende el modelo clásico se ha visto cuestionado, por los que defienden que la subjetividad del analista es utilizable para acceder al inconsciente del analizando (objetivo del psicoanalista) y, que en la práctica significa la posibilidad de algunas modificaciones como entender la contratransferencia como una creación. No hacemos referencia a posturas más radicales para las cuales todo se produce en la relación paciente-analista y nada es innato o estructural como en otras conceptualizaciones teóricas.
Se hace imprescindible, pues, entender y profundizar en la participación subjetiva del analista en el proceso analítico, ¿Cuál es la relación del psicoanálisis contemporáneo con la sociedad?, ¿quiénes son nuestros pacientes en la consulta?, ¿qué hacemos con los pacientes en nuestros tratamientos? y, sobre todo, de que teoría psicoanalítica hablamos y que en ocasiones no es tan sencilla de definir o aceptar por nosotros mismos.
O. Renik , reconocido intersubjetivista, nos permite a través de su presentación “Motivación e Inconsciente ” acceder a lo que hace en su consulta al menos con dos pacientes, Phillis y Todd, cual es su encuadre teórico y su estilo interpretativo. Advirtiéndonos que no entrará en el problema epistemológico de la diferenciación entre mundo interno mundo externo, sino examinará un aspecto de la contribución subjetiva del analista en ese encuentro.
La presentación de Renik comentada por J. J Bustamante demuestra el proceso analítico del psicoanálisis relacionado a los procesos motivacionales. Destaca que se trata de una aproximación intersubjetiva contemporánea por la manera de analizar y tratar la transferencia.
Otra comentarista de los dos casos clínicos, J. Rodríguez-O’connor se interroga por el concepto de inconsciente implícito en el esquema referencial de Renik, así como por su forma de intervención, que al estar más centrado en el síntoma y sufrimiento del paciente, el autor considera necesario en el tratamiento motivar al paciente a manejar su realidad mirándola desde otra perspectiva.
Esa realidad más creada que descubierta por la más reciente introducción de los llamados componentes intersubjetivos, en un intento de establecer una relación entre estructura social y constitución de la subjetividad, le lleva a J. Flores R a plantear en su trabajo que el aparato de escucha no es neutro, que está vinculado a la inserción social del analista y como todo ello afecta el curso del análisis. Se queja de la escasa investigación para el abordaje de la inserción social, política, económica y cultural del analista y del propio psicoanálisis.
Este adiós al analista receptáculo que solo recibe las proyecciones del paciente sin los elementos de su propia realidad psíquica les hace pensar a L . López Mondejar y P. J. Maestre sobre la necesidad de revisar el encuadre interno del analista, la aproximación al paciente que nos llega a la consulta, así como de que teoría psicoanalítica hablan los analistas contemporáneos. Apelando los autores a una técnica como objeto transicional, como tercero, creado por ambos paciente-analista.
Dejamos como comentario final el concienzudo trabajo sobre los sueños que nos ofrece J.L.Fosshage . Recorrido histórico por distintas opiniones de autores, presentación de un sueño de un paciente y los comentarios de analistas de diferentes orientaciones, también su concepto sobre las funciones de organización de los sueños, contraponiendo a la conceptualización basada en la energía de Freud los modos duales compuestos por lo sensorial y lo lingüístico. Destaca la función compensatoria del sueño, entendida como auto-corrección y forma de regulación y manejo de experiencias afectivo- cognitivas, pero, donde el cumplimiento de deseo no se ve como gratificación de impulsos libidinales o agresivos y cuya función primaria no es la descarga.